Carles Puigdemont ha iniciado una huida hacia adelante en lugar de dar un paso a un lado. El expresidente de la Generalitat fugado ha anunciado que se presentará a la investidura para intentar formar gobierno. Ya ha iniciado los contactos con ERC. "Creemos que hay opciones de poder ir a la investidura", ha manifestado en una comparecencia este lunes, en la que ha pedido evitar una repetición electoral.
Sus declaraciones suponen un nuevo intento a la desesperada de regresar al poder en la Generalitat, pero la suma para investirle es imposible. Al menos, a priori. Y es que necesita del concurso de fuerzas políticas antagónicas como Aliança Catalana y los Comunes, o la abstención del PSC.
Pide una abstención del PSC
Puigdemont, que ha obtenido 35 escaños en las elecciones, considera que tiene "más opciones" que el líder del PSC, Salvador Illa, para ser investido en segunda vuelta. Cabe recordar que en la primera votación los candidatos necesitan una mayoría absoluta, pero en la siguiente ronda pueden salir elegidos con una mayoría simple -más síes que noes-, aunque en ese caso sería necesaria la abstención de la ultra Sïlvia Orriols, la del partido de Jéssica Albiach, o la del PSC.
Un Partido Socialista que, por su parte, tiene dos opciones. O un acuerdo con ERC y Comunes, o una abstención del PP de Alejandro Fernández para evitar una presidencia de Puigdemont que devolvería a Cataluña a 2017, cuando se vivieron los momentos más álgidos del procés.
La estabilidad de Sánchez, en el aire
De nuevo, Puigdemont ha amenazado a Pedro Sánchez con poner en riesgo la gobernabilidad en Madrid si su partido no le facilita la investidura en Cataluña. "Hoy, la estabilidad que puede tener el PSOE en Madrid está garantizada si cumple unos acuerdos", ha sentenciado. Sin embargo, no ha roto del todo los puentes con los socialistas al ser consciente de que su regreso a Cataluña depende de la Ley de Amnistía que se debe aprobar a finales de mayo en el Congreso de los Diputados.
Con todo, sus declaraciones demuestran que Puigdemont no dejará a Junts a su libre albedrío. Dirigirá sus primeros pasos de la legislatura en su afán de retener el foco con una eventual investidura.
También quiere hurgar en las contradicciones de ERC -que ha sido el gran perdedor del 12M, con un resultado de 20 diputados- para elevar el coste de un eventual apoyo a Illa. Y, no menos importante, dar alas a la rumorología de un imposible: que Sánchez le deje gobernar a cambio de paz en Madrid.