Dos mociones de censura y un funeral

Dos mociones de censura y un funeral

Política

Sánchez logra su principal objetivo: descolocar a Rivera

El líder del PSOE propuso la moción de censura para “retratar” a Ciudadanos, pero la ha ganado y tiene ahora una oportunidad para rehacer puentes

1 junio, 2018 00:00

El único momento, no había otro. Lo tenía que hacer. Aunque perdiera. Esos eran los análisis del entorno de Pedro Sánchez cuando se conoció, el pasado viernes, que registraba en el Congreso la moción de censura contra Mariano Rajoy. El objetivo era claro, directo: “retratar” a Ciudadanos, y descolocar a Albert Rivera, que se había encaramado como primera fuerza en intención de voto en las encuestas. ¿Podía votar en contra la formación naranja? Claro, entonces quedaría al lado de Rajoy, y lo debería asumir ante los ciudadanos. Esa era la idea de los socialistas.

Pero Sánchez sabía que podía tener éxito, que existía la posibilidad de reunir los 176 votos, y, sin comprometerse a nada, ni a la convocatoria en pocos meses de elecciones, el líder del PSOE será el nuevo presidente del Gobierno tras lograr los votos del PNV y de los partidos independentistas catalanes, ERC y el PDeCAT, que, de hecho, han querido recuperar sus viejos ropajes y actuar con independencia de la dictadura que ha impuesto al bloque independentista Carles Puigdemont.

La veteranía del PDeCAT

En el caso del PDeCAT es más nítido: recupera la piel de Convergència, con diputados en Madrid veteranos, que saben en qué consisten las negociaciones, y que, además, mantienen estrechas relaciones con el PNV, como es el caso de Carles Campuzano y Jordi Xuclà.

Sánchez conocía esa circunstancia y también que Esquerra había repetido en varias ocasiones, en privado, y entre líneas en público, que ofrecería sus votos al candidato socialista si presentaba una moción de censura. La retórica, sin embargo, no ha cambiado: las apelaciones a la república catalana, los reproches a la supuesta falta de división de poderes en España u otras sutilezas independentistas. Pero el terreno de juego se ha ampliado. Los partidos catalanes quieren jugar en Madrid y han sido determinantes para que los nacionalistas vascos dejaran en la estacada a Rajoy.

Aprovechar el momento

Eso complica las cosas a Sánchez, pero también le ofrece una oportunidad para desbloquear el tablero, y buscar acercamientos, que serán lentos. Su voluntad de “dialogar” con los gobiernos autonómicos, y de concertar una entrevista con el presidente de la Generalitat, Quim Torra, cambia, por lo menos mínimamente, el clima político y, principalmente, orilla a la figura que lo ha contaminado: Carles Puigdemont, partidario de que todo siguiera igual, de que se fuera, como pide la ANC, al conflicto, y al choque con el Estado, con Rajoy al frente.

Pero todo estaba pensado para descolocar a Albert Rivera, que queda ahora en una situación difícil, aunque dependerá de cómo actúe a partir de ahora. Sánchez estaba ausente en el debate político, después de su ascenso, caída y de nuevo ascenso al liderazgo del PSOE, aupado por la militancia. Necesitaba aprovechar su momento y romper una dinámica que situaba a Rivera en la Moncloa, o como segunda fuerza, por delante del PSOE, con capacidad para formar gobiernos, dejando a los socialistas como una fuerza sin sustancia, innecesaria.

Medidas posibles

¿La fórmula? Esperar, ganar tiempo, recuperar el espacio, pero desde la Moncloa, intentando algunas reformas que le pueden dar rédito y que pueden ser buenas para el conjunto y bien acogidas por sus nuevos socios: la ley de RTVE, la derogación de algunos artículos, los más restrictivos, de la ley mordaza; la ley de equiparación salarial entre hombres y mujeres, o desarrollar por completo la ley sobre violencia de género.

Y todo ello con los presupuestos del PP, que se acaban de aprobar. Y sin definir cuándo serán las elecciones, ni atarse en nada con los partidos independentistas. De hecho, Sánchez fue más lejos, y se atrevió a decir que iniciará los trabajos preparativos para los presupuestos de 2019.

Lo que pierde Ciudadanos

Para Rivera no es, por tanto, una buena noticia. Los momentos políticos se deben aprovechar, y para Ciudadanos era ahora, encaramado en las encuestas en gran parte por su posición dura sobre el conflicto de Cataluña.

Ciudadanos quiere vaciar el PP, con el objetivo de atraer al máximo número de sus electores, pero el PP tiene estructuras sólidas, pese a la crisis que se avecina en su seno. Por eso, Rivera deseaba aprovechar la circunstancia: bloqueo en Cataluña, con una actitud dura, y erosionar al PP con los casos de corrupción. Eso se lo ha impedido ahora Sánchez.