El 155 levanta pasiones. Jamás un número se lo puso tan complicado al 69. Es lo último de lo último, un trío trenecito con rima, folre i manilles. Es decir 155 y alguien en algún lugar sufre un retortijón. Al president Puigdemont le tienen el tímpano taladrado quienes invocan el freno de emergencia para que no precipite a la Generalitat, ese pedazo de monstruo administrativo, en su caída. Es como un editorial único, pero espontáneo. Un fruto tardío de madurez recorre el espinazo de la sobredimensionada Cataluña funcionarial porque Barcelona y ya no Madrid es la meca del "vuelva usted mañana".
Desaparecido en combate el comandante Junqueras, Puigdemont nota igualmente el ardor guerrero de quienes están por la resistencia final. Victoria o muerte, claman los digitales del soberanismo. Valga el ejemplo del texto de Salvador Cot en El món: "En resum, l'Estat s'ha autocompromès a aplicar mà dura contra uns professionals que, en general, estan orgullosos del servei que donen a una societat que els valora i els reconeix. I això, amb un suport social escàs. Entren en una jungla, més que un jardí. Ells ho han decidit lliurement".
Esto puede ser un infierno de no sentirse las piernas, oleadas de charlies a las dos en pijama pero con el kalashnikov a tope de munición. Según una recopilación de Nació Digital, Mossos, bomberos, maestros y periodistas están prestos a defender las instituciones siendo TV3 la primera institución a enmurallar más. O sea, la tele de Jordi Pujol y Marta Ferrusola. Del asunto de los medios de la Generailtat se habla en un editorial de Le Monde y no precisamente para bien. Los estibadores de la CNT también están prestos al sacrificio, así como una parte de los taxistas y las embajadas del minister Romeva.
De momento no está claro si Puigdemont comparecerá el jueves por la tarde en comisión senatorial o el viernes por la mañana en el Pleno de la Cámara Alta. Dada la colisión de plenos, pudiera ser que la sesión del Parlament sufriera un largo receso, salvo que al president le asista el sobrenatural don de la bilocación o intervenga en uno de los dos sitios por videoconferencia.
Otra cosa no, pero tecnología le sobra a la Generalitat la que le falta al Gobierno, como anota Félix de Azúa en su columna de El País: "Hemos comprobado la inexistencia de un servicio de información para el exterior, no sólo en el Gobierno sino en el Estado. La así llamada Secretaría de Estado de Comunicación está pensada para un ayuntamiento de tamaño medio. Como institución nacional da pena. Los corresponsales, los embajadores, los analistas extranjeros, todos coinciden en que durante la crisis catalana ese servicio ha sido una nulidad, frente al eficaz y carísimo aparato de los golpistas. 'Sólo nos llaman para hablarnos de los Reyes Católicos', citaba a un corresponsal Emilia Landaluce en un excelente reportaje. Quizás los partidos nacionales se percaten y entren, de una vez, en el siglo XXI. La política, ahora, ya no se hace a mano".
El académico también muestra su satisfacción ante la posibilidad de una regeneración del PSC a cobijo del 155: "Si en Cataluña el partido socialista se libera de los nacionalistas y deja de ser la agencia de colocaciones que ha sido hasta ahora, puede recuperar prestigio y volver a ser una fuerza decisiva".
Arcadi Espada pondera los beneficios de la aplicación del 155 en su artículo en El Mundo: "Es inevitable que la posible entrada en vigor del 155 se asocie a la entrada de la ley y el orden en un inmenso garito clandestino. Y que, en el ámbito estrictamente político, la convulsión y la exhibición de materiales vergonzosos pueda superar la que sucede después de un cambio radical de gobierno. El 155 supone la interrupción del autogobierno. Pero bien llevado puede suponer también la interrupción (siempre pasajera, nadie tema: Cataluña volverá a recuperar sus preclaras instituciones) de una corrupción moral, política y económica cuyas raíces tienen una profundidad de décadas. La presión casi histérica de algunos sostenidos y acomodados beneficiarios del régimen (periodísticos, entre ellos) para que Puigdemont afloje y convoque lo que pueda es perfectamente explicable".
En El Confidencial apuntan algunos de los nombres del Govern que muestran signos de flaqueza, según una información de Marcos Lamelas: "El titular de Interior, Joaquim Forn, ha dejado claro que sí votará en el pleno del Parlament pero que no está dispuesto a dirigir los Mossos contra la Guardia Civil en un escenario de confrontación en los días posteriores. Forn y Vila no son los únicos. Les acompañan la consellera de Governació, Meritxell Borràs, y, sorpresa también, el republicano Carles Mundó, conseller de Justícia, quienes también han mostrado dudas. Sería el primer hombre del equipo del presidente de ERC, Oriol Junqueras, que marca distancias con el movimiento separatista".
Podría haber luz al final del túnel si al conseller Forn le llega la sangre al cerebro. Es más, si Forn dice en público que no piensa echar los Mossos contra la Guardia Civil ese hombre merecería un reconocimiento, incluso una medalla al mérito de rectificar muy honrosa y cabalmente.
Comparecen en el Parlament los senadores autonómicos. Están anunciados Montilla y García Albiol. La cosa promete.
24 de octubre, santoral: Antonio María Claret.