Quim Torra visitando una exposición en Granollers (Barcelona) sobre el bombardeo aéreo que sufrió el municipio durante la Guerra Civil / EFE

Quim Torra visitando una exposición en Granollers (Barcelona) sobre el bombardeo aéreo que sufrió el municipio durante la Guerra Civil / EFE

Política

Torra se refugia en la retórica, desarmado por el propio independentismo

El presidente valora boicotear el acto con el Rey en Tarragona, mientras los propios ‘indepes’ piden ya asumir la nueva realidad

20 junio, 2018 00:00

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, tiene serias dificultades para aterrizar y asumir la nueva situación que se ha ido dibujando en las dos últimas semanas. Y se refugia, por ahora, en la retórica, en los gestos simbólicos, para no ofrecer una imagen que el independentismo pueda considerar como de capitulación. El problema para él, y para algunos irreductibles, es que ese independentismo ha comenzado a girar, a entender que el Govern de la Generalitat no puede mantener la misma línea, y pide ya que se intente aprovechar la nueva fase de diálogo que ofrece el Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Torra juega, porque necesita algo más de tiempo. Y hasta el último minuto no decidirá si asiste a la inauguración de los Juegos del Mediterráneo, que presidirá este viernes Felipe VI en Tarragona, acompañado del propio Sánchez. La consejera de Presidencia y portavoz del Govern, Elsa Artadi, aseguró este martes que el Rey no puede esperar “una visita protocolaria de sonrisa y apretón de manos” después de lo que “ocurrió” el pasado 1 de octubre.

El mensaje de la represión

Lo que Torra quiere recordar, una y otra vez, porque se ha convertido en el núcleo central del independentismo, es el referéndum del 1-O, la “represión” de los cuerpos policiales y el discurso posterior del Rey, que no tuvo ningún recuerdo sobre los votantes independentistas que “fueron golpeados”. Sin embargo, el viernes Torra tiene una oportunidad de oro para iniciar el giro que ya le piden algunos líderes independentistas, como Jordi Sànchez, expresidente de la ANC, que se encuentra en prisión, o Jordi Cuixart, recién elegido presidente de Òmnium Cultural, también en la cárcel.

Los dos reclaman que no deje de lado la vía del diálogo. Sànchez, en una entrevista en Catalunya Ràdio, ha considerado que “no hay alternativa al diálogo”, y que “ni tan solo una DUI –declaración unilateral de independencia— puede ser concebida como alternativa al diálogo, pero, en cualquier caso, una DUI requiere unas condiciones de las que hoy no disponemos”. En el caso de Cuixart, a través de una carta leída en la asamblea de Òmnium, el mensaje fue el mismo: “Al margen de la dirección política real que tome el Gobierno español del PSOE, el soberanismo democrático no puede focalizar su estrategia en el movimiento antirrepresivo”.

El 1-O, a todas horas

Pedro Sánchez también ha inyectado presión. En su entrevista en RTVE señaló que la reunión con Quim Torra todavía no estaba fijada, pero que esperaba intercambiar unas primeras impresiones coincidiendo con el acto del Rey en Tarragona. ¿Lección? Sánchez espera que el propio Torra no frustre el clima de aproximación y de diálogo que se puede iniciar.

¿Qué desea entonces Torra? Lo que pide su propio entorno en la Generalitat es tiempo, y gestos claros por parte de Sánchez, sin renunciar a esa retórica de cara a los irreductibles que insisten en que no se abandone “la república”, ni lo que supuso el 1 de octubre.

Teléfono desconectado

El entorno mediático, por su parte, sí reclama ya algunas muestras de que se es consciente de la nueva realidad política. Una muestra clara es el tono, mucho más ácido y corrosivo, del programa de humor Polònia, de la productora de Toni Soler, uno de esos irreductibles que han ido asumiendo que la posición de Torra debería variar.

La imagen de un presidente que no se entera de nada, que hace lo que le dicen, con un Carles Puigdemont que habla por teléfono desde Berlín con el cable desconectado, indica que el propio independentismo, perplejo y descolocado con los primeros pasos del Gobierno del PSOE que preside Pedro Sánchez exige un cambio en la hoja de ruta, un paso atrás para poder, tal vez, reiniciar el proyecto más adelante con un mayor músculo.

El muro de la ANC

En esa línea se ha situado sin dudar el PDeCAT, con una dirección, encabezada por Marta Pascal, que va ganando cuerpo. También Esquerra Republicana, que quiere gobernar y demostrar que es capaz de ofrecer una buena gestión. Pero delante, y por ello Torra sigue aferrado a la retórica, está la ANC, presidida por Elisenda Paluzie, y las figuras de Junts per Catalunya, como Agustí Colomines, Aurora Madaula o Josep Costa, que insisten en “implementar la república”. También se han añadido los ex-Unió Democràtica, bautizados como Democràtes, con dos diputados en el grupo parlamentario de Esquerra Republicana, que claman por respetar “el mandato” del 1-O, o abandonarán el grupo, dejando a Torra sin mayoría parlamentaria.

Con un independentismo roto internamente, y sin ningún horizonte, Torra debe comenzar a tomar decisiones. Y una de ellas, para nada simbólica, se deberá concretar este viernes con su presencia o no en el acto junto al Rey y Pedro Sánchez.