El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, endurece el discurso independentista, con tintes incluso de chantaje hacia el Gobierno que acaba de apoyar a cambio de la amnistía y otras cesiones, mientras divaga sobre su propia gestión en Cataluña. Estas han sido las claves de su entrevista en TV3 y Catalunya Ràdio, en la que ha avisado al presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, de que en esta legislatura trabajará para sentar las bases de un nuevo referéndum de independencia y para pedir otro imposible: que la comunidad autónoma recaude todos sus impuestos. En paralelo, ha sido poco contundente sobre materias realmente relevantes, como la sequía y la educación, en la que ha centrado su discurso en la inmersión.
Aragonès ha pasado de puntillas sobre la configuración del nuevo Consejo de Ministros, aunque su partido ya se ha quejado de algunos nombres elegidos por Sánchez. No obstante, en los primeros minutos se ha dedicado a vomitar su discurso, en el que ha repetido que "lo que importa son los hechos" y que Cataluña --habla en nombre de todos los catalanes, aunque solo defiende los intereses de algunos de ellos-- tiene una "oportunidad histórica" y "un peso decisivo a la hora de configurar mayorías en el Congreso".
"Conflicto entre Cataluña y España"
Del mismo modo, ha sacado pecho ante Junts de que fue ERC la que emprendió la vía de la negociación con el Gobierno y que, fruto de ello, ahora ha podido obtener de Sánchez --sin nada a cambio aparentemente-- la ley de amnistía, el traspaso de Rodalies y la mejora de la financiación. Aun así, ha avisado de que la solución al "conflicto político" entre "Cataluña y España" es un referéndum, y que trabajarán durante toda la legislatura para acordarlo: "En esta legislatura, [Sánchez] depende de Cataluña. En función de lo que decida para con Cataluña, la legislatura tendrá recorrido o no".
En este sentido, Aragonès plantea incluir a Junts en la mesa Generalitat-Gobierno para pactar un referéndum, y también a la CUP y a los comunes; es decir, a todos aquellos que comparten el sentimiento independentista y a los que están de acuerdo con una consulta. Y es que el president pone al mismo nivel el referéndum que la puntualidad de los trenes o que haya dinero para escuelas y hospitales. Todo ello, sin olvidar la imposición del catalán, para lo que el Govern se vale del audiovisual, primero, y de la inmersión lingüística en la escuela, después.
El referéndum sin fecha
Pero hay más, porque para Aragonès "el núcleo del problema" es que "Cataluña forma parte del Estado en contra de su voluntad". "Después de unos años tan complejos, donde la represión ha estado tan presente, con la amnistía apartamos esa realidad de tantos catalanes a nivel individual y también como colectivo, y se abre una etapa para poner las bases para que Cataluña pueda votar sobre la independencia".
No obstante, ha reconocido que el referéndum no depende de él y no ha querido fijarse una fecha, aunque ha tratado en todo momento a la comunidad autónoma y a España como dos países distintos que deben hablar de tú a tú. En este sentido, considera que el independentismo debe abordar unido esta cuestión, que ha calificado de "gran victoria democrática para el pueblo de Cataluña".
Mucha amnistía y poca sequía
Sobre la ley de amnistía, ha comentado que contará con "la oposición frontal de los grandes poderes del Estado, que se activan en el Consejo General del Poder Judicial" y "en las calles de Madrid de la mano del fascismo", desacreditando de este modo a cuantos se manifiestan contra esta medida que él considera "plenamente constitucional". "Tenemos un poder judicial que de manera insólita se ha posicionado en contra de una ley antes incluso de que se registrase, lo que demuestra su sesgo", ha añadido.
Más comedido se ha mostrado con los asuntos de gestión del día a día, que él debe resolver pues gobierna en solitario. Sobre la sequía, ha dicho poco más que "toca repartir el esfuerzo" de las restricciones ante la peor falta de lluvia desde que se tienen datos. Tampoco ha resuelto demasiado la cuestión de la gratuidad de las guarderías, más allá de que ha deslizado que su objetivo es que así sea en tres o cuatro años. Cabe recordar que esta era una de sus grandes promesas.
La culpa siempre es de los demás
Por otra parte, ha incidido en la importancia del audiovisual y de hablar en catalán a los extranjeros para imponer esta lengua en detrimento del español, y convertirlo en idioma de "prestigio y ascensor social". Para ello, considera que aún hay que destinar más recursos a este cometido, pues su blindaje jurídico solo se produciría en una eventual Cataluña independiente.
Asimismo, también ha echado balones fuera sobre el descenso del nivel educativo en la autonomía: que si la digitalización, que si la pandemia, que si los recortes de Artur Mas, que si la heterogeneidad de la sociedad... nada concreto para revertir la situación.
Finalmente, se ha comprometido a convocar las elecciones catalanas para febrero del 2025, aunque "nunca digas de este agua no beberé". Y todo ello en mitad de un discurso en el que se han apreciado sus diferencias con el presidente del partido, Oriol Junqueras, que podría ser candidato de ERC si para entonces ya ha sido amnistiado.