Artur Mas ha incendiado Junts en el ecuador de la campaña electoral para las elecciones europeas del 9 de junio y también a escasos días de la votación de la Mesa del Parlament. El expresident de la Generalitat y principal impulsor del procés a comienzos de la década anterior ha pedido una lista unitaria entre Junts y ERC en caso de que se produzca una repetición electoral en Cataluña.
Es decir, resucitar una suerte de Junts pel Sí para desbancar al PSC como primera fuerza política y reavivar las posibilidades del independentismo de conservar la mayoría absoluta.
Este giro de guión ha alterado el tablero político catalán por varios factores. En primer lugar, porque intenta poner al PSC a la defensiva después de que se hayan conocido movimientos de los partidos indepes para pactar la Mesa de la Cámara impidiendo que lo presida un socialista.
En segundo lugar, porque eleva la presión a una ERC en horas bajas y cuyo liderazgo se ha diluido tras el paso a un lado de Oriol Junqueras y el anuncio de Pere Aragonès de abandonar la política, dificultando sus próximos pasos en el Parlament y aumentando el riesgo de repetición de elecciones. Y, finalmente, hay una derivada interna en Junts, ya que de la petición de Mas puede interpretarse que a los neoconvergentes podría no irles tan bien en unos nuevos comicios.
En juego la credibilidad de Puigdemont
Y es que, si bien Junts ha capitalizado la negociación de la ley de amnistía desde que Pedro Sánchez fue investido en el Congreso de los Diputados tras las elecciones del 23J, Carles Puigdemont se encuentra en una encrucijada que compromete el discurso del partido. Prometió que se presentaría al debate de investidura independientemente de los plazos de la norma y que dejaría la política si no lograba ser president, y ambas promesas se están convirtiendo en una amenaza a su credibilidad.
Hasta tal punto que, después de años llevando a cabo estrategias personalistas que se han convertido en grilletes para su formación, ahora hay quienes presagian que Junts no sostendría sus resultados del 12M en caso de segundas elecciones.
Y no porque ERC lograra recuperar la hegemonía del independentismo -un imposible en el corto plazo-, sino porque muchos de sus votantes se irían a Aliança Catalana. Un partido que ha logrado representación parlamentaria y que, ahora sí, no despertaría el miedo de una parte del electorado de Puigdemont a “tirar su voto a la basura”. Es más, a partir del 10 de junio, cuando se constituya el Parlament, la ultra “Sílvia Orriols tendrá micro”, advierten fuentes de Junts, conscientes de que habría nuevas fugas hacia la alcaldesa de Ripoll en caso de repetición electoral.
Los 'pragmáticos' piden no actuar "a la desesperada"
Las voces más pragmáticas de Junts también ven en el anuncio de la lista unitaria de Artur Mas la mano del secretario general Jordi Turull y el que ha sido presidente del grupo parlamentario Albert Batet; dos de las personas más cercanas al fugado, que han dirigido los mandos de la formación durante los últimos meses con mano de hierro. Especialmente el primero, que ha sabido mantener los equilibrios entre las distintas familias que habitan Junts.
Con todo, después de que Puigdemont haya estado largos días medio desaparecido para evitar recibir los “disparos” de quienes consideran que “no tiene palabra”, el anuncio ha “cabreado” a los pragmáticos que aspiran a que una fórmula como Junts pel Sí sea trabajada de forma “seria” y no “a la desesperada” y fruto de cálculos personalistas.
Es decir, que reclaman por enésima vez “moderación en las formas”, algo que no es incompatible con la “radicalidad” de sus convicciones. No parece que Puigdemont esté de acuerdo. Se resiste a entregar las armas y acelerará su estrategia “kamikaze” conforme se acerquen fechas clave como las elecciones europeas del 9J o la constitución de la Mesa del Parlament.