
El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, durante la comparecencia en el Parlament este miércoles
El ‘Hard Rock’ de Tarragona, de proyecto estrella a estrellado
El Govern aprobó, con el apoyo de sus socios de investidura, la eliminación de los beneficios fiscales al sector del juego
El Ejecutivo catalán se arriesga a tener que pagar una indemnización millonaria a los promotores
En profundidad: Qué es el Hard Rock en Cataluña: guía para entender por qué se adelantaron las elecciones en 2024
De proyecto estrella a proyecto estrellado. La larga –y sinuosa– vida del macrocasino del Hard Rock en Tarragona podría tener los días contados. Tras más de una década en el limbo, el complejo recreativo ha vivido muchos vaivenes y cambios para adaptarse a las nuevas condiciones de Cataluña, tanto económicas como políticas.
Lo que hace meses era una línea roja en un consenso para desmantelar uno de los proyectos más controvertidos de la última década, ahora actúa como un punto de unión para esta legislatura.
Adiós a los beneficios fiscales
Ayer miércoles, el Parlament aprobó definitivamente una modificación de ley para enterrar el proyecto: eliminar los privilegios fiscales al sector del juego.
Estos beneficios se aprobaron bajo el mandato del convergente Artur Mas y reducían el tipo impositivo de los casinos al 10%, una medida diseñada para atraer inversión en un contexto de crisis económica.
Ahora, los tipos impositivos al juego vuelven a ser del 55% en macrocasinos. Según el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, "hoy no tiene razón de ser" un proyecto de estas características.
La eliminación de las bonificaciones fiscales podría liquidar definitivamente el proyecto, ya que desincentivaría a los promotores (Hard Rock Entertainment World).
Indemnización millonaria
En caso de que esto suceda, el Ejecutivo catalán se arriesga a tener que pagar una indemnización millonaria por daños y perjuicios a la empresa.
Un informe interno del Govern cifraba la indemnización en alrededor de los 50 millones de euros. En cambio, un informe reciente del Consell de Garanties defendía la opción de cambiar los impuestos sin que eso afectara a la "seguridad jurídica".
Pero mientras la mayoría parlamentaria avala sellar el destino del proyecto, se desconocen las intenciones de los inversores, que guardan silencio.
Tumbó una legislatura
El panorama político en torno al Hard Rock ha cambiado en los últimos meses. Hace casi un año, las diferencias sobre este macrocomplejo precipitaron el fin de la legislatura de Pere Aragonès (ERC) y llevaron a los catalanes a elecciones anticipadas.
Ahora, actúa como un punto de unión para los socios que apoyaron la investidura de Illa: ERC y los Comuns, que durante meses se enzarzaron en disputas por este proyecto. Este paso no sólo busca cumplir con los acuerdos de gobernabilidad entre el Govern, Comuns y ERC, sino también fortalecer la confianza entre las fuerzas que respaldan al Ejecutivo socialista.

Proyecto del complejo de ocio Hard Rock
Para los socios de investidura es una buena noticia. La líder de los Comuns, Jéssica Albiach, aseguraba en el pleno de ayer miércoles que el proyecto "supone el riesgo de convertir Cataluña en Las Vegas de Europa".
Por su parte, aunque los republicanos no dan por muerto el macrocasino, consideraron que está "más lejos" y no tendrá "un vestido fiscal a medida".
Una historia de desencuentros
Pero la historia del Hard Rock lleva más de diez años generando controversia. El proyecto nació en 2012 de la mano de los convergentes Artur Mas y del conseller de Empresa, Francesc Xavier Tena.
La idea que se planteó en ese momento era construir un complejo de ocio de 800 hectáreas en el delta del Llobregat. Recibió el nombre de Eurovegas, y estaba capitaneado por el magnate Sheldon Adelson. Sin embargo, no tiró adelante.
En un cambio súbito de guión a finales de 2013, Adelson apostó por la construcción de su macrocasino Macao en Asia, país con una fiscalidad y regulación del juego mucho más laxa que en España, que sufría todavía los estragos de la crisis de 2008.
Del Eurovegas al BCN World
El testigo del Eurovegas fue BCN World, promovido por el empresario valenciano Enrique Bañuelos y su empresa Veremonte, que venía de protagonizar la sonada quiebra de la inmobiliaria Astroc. En esta ocasión, el proyecto no se ubicaría en el Delta del Llobregat, sino en Tarragona, al lado de Port Aventura.
Esta iniciativa tampoco estuvo exenta de polémica. El Gobierno catalán, a través del Institut Català del Sòl (Incasòl) anunció la compra del terreno a Criteria (LaCaixa) por 130 millones de euros para después venderlo a Hard Rock International, responsable de desarrollar el proyecto.
Esta decisión generó una guerra dentro del propio Ejecutivo, formado por ERC y Junts. Los republicanos pidieron la comparecencia parlamentaria del conseller de Territorio, Damià Calvet (Junts) para que diese explicaciones sobre la compra.
Una petición que no entendieron desde las filas posconvergentes, que aseguraron que la operación fue aprobada en un acuerdo de gobierno, y que la conselleria de Economía -cuyo titular era entonces Pere Aragonès (ERC)-, emitió un informe favorable.
Un macrohotel en Barcelona
Por todo esto, los planes de Bañuelos tampoco cuajaron y desaparecieron en 2015. Desde entonces, el plan ha acumulado retrasos, modificaciones, reveses judiciales y rechazo social y político, pero los promotores no se han dado por vencidos.
En 2019, la conocida cadena hotelera dedicada a la música rock anunció otra idea: el Hard Rock Hotel Barcelona, un macroalojamiento de 200 millones de euros en el Port del Fòrum. Fue una estrategia para desquitarse del fallido BCN World en Tarragona. Pero esta operación también fracasó.
Dos años después, en 2021, Hard Rock abandonó el proyecto a medias. La cadena estadounidense dejó el proyecto sin operador, como avanzó Crónica Global. Lejos de abandonar sus inversiones en Cataluña y de querer desarrollar su plan, en 2023 volvió a ganar fuerza la idea de un Hard Rock en Tarragona.
'Guerra' política
A partir de aquí se entró en un intríngulis que tumbó la legislatura de Aragonès. En plenas negociaciones para los Presupuestos de 2024, el gobierno del expresidente republicano se comprometió a que el Hard Rock siguiese adelante para lograr el apoyo determinante del PSC, ya que la suma de republicanos y Comuns no era suficiente para aprobar las cuentas catalanas.
Sin embargo, socialistas y Comuns exigían condiciones sine qua non y antagónicas. Mientras el PSC defendió el Hard Rock como un motor económico para Cataluña, para la formación de Albiach era una línea roja. Este escenario precipitó Cataluña a un adelanto electoral.
Ahora el escenario es otro. Los socialistas gobiernan en minoría, por lo que se ven obligados a tejer alianzas y llegar a puntos de acuerdo. El PSC es quien ha hecho un viraje más pronunciado sobre esta cuestión. Una "renuncia" que se enmarca en el cumplimiento de los acuerdos de investidura. Con esto, el Hard Rock ha pasado de hacer caer una legislatura al puro rechazo político.
La eliminación de las ventajas fiscales obtuvo el apoyo de PSC, ERC, Comuns y la CUP, mientras que Junts, Vox y PP votaron en contra.