La financiación singular es hoy el eje central de la política catalana. Y lo será en los próximos años mientras la Hacienda autonómica va tomando forma –el Govern ya advirtió de que va para largo, con la íntegra recaudación del IRPF, reprogramada para 2028, como punto de partida–. Los distintos partidos fijan posición respecto al ambicioso acuerdo suscrito entre PSC y ERC, al que por ahora sólo se han sumado los Comuns y un Gobierno de España que no esconde sus reticencias.
Las mayorías deberán ser amplias, tanto en el Parlament como en el Congreso de los Diputados, para ir dotando al nuevo modelo de capacidad normativa, que es el horizonte que dibujaron desde el partido de Oriol Junqueras para investir a Salvador Illa a cambio de que la Generalitat tuviera la clau de la caixa de los recursos que se generan en Cataluña, con una cuota de solidaridad todavía por determinar y un principio de ordinalidad que constituye el principal desencuentro con el PSOE.
Se tendrá que votar. Y el papel de Junts resultará determinante, no sólo por sus actuales siete escaños decisivos en Madrid, pues las mayorías están destinadas a moverse más pronto que tarde, sino como muestra de legitimidad. Un consenso al que el principal partido de la oposición está invitado desde hace tiempo, y que ya cuenta con el visto bueno de las principales entidades sociales y empresariales, que celebran el régimen fiscal propio más allá de las concreciones, aún en el aire.
Del 'no rotundo' al 'me lo pienso'
El partido de Carles Puigdemont, que atraviesa una grave crisis en múltiples frentes y sospecha que la fuga de buena parte de sus votantes a la ultraderecha también se explica por el giro autonomista de la formación, se lo está pensando. De primeras, el rechazo ha sido rotundo. Y los argumentos pasan por que la singularidad pactada es insuficiente –"café para todos", en contra del concierto que defienden–, y que los mismos socialistas a los que mantienen en la Moncloa "no son de fiar".
La animadversión de Junts por apoyar propuestas que no son suyas no es nueva, pero el caso es que crecen las voces que pretenden convencer a Waterloo de entrar a negociar la materia y poder incidir, más o menos, en la construcción del nuevo sistema, que asumen que, como se comprometió el Govern, será una realidad. Un nuevo espacio de soberanía que, por ejemplo, también genera simpatías en la CUP, donde apuntan que si bien no es idóneo, es un "paso positivo para Cataluña".
Por lo pronto, el grupo parlamentario de Junts se abstuvo ayer en la convalidación del decreto del Govern para readaptar la Agència Tributària que sólo contó con los votos en contra de Vox, Aliança Catalana y un PP que, en función de a quién se le pregunte, va cambiando de parecer en esta cuestión. El hombre de Puigdemont para eventualmente sentarse con el Govern, asimismo, ya está designado. Y Toni Castellà es de la escuela pragmática, con experiencia en negociaciones.
Camino lento hacia la 'libertad'
Pese a que no fue a iniciativa propia, abordar un cambio en la financiación catalana se asume en el PSC como un portazo definitivo al procés. Un paso hacia la Cataluña del futuro, la que apuesta por dejar atrás el caos y responder por los cauces democráticos al malestar que se escondía detrás de una y otra bandera durante la pasada década. Una inyección de recursos para robustecer servicios públicos y acercar al nacionalismo, de nuevo, al proyecto de España plural de los socialistas.
Para ERC, no obstante, es únicamente un paso más hacia la soberanía plena. Una vía lenta hacia la independencia, que como explicó el propio Junqueras el pasado martes sigue siendo un objetivo irrenunciable de la formación republicana. Y Junts está por la labor de asumir esta tesis, que ya se aplica en su relación con el PSOE en Madrid, también respecto al Govern. Es, de hecho, su última bala para no romper con Sánchez. "Que los acuerdos de Bruselas se perciban en Cataluña".
Sin presupuestos, poca cosa
El camino, en cualquier caso, es largo y difuso. Un Gobierno de PP y Vox, como el que todo apunta que sucederá al actual, podría entorpecer cualquier salida del régimen de financiación común. Y sin Presupuestos, especialmente en Cataluña, el proceso será mucho más lento. Eso asegura el Govern a sus socios, concretamente a ERC, cuando advierten de que sin "avances" no hay más acuerdos.
Junts, a la espera del regreso de Puigdemont
En Waterloo, por donde pasan todas y cada una de las decisiones que toma Junts, siguen esperando el regreso de Puigdemont, previsto según su entorno para diciembre, para dar respuesta a éste y al resto de flecos abiertos que tiene la formación sobre la mesa, que no son pocos. Aseguran que a finales de año decidirán, por fin, un rumbo fijo. Presumiblemente, también en la cuestión fiscal.
