La presidenta suspendida del Parlament de Cataluña, Laura Borràs, atraviesa su semana más difícil. A lo largo de seis jornadas, por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) han desfilado decenas de peritos y testigos que la han puesto contra las cuerdas al desgranar el modo en el que presuntamente ordenó el fraccionamiento de contratos cuando era directora de la Institución de las Letras Catalanas (ILC) para beneficiar a su amigo Isaías Herrero. La fiscalía pide para Laura Borràs seis años de prisión y 21 de inhabilitación por los delitos de prevaricación y falsedad documental, comúnmente conocido como corrupción.
El semblante aparentemente tranquilo de la presidenta de Junts, cada día con un abrigo de distinto color, que incluso se paró a las puertas de los tribunales para saludar a los curiosos y a los acólitos que se acercaron para mostrarle su apoyo, poco tiene que ver con su estado de ánimo real a escasas horas de enfrentarse al incisivo interrogatorio en el que tendrá que explicar a la fiscalía su proceder al frente de la ILC. Laura Borràs se enfrenta sola al tribunal. De hecho, lo hará la última, cuando se haya expuesto toda la prueba, a petición de sus abogados Gonzalo Boye e Isabel Elbal que tras conocer un posible pacto de los otros dos acusados con la fiscalía lo solicitaron para que pudiera defenderse de su incriminación. Así lo permitió el tribunal pese a que la fiscal Assumpta Pujol expresó que el acuerdo “no se ha formalizado”.
Herrero 'canta'
El juicio, que se ha celebrado en la fecha prevista pese al intento de la defensa de Borràs de suspenderlo por “indefensión”, ha estado marcado de inicio a fin por la bronca entre las defensas de Borràs y las del informático Isaías Herrero, al que representa la abogada Marina Roig, y del empresario Andreu Pujol, defendido por Àlex Solà. La defensa de Borràs ha sido muy beligerante con los abogados de los otros acusados, con los que había preparado una estrategia conjunta.
Haya pacto o no, Herrero, el único beneficiado de las presuntas irregularidades de la ILC, cantó durante su declaración, reconoció el fraude e incriminó a Borràs, a la que señaló como el cerebro de la trama. Ella era, según el acusado, quien dictaba los datos con los que tenía que rellenar dos “presupuestos comparsa”, que acompañaban a un tercero que siempre era adjudicado a dedo --porque ninguno superaba los 18.000 euros y así evitaban el concurso público-- y recaía en manos de Herrero.
Un secreto a voces en la ILC
Los funcionarios de la ILC que han pasado por el TSJC también han apuntado en esa dirección, ya que han explicado que avisaron a Borràs, por activa y por pasiva, de que no podía seguir adjudicando contratos a dedo a su amigo por los trabajos relacionados con el desarrollo del portal web de la institución, que además podrían haber sido asumidos por trabajadores del departamento TIC de la entidad sin necesidad de recurrir a alguien externo. Las presuntas irregularidades eran un secreto a voces. Aunque la ILC “adjudicaba contratos a diferentes empresas, estaba claro que todas las tareas las realizaba él”, han declarado.
Por la Sala de vistas también han desfilado testigos que han expresado incluso estar “alucinados” al descubrir que sus datos fueron utilizados sin su consentimiento para elaborar los "presupuestos comparsa". Además, la versión de Herrero ha quedado apuntalada por el testimonio de los agentes tanto de Mossos d’Esquadra como de la Guardia Civil que investigaron el caso. De hecho, en uno de los discos duros de Herrero se hallaron facturas y documentación, así como correos electrónicos, que evidencian que Borràs era quien dirigía la trama investigada.
Ya los Mossos d’Esquadra, a los que la instructora retiró el caso por filtraciones a la prensa en favor de la Guardia Civil, sospechaban que Laura Borràs podía estar involucrada en un caso de contratación pública irregular con Herrero. De hecho, durante su declaración ante el tribunal admitieron haber buscado en su ordenador conversaciones que contuviesen las palabras “Laura Borràs” y “Borràs”, entre otras, aunque la investigación se centraba en otros ilícitos.
Borràs salpicada por una casualidad
Lo hicieron tras escuchar una conversación que Herrero mantuvo con un tercero por teléfono. El informático, que no sabía que tenía la línea pinchada y que estaba siendo investigado por un delito de falsificación de moneda después de que los Mossos se incautaran de un sobre que iba dirigido a su nombre con billetes falsos, expresó que "tenía marrones porque con Borràs, con la jefa", facturaba "con la cooperativa", facturaba "trapis por allí” y añadía que “lo jodido” sería si dejaba su cargo como directora de la ILC.
Esta llamada fue la que hizo saltar la liebre, pues los investigadores desconocían hasta el momento los business de Herrero y Borràs. Durante los registros en casa del informático, además de evidencias de los 18 contratos adjudicados a dedo --algunos archivados en una carpeta que llevaba por nombre Presupuestos Laura-- también encontraron droga, un hallazgo por el que fue condenado a cinco años de cárcel.
La estrategia de Boye
Por su parte, los abogados de Borràs tejen su estrategia de defensa en torno a la presunta indefensión de la presidenta de Junts, a la que presenta como una víctima de la persecución política. A lo largo de varias sesiones Boye ha atacado al presidente del tribunal, Jesús Maria Barrientos, poniendo en duda su imparcialidad en este caso aludiendo a los comentarios antiindependentistas del magistrado en el pasado.
También pone el foco en la cadena de custodia de los aparatos electrónicos incautados en el domicilio de Herrero y en si los Mossos d’Esquadra la investigaron de forma prospectiva cuando era aforada.
Los testigos de parte se lavan las manos
El juicio ha estado marcado por el tono bronco tanto de la defensa de Borràs como del presidente del tribunal, que ha reprendido a la presidenta de Junts por usar el móvil durante las vistas, como si el asunto no fuese con ella, o por intentar, según sus palabras, “dirigir” la declaración de los testigos de parte, entre los que se encontraban los exconsellers de Cultura Ferran Mascarell y Santi Vila.
Aunque sus compañeros de partido le han echado un capote exponiendo las bondades del portal web que utilizó, presuntamente, como pretexto para beneficiar al que era su amigo, se han lavado las manos en cuanto a las irregularidades. Los dos han declarado no saber nada acerca de cómo Laura Borràs abonó el desarrollo de su proyecto estrella al frente de la ILC.