Consolidar el autogobierno, desarrollo sostenible y situar a las personas en el centro de las políticas. Estos son los ejes de campaña de Maria Vergès, Síndica d'Aran y candidata de Unitat d'Aran en las próximas elecciones municipales. En una entrevista con Crónica Global, se muestra convencida de que "pensar en lo global desde lo local es la única garantía que nos puede permitir sobrevivir". De ahí su defensa de la colaboración entre territorios y Administraciones. Cree que la candidatura de los Juegos Olímpicos de invierno "fue una oportunidad perdida".
--Pregunta: Ha denunciado que el Vall d'Aran carece todavía de las competencias que le corresponden.
--Respuesta: Bueno, la ley de régimen especial se aprobó hace ya 30 años, después se renovó en 2015. Es cierto que hay ámbitos, como es el caso de la sanidad, donde el despliegue ha sido casi completo, ocupando casi el 50% del presupuesto de la institución, pero hay muchos otros que todavía no están ni desarrollados ni desplegados. Entonces, nuestro objetivo es, sin prisa pero sin pausa, conseguir superar ese 30% de desarrollo actual de la ley. Sabemos que eso es cuestión de tiempo porque forma parte también de la negociación con la Generalitat, pero en este momento la sintonía, la comprensión por parte de la Generalitat está, existe y ahora lo que estamos intentando es ir trabajando con los diversos departamentos, priorizando qué ámbitos competenciales nos corren más prisa o creemos que es más importante tener desarrollados cuanto antes.
--¿El Vall d'Aran es la gran desconocida o la gran olvidada?
--Bueno, creo que es una mezcla de todo y digamos que la responsabilidad también es de todos, incluso de Aran. Es decir, el Valle tiene una singularidad propia y específica, si lo comparamos con el resto del territorio, en este caso el catalán, pero en el ámbito español también hay algunas diferencias con otros territorios que tienen sus especificidades. ¿Y qué nos ha permitido? Pues tener un estatus político propio, diferenciado, que es cierto que muchas veces no se conoce mucho. Nuestro sistema educativo trabaja con cinco lenguas, teniendo el aranés como lengua vehicular y con unos niveles de éxito muy altos y sin crispaciones sociales, que esto también es importante. Probablemente sí hay un desconocimiento y lo que nosotros queremos es que ese desconocimiento sea el menor posible. Somos conscientes de que hay que trabajar en red con el resto de territorios y de Administraciones, defendiendo nuestros propios intereses, como no puede ser de otra manera, pero que eso también nos sirva para darnos a conocer, porque solo cuando se conoce lo ignorado o lo desconocido se puede comprender.
--Hay gente que piensa que en el Vall d’Aran se vive muy bien, que reside mucha gente con dinero...
--El Vall d’Aran es un territorio que evidentemente tiene un modelo socioeconómico basado en el turismo, con una importancia muy destacada del turismo de nieve, que es cierto que mueve a un determinado perfil de turista, de visitante, de un nivel económico quizá más alto. Pero una cosa es si hablamos del PIB y otra es cómo esa renta está repartida en el territorio. Cuando hablamos de atención a las personas, de lo que estamos hablando es de qué manera la gente que vive en nuestro territorio tiene oportunidades de presente y de futuro, cómo hablamos de la atención a las personas mayores, cómo retenemos ese talento joven que se va a estudiar fuera y muchas veces no vuelve. De cómo enfocamos los servicios públicos para garantizar esa equidad entre la ciudadanía de Aran y de otros territorios y cómo planteamos los retos a los que ya nos enfrentamos, ya no de futuro, sino de presente, como el cambio climático, la diversificación económica, etcétera. Por tanto, el Vall d’Aran tiene problemas específicos, pero otros que son compartidos, por ejemplo, con el resto de territorios del Pirineo.
--¿Sufren despoblación? ¿La gente joven se va del Vall d’Aran?
--No es una cuestión tanto de despoblación como de que el modelo socioeconómico ha provocado también que se desarrolle mucho el sector servicios y turismo. Y bienvenido sea porque eso ha permitido que el Valle haya evolucionado de una determinada manera y no suframos esa despoblación que sufren en territorios vecinos. Pero también es verdad que, como decía, los retos a los que nos tenemos que enfrentar en estos momentos requieren de ese talento joven, que pueda desarrollar su proyecto personal y profesional en el Valle aportando su conocimiento en múltiples áreas. Y aquí nosotros hemos apostado muy fuerte por la innovación rural con el apoyo del Ministerio de Transición Ecológica que después se está replicando ahora en el Pirineo de Huesca y en el de Lleida y que se va replicando en zonas donde hay quizá más riesgo de despoblación del resto de España. Pero de lo que hablamos sobre todo es de empezar a transicionar hacia un modelo más diverso y más diversificado que nos permita adaptarnos a retos que ya tenemos encima de la mesa.
--Una región tan centrada en servicios ¿cómo afrontó la pandemia? ¿Qué lecciones se extrajeron?
--Es la reflexión que está haciendo todo el mundo. De qué manera podemos reorientar las políticas para irnos adaptando a esa incertidumbre que llegó hace tres años y que seguramente siempre ha estado ahí, pero de la que no hemos sido conscientes. En nuestro caso, la pandemia sí pasó facturas, en primer lugar sanitariamente. Nosotros tenemos la competencia de sanidad traspasada y fueron meses duros y complejos como en cualquier otro lugar. Pero el hecho de estar más lejos y tener la competencia propia lo dificultó un poco más. Quiero agradecer el trabajo de los profesionales, sanitarios, sociales y de emergencias que se volcaron en esos meses. El Covid llegó en marzo del 2020. Veníamos de una temporada de esquí muy buena. Esos meses sí que se cerró. El verano del 2020, cuando empezamos a abrir, la gente subió a la montaña, por lo tanto se trabajó y se trabajó bien. El invierno del 2021 fue más complejo, pero aun así creo que si lo ponemos en la balanza, en el Valle d’Aran no ha cerrado ni un establecimiento. Por lo cual eso quiere decir que se ha podido ir trampeando y esta última temporada, tanto de invierno como de verano, ha sido extraordinaria.
--La candidatura de los Juegos Olímpicos de invierno ¿fue es una oportunidad perdida?
--Nosotros la defendimos desde el primer momento, primero porque creíamos que era una apuesta de Pirineo, tanto del catalán como del aragonés. Para este 2030 está totalmente descartado y habrá que ver, porque también es verdad que los condicionantes climatológicos, sociales, etcétera, pueden ser muy distintos en 2034. Efectivamente fue una oportunidad perdida para todo el Pirineo. Afortunadamente y gracias al trabajo de mucha gente y a que podemos contar también con voz en el Gobierno de Madrid, hemos podido poner encima de la mesa cuestiones que con estos Juegos creíamos que se podrían desencallar, como las obras de mejora en la carretera nacional 230. Ese era un tema importante, como la remodelación de nuestro hospital, que finalmente tras una negociación con la Generalitat hemos conseguido su compromiso de asumir el coste. Creo que hubiera servido también para trabajar conjuntamente entre territorios de una manera más coordinada y cohesionada. Lo vamos haciendo en momentos puntuales, porque la pandemia también nos ha enseñado eso, que solos no llegaremos a ningún sitio y que es necesario desde lo local pensar en lo global porque creo que es la única garantía que nos puede permitir sobrevivir, por decirlo de alguna manera. Pero bueno, ya pasó. Nosotros dimos la batalla hasta el final y después es verdad que los intereses partidistas y personales hicieron que hubiera que renunciar a presentar esa candidatura.
--Defiende las singularidades del Vall d’Aran, su lengua, su cultura y, como decía antes, sin crispación. ¿Cómo lo consiguen?
--Eso se hace desde el convencimiento de la gente. Es cierto que nuestro partido, Unitat d’Aran, que tiene más de 40 años de vida, ha defendido desde el principio la voluntad de ser histórica de Aran y de los araneses, la búsqueda de las máximas cuotas de autogobierno y, evidentemente, de la defensa de la lengua y la cultura. En nuestro caso, nuestra lengua está en una situación muy delicada, ya está en proceso de extinción, aun siendo lengua oficial. Solo hace falta pasearse por las calles de la capital para ver que lo que se habla en la calle es castellano. La lengua se trabaja en la escuela, la escuela ha tenido un papel muy importante, un papel de militancia, pero también de cohesión social y nunca ha existido debate sobre este tema. Nosotros queremos que siga siendo así, porque es la única garantía de poderla conservar, porque al final la lengua y la cultura lo que nos permiten es tener institución y tener autogobierno. Es el centro neurálgico, es la razón de ser de la institución y, por lo tanto, de poder gestionar y decidir desde la proximidad. Y para nosotros ese es un mantra. Y los araneses, ya sean de nacimiento o de adopción, creo que lo han entendido a lo largo de todos estos años y sin importar qué ideología política tenían detrás.
--Ahora se vuelve a hablar de la reforma de la financiación autonómica. ¿El Vall d'Aran está suficientemente financiado?
--Cataluña ha dado un gran paso de reconocimiento político de Aran: el Estatut, las leyes, etcétera, y queremos también obtener ese reconocimiento por parte del Estado. Y en eso estamos trabajando, porque al final es lo que nos confiere una zona de seguridad para trabajar con los límites muy bien establecidos. La cuestión de la financiación es el caballo de batalla de cualquier Administración que depende de otra superior. En este 2023 termina el actual acuerdo de financiación con la Generalitat, que era de cuatro años. Hemos tenido algunas discrepancias en su aplicación, pero en global ha sido un buen acuerdo que ha permitido al Consell crecer económicamente. Justo el miércoles tuvimos la primera reunión de la ponencia de traspasos, para trabajar para tener en 2024 un nuevo acuerdo de financiación que se debe basar en tres premisas esenciales. Por un lado, que las competencias actuales estén bien dotadas económicamente, a medida que se vayan actualizando los traspasos. La financiación que tiene el Consejo General debe servir para consolidar esa autonomía, es decir, nos debe permitir tener capacidad de decisión, porque de otra manera somos simples gestores de una competencia, y esa no es la base en la que se ha desarrollado el Consejo General a lo largo de los siglos. Y, paralelamente, nosotros queremos ser también corresponsables con la Generalitat, no queremos ser una Administración que solo pide, sino que la ley también nos permite participar de algún tipo de tributo de la Generalitat. Y después solucionar la infrainversión que a lo largo de los años ha acumulado el Vall d'Aran por parte de la Generalitat. Con el acuerdo para el nuevo hospital ya empieza a bajar el contador, y con cuestiones como un centro cultural que el territorio necesita o las obras de mejora de la carretera C-28.
--¿Cómo está afectando el cambio climático?
--Te pongo dos ejemplos. Normalmente la época de incendios siempre ha sido ahora, a finales de invierno, porque la nieve y el hielo lo ha dejado todo muy seco, y también en otoño, pues el pasado mes de agosto hubo días en los que tuvimos el riesgo más alto de toda Cataluña en incendios. Días atrás hemos tenido un incendio importante en el municipio de Canejan, que ha afectado a tres edificaciones, pero no ha habido daños personales. Y por suerte ha estado enmarcado en la zona de nuestro plan de gestión sostenible del fuego, que es una de las herramientas que estamos utilizando ahora. Es un plan muy innovador, trabajado con nuestra área de bomberos y de medio ambiente, que nos permite trabajar el paisaje para evitar o reducir el riesgo de esos incendios de sexta generación. Paralelamente estamos trabajando con los ayuntamientos para gestionar los bosques, que esa madera, esa biomasa sirva para ir descarbonizando calefacciones, etcétera. Impulsamos la adecuación de pistas y caminos, y estamos apostando fuerte por la innovación. Intentamos adaptarnos a cambios que ya estamos viendo, problemas con el agua... El Vall d'Aran es un territorio de agua, pero eso no quiere decir que lo vaya a ser siempre, aquí también hay un proceso de concienciación de la sociedad aranesa, que ciertamente a lo largo de los años no ha vivido estas escaseces que en zonas más secas o más metropolitanas han tenido.