La diputada de la CUP, Laure Vega, durante una sesión de control al presidente de la Generalitat, en el Parlament

La diputada de la CUP, Laure Vega, durante una sesión de control al presidente de la Generalitat, en el Parlament Europa Press

Política

La dimisión de Laia Estrada abre la puerta a una nueva CUP "más pactista"

Laure Vega está llamada a asumir las riendas del grupo parlamentario con la esperanza de contener el descalabro que todas las encuestas auguran a los anticapitalistas

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Hubo un tiempo en que la CUP ponía y quitaba presidentes de la Generalitat, vetaba candidatos y maniobraba cómodamente con once diputados en el Parlament, más que suficientes para configurar grupo propio y no tener que pedir favores. Pero los tiempos han cambiado. Con cuatro escaños y bajando, hoy a duras penas se sostienen en pie entre tanta lucha intestina, por más rebranding que pretenda maquillar a un partido completamente anecdótico en la Cataluña del presente. 

Su hasta la fecha líder en la Cámara catalana, Laia Estrada, dio ayer un paso al lado. Un enigmático mensaje en X anunciando su dimisión, inesperado en los pasillos del parque de la Ciutadella, puso fin a su trayectoria como diputada a causa de insalvables "discrepancias políticas" con sus compañeros de bancada, los mismos que la aplaudieron cuando hace apenas una semana rompía una foto del Rey desde el atril y que ahora apuntan a Laure Vega como "indiscutible sucesora".

La joven diputada, bien valorada en el Parlament por propios y extraños, es, de hecho, la última bala de un proyecto desorientado, sin consenso en materias básicas como la política lingüística –ni habilidad para ocultarlo– y con enormes contradicciones ideológicas. Vega y su facción "más pactista" probarán una nueva receta "al menos, más útil". Un primer paso para seducir a un electorado desencantado y fugado en masa hacia el otro extremo en más casos de lo que cabría esperar.

"Discrepancias políticas"

La principal diferencia entre Estrada y su sucesora, que ya se apuntó el tanto de negociar con el Govern socialista en materia de vivienda hace un par de meses, es, por rocambolesco que parezca, precisamente esa. La hasta ahora líder seguía viendo a Salvador Illa en la manifestación de Societat Civil Catalana mientras Vega, desde la misma ultraizquierda, le perdonaría lo del 155 a cambio de entrar en la mayoría progresista del Govern, "cuando convenga", y poder decir la suya.

El ejecutivo no tiene ninguna necesidad de sus votos, pero el president ha declarado en más de una ocasión que está dispuesto a que el consenso alrededor de sus políticas sea lo más amplio posible. Cuando Vega llame, Illa se pondrá. "Hay margen de acuerdo en muchos ámbitos", aseguran fuentes próximas a los anticapitalistas. Nadie duda, en este sentido, que la legislatura será larga, y habrá espacio y tiempo para el diálogo, que hasta ahora también ha sido escaso con ERC y Comuns

La relación personal, muy tocada

En política, guste o no, las relaciones personales importan y mucho, y la de Laure y Laia no ha sido ni mucho menos idónea pese a pertenecer ambas a la misma familia política en el seno de la CUP, una de las dos mayoritarias. La amalgama de organizaciones y sectores internos enfrentados, en este caso, no ha tenido nada que ver. Ha sido una cuestión de feeling, "dos gallos en el mismo corral" y dos perfiles "parecidos, pero incompatibles", según fuentes próximas al grupo parlamentario.

"Los egos siempre han sido difíciles de gestionar en la CUP", explica otro veterano del espacio. Será una de las asignaturas pendientes de Vega cuando se confirme su liderazgo, que presumiblemente esperará a septiembre para ponerse en marcha. El exdiputado Xavier Pellicer, si no hay más renuncias, también se incorporará entonces al grupo parlamentario para cubrir el sillón de Estrada.