La carta de Pedro Sánchez y su comparecencia para anunciar que continuaría al frente del Gobierno han fagocitado la campaña electoral para las elecciones catalanas del 12 de mayo. Tanto los candidatos de los partidos catalanes como sus propuestas han pasado a un segundo plano, mientras que el presidente se ha erigido como protagonista de la escena e intenta convertir los comicios en un plebiscito a su persona.
El miércoles pasado, Sánchez desembarcó en la Feria de Abril en Barcelona desatando el entusiasmo de los simpatizantes del PSC y de los votantes progresistas que ansiaban hacerse un selfi con él. Tras varios meses de declive con motivo del caso Koldo y de la oposición de desgaste de Alberto Núñez Feijóo en el Congreso, Sánchez se ha revitalizado gracias a un nuevo capítulo del manual de resistencia que le ha permitido sobrevivir a jugadas políticas de alto riesgo durante los últimos 10 años.
El 12M para demostrar que su estrategia ha funcionado
Al igual que hizo Feijóo con las elecciones autonómicas en Galicia, donde el presidente del PP se jugaba su crédito político tras meses de mala racha y no haber conseguido gobernar tras las generales, Sánchez quiere catapultarse políticamente hacia las elecciones europeas y los próximos meses de legislatura con el gran resultado que, según las encuestas, obtendrá el PSC.
Es decir, quiere asociarse al éxito de los socialistas catalanes para borrar sus últimos tropiezos, remontar vuelo y, además, demostrarle al resto de España que “su estrategia con Cataluña ha funcionado”.
Nerviosismo por el aterrizaje de Sánchez
Así valoran la situación fuentes de sus partidos rivales, que ven con nerviosismo el aterrizaje de Sánchez en los mítines del PSC. Al principio de la campaña, eran los primeros interesados en sacarle a la palestra para desactivar las propuestas del Salvador Illa más “presidenciable”, representando que el líder del PSC no sería capaz de plantarse ante su jefe en Madrid. Ahora, creen que Sánchez se ha convertido en una “bomba” que puede desvirtuar toda la campaña en su contra.
En privado, las mismas voces admiten que no creen que la legislatura en Madrid “peligre” si Illa gana las elecciones. Al contrario, creen que estará en riesgo “si Illa queda segundo y Puigdemont, primero”. “Si Illa no es presidente, ¿cómo hará Sánchez para cumplir lo que le exige un Gobierno de Puigdemont?”, plantean aquellos que creen que el primer secretario del PSOE tendrá al menos un año y medio de gobernabilidad asegurada, ya que la amnistía está lejos de ser firme y libre de recursos judiciales.
“Si Puigdemont es presidente será gracias a la amnistía y eso es algo que Sánchez no se puede permitir”, coinciden otras fuentes que piensan que el presidente se empleará a fondo y “no utilizará a Illa como moneda de cambio”.
Sánchez opaca a Puigdemont
Aun así, los partidos catalanes calibran estos días sus mensajes en relación con Sánchez. Es estrategia, pues, más allá de las críticas que le han dedicado por mantener a la ciudadanía en vilo durante cinco días, temen continuar “victimizándolo” y “alimentando” su participación en la campaña del PSC. Y es que Sánchez ha logrado acaparar el foco en unas elecciones en las que, mayormente, solo se estaba hablando del regreso de Puigdemont, por lo que podría acabar atrayendo a votantes indecisos y abstencionistas en los próximos días consolidando al PSC en torno a unos 41-42 escaños, según las mismas voces.
Independientemente de los próximos movimientos de los partidos independentistas, no cabe duda de que Sánchez cogerá impulso gracias a las elecciones del 12M frente a la oposición y frente a sus socios. O así lo temen quienes ven probable que Illa logre articular un pacto de investidura en el caso de que no haya mayoría independentista para gobernar. Lo decidirán los catalanes en las urnas en una de las campañas más imprevisibles de los últimos años.