Instinto básico

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Política

Puigdemont arrastra a todo el independentismo hacia nuevas elecciones

El expresidente está convencido de que debe persistir hasta el final en su estrategia legitimista, que acaba con él en la Generalitat o en las urnas

31 enero, 2018 00:00

Carles Puigdemont ha conectado con el mundo soberanista, directamente, sin filtros. Ha captado que, para cientos de miles de catalanes –los que le votaron en las elecciones del 21D—, el verdadero rechazo al 155 y a la forma como el Gobierno del PP ha gestionado la crisis catalana, era votando una opción legitimista.

Si se quería doblegar al PP, la mejor opción, en ese campo, era votar a Puigdemont. Fuera o no equivocado, eso se produjo, y Puigdemont está dispuesto a mantener esa apuesta hasta el final, aunque ello comporte nuevas elecciones. Prueba de ello fue su mensaje emitido en las redes sociales en la noche de este martes, en el que reclamó "unidad" y aguantar "pacíficamente y con firmeza", rechazando "el chantaje", con dos destinatarios: el Gobierno del PP, pero también ERC.

El núcleo de dirigentes que rodea a Puigdemont está en esa línea. No se apea. Afea a Esquerra Republicana que no sepa ver esa estrategia. Pero si no es posible, si Puigdemont no es presidente de la Generalitat, lo mejor es provocar unas nuevas elecciones en las que los republicanos quedarían subsumidos, otra vez, en la telaraña de otra reedición de Junts per Catalunya. ¿Se equivoca Puigdemont?

Lo que ocurrió este martes es bueno para Puigdemont, a juicio de los estrategas del expresidente. El hecho de que se suspenda el pleno de investidura, ganando tiempo para que el Tribunal Constitucional conteste las alegaciones del Parlament, permite al candidato huido seguir con su discurso legitimista, aunque, de cara a la galería, su grupo parlamentario se mostrara disgustado con el presidente de la Cámara, Roger Torrent.

Dejar en manos de Rajoy seguir con el 155

Ante la agonía de Esquerra, que pide a gritos un salvavidas, una grieta en Junts per Catalunya que lleve a sus diputados a una profunda reflexión para que presente otro candidato, el vecino de Bruselas ha decidido aguantar. Y provocar unas nuevas elecciones que, de hecho, las debería convocar Mariano Rajoy, todavía con las llaves en la mano del 155 de la Constitución.

De hecho, y con la estrategia de “de perdidos al río”, el núcleo que arropa al expresidente deja en un segundo plano esa opción. Si el Gobierno de Mariano Rajoy no acepta la presidencia de Puigdemont, que mantenga el 155. Ya será el conjunto de la sociedad catalana la que reaccione a corto y medio plazo, dándose cuenta de la “absurdidad y el grave error político” del Ejecutivo español.

Miedo en el PDeCAT y en ERC

¿Es suicida lo que intenta Puigdemont? Sí y no. No lo es porque nadie en el PDeCAT ni en ERC –salvo el diputado Joan Tardà y tampoco de una forma explítica— es capaz de apostar por una nueva fase sacrificando todas las piezas que tienen causas abiertas con la justicia. Existe un temor real a salirse del guión, a rechazar públicamente al expresidente, a decir que o da la cara ante la justicia española o mantiene su vida privada y deja la política desde Bruselas, como un ciudadano europeo más.

Nadie lo hace. En gran medida ello se explica porque su grupo parlamentario está formado por independientes, que no tienen iniciativa política y están a expensas de los portavoces y del propio líder independentista. El PDeCAT no pinta apenas nada. Y en Esquerra no hay liderazgo. Nadie sabe cómo imponer un nuevo relato. Sin Oriol Junqueras, todavía en prisión, con Marta Rovira en tareas internas, y con Roger Torrent –figura emergente— maniatado al frente del Parlament, los republicanos están a expensas del exiliado en Bruselas.

El relato de Puigdemont cobra cuerpo, y algunos líderes de opinión lo recogen sin mostrar fisuras, como es el caso del exdirector de El Periódico Rafael Nadal, quien mantiene que no hay ninguna razón jurídica para impedir que Puigdemont sea elegido presidente de la Generalitat. Esos pronunciamientos públicos, en radios y televisiones, reafirman al núcleo duro de Puigdemont: o elección o nuevas elecciones y Dios dirá.