La campaña personalista de Carles Puigdemont, centrada en su regreso si le dan los números en el Parlament para ser president y en fichajes independentistas externos, no ha impedido que acabe entregando al aparato de Junts el control del partido tras superar la etapa de liderazgo de Laura Borràs. La elección de Josep Rull -conseller de Territorio en la etapa álgida del procés y, no menos importante, secretario general de Convergència durante la era de Artur Mas (2014-2016)-, como número tres de la lista, es una victoria para las siglas de la formación en general y para la dirección de Jordi Turull en particular.
Hace unos días, el fichaje de la empresaria Anna Navarro Schlegel como número dos del fugado sorprendió a propios y extraños, e hizo saltar las alarmas entre algunos cuadros del partido. No así en los perfiles que más conocen la maquinaria interna de Junts, y que veían en su fichaje un “cortafuegos” perfecto para Puigdemont. Alguien sin “ambición” a nivel partidista ni “experiencia orgánica” para asumir las riendas en caso de que el expresident no pueda regresar para liderar el grupo parlamentario o ser investido, si hubiera una mayoría que lo hiciera posible.
Vienen "tiempos difíciles"
Para las fuentes consultadas, que Rull sea el número tres por detrás de una independiente evidencia que "en realidad es el número dos". Pero no sólo eso. Es muy probable que el exconsejero acuda a los debates electorales que se celebren, que sea uno de los rostros más visibles de la campaña pese al personalismo de la candidatura Junts+Puigdemont per Catalunya y que, una vez pasen las elecciones del 12 de mayo, sea intermediario de Puigdemont y Turull para la negociación de posibles acuerdos de investidura. Es decir, que si el prófugo no regresa en el corto plazo -algo que no descartan las voces consultadas teniendo en cuenta los plazos de la amnistía-, Rull podría acabar liderando el grupo parlamentario en “tiempos difíciles”.
Este papel habría estado reservado para Jordi Turull, el gran fontanero de Junts, si el político no estuviese inhabilitado por su relación con el referéndum ilegal del 1-O. Pero la elección de Rull, de quien es cercano y con quien compartió su etapa en la cárcel, es una garantía para el aparato del partido después de años de experimentos.
Borràs 'coloca' a su principal escudero
Uno de los objetivos primordiales es pasar página de la etapa más radical de Laura Borràs, que en las últimas elecciones ocupó el segundo puesto y que tantos quebraderos de cabeza ha dado al partido durante la actual legislatura. Lo ha sido todo -consellera de Cultura, jefa de filas en el Congreso de los Diputados, candidata a la Generalitat y presidenta del Parlament-, pero se ha acabado convirtiendo en un "jarrón chino” como presidenta del partido, con su estrella apagándose y su círculo de confianza perdiendo posiciones en el ajedrez político del partido. Es por ello que Borràs ha estado luchando por garantizar puestos de salida a algunos de sus principales escuderos. Entre ellos, Francesc de Dalmases, que ha optado finalmente al puesto 18 de la candidatura por Barcelona.
Con todo, las siglas de Junts “sobreviven” a la política de fichas de Puigdemont y, además, la elección de Rull como uno de sus principales candidatos es “coherente” con el espíritu de 2017 que pretende revivir el expresident, así como con su argumento de la “restitución” tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Aplicación a la que también tuvo que acatar Rull, siendo destituido y acabando posteriormente juzgado y en la cárcel.
¿Qué familia ganará?
Habrá que ver qué efectos tiene su regreso a la primera línea de la política y en la rampa de salida para asumir el liderazgo del grupo parlamentario, si Puigdemont no logra regresar a tiempo. Junts está pendiente de la celebración de su congreso, que las mismas voces vaticinan que "será un momento de inflexión" fundamental para el futuro del partido y descubrirá qué familia se hace finalmente con el poder.
No cabe duda de que, con Rull como número tres, el aparato manejado por Turull gana puntos para hacerse con el control total. Aunque será Puigdemont, como siempre, quien tenga la última palabra.