A Pere Aragonès sólo le faltan dos votos para sacar adelante los presupuestos de la Generalitat del 2024. Y, con ello, dejar la legislatura vista para sentencia a un año de las elecciones autonómicas. En las últimas horas, el republicano ha firmado un pacto con el PSC venciendo desconfianzas y recelos respecto al cumplimiento de los compromisos alcanzados para las cuentas del 2023, como la B-40 o el Hard Rock. Aunque ninguna de esas cuestiones polémicas aparecen en el documento que sellaron por la tarde en el Palau.
No obstante, ahora son los comunes los que no dan su brazo a torcer hasta que el Govern renuncie a este último proyecto, ya que de lo contrario entrarían en graves contradicciones ante su militancia y el electorado progresista catalán. Cabe destacar que, para En Comú Podem, este macrocasino no sólo no es deseable para el territorio, sino que lo asocian a cuestiones tan graves como "el aumento de inseguridad, de las adicciones, problemas de salud mental y un gasto de agua desmesurado" en este periodo de emergencia por sequía que atraviesa Cataluña.
'Tira y afloja' entre ayuntamiento y Parlament
Más allá de las razones ideológicas, fuentes parlamentarias explican a Crónica Global que estas razones tan sólo son una excusa por parte de los de Jéssica Albiach. La razón de peso por la que los comunes se han enrocado en el no, poniendo en riesgo la luz verde a los presupuestos, tiene que ver con el “lío interno” en el que la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, tiene mucho que decir.
Aseguran que existen “celos” entre el grupo municipal de los comunes en el consistorio y el grupo en el Parlament, lo que se está traduciendo en un tira y afloja que sólo ahondará las contradicciones del partido una vez den su visto bueno a las cuentas, si es que esta opción llega a producirse. Por ello, hay gente dentro de los comunes que ven a Colau “amortizada”, y esperaban que se fuera a Madrid como ministra, o como candidata a las elecciones europeas, con un retiro bien remunerado y “merecido” tras ocho años de compromiso municipal.
Pero no ha sido así: los planes políticos de Colau se circunscriben a Cataluña y ello está condicionando gravemente el acuerdo con republicanos y socialistas. Precisamente, a quienes Colau aprieta estos días para entrar en el gobierno de la Ciudad Condal.
"Un problema de egos"
Como sucedió con Pablo Iglesias, el partido afronta "un problema de egos". Además, las mismas voces aconsejan no olvidar que Ada Colau podría presentarse como candidata a las elecciones catalanas, moviéndole la silla a una Jéssica Albiach que ha acabado cediendo durante varios años consecutivos con los presupuestos. Cabe recordar que Colau es muy cercana a la líder de Sumar en el Congreso, Yolanda Díaz, por lo que "se ve respaldada" para influir en los movimientos de la formación a nivel autonómico.
Las mismas fuentes vaticinan que los comunes se acabarán absteniendo en la votación de las cuentas del 2024 ante la impopularidad que supondría votar en contra de unos números “expansivos y sociales”, según el Govern. En caso de voto contrario, al partido se le haría muy cuesta arriba hacer campaña entre sectores importantes a nivel electoral como los sanitarios o los profesores, que exigen que los recortes sean revertidos.
La ventana de oportunidad, bien sea para el voto a favor o para una abstención, podría estar en el propio acuerdo entre el PSC y ERC, en el que no se menciona de forma expresa el Hard Rock como guiño a los comunes. Ahora sólo falta que los de Albiach realicen un giro hacia el pragmatismo sin verse comprometidos ante su militancia y electores, pudiendo ensayar su tan ansiado tripartito en los últimos coletazos de la legislatura.