Nuevo momento decisivo en la política catalana. La todavía presidenta del Parlament, Laura Borràs (JxCat), deberá despedirse de la institución en la que ha estado al frente desde marzo de 2021 a partir del próximo jueves, cuando se reunirá la Mesa extraordinaria que decidirá su futuro. ERC, CUP y PSC lo tienen claro: si ella no se va, pedirán su suspensión automática con base en el artículo 25.4 del Reglamento de la Cámara, que obliga a apartar a los diputados que estén a la espera de juicio por corrupción.
Así pues, estos tres partidos desactivarán la mayoría de JxCat en la Mesa y votarán a favor de que Borràs quede apartada como diputada y como presidenta de la institución mientras dure su causa. Pero ello no implica que pierda el escaño y, por tanto, su condición de aforada, explican fuentes jurídicas a Crónica Global.
Junts se queda solo
Una vez el TSJC ha enviado a Borràs al banquillo de los acusados, el caso entra en una fase crucial, también para la estabilidad del Govern, dado que el independentismo decidirá si la suspende como diputada y como segunda máxima autoridad de Cataluña. Sin embargo, esta incógnita ya está resuelta: previsiblemente, JxCat se quedará solo defendiendo a Borràs e ignorará así la norma del Parlament que establece que los cargos implicados en casos de corrupción deben ser apartados automáticamente aunque no exista sentencia condenatoria. Y a pesar de que los socios de gobierno tratan de desvincular este caso del funcionamiento del Ejecutivo, no deja de ser otro motivo de tensión entre dos formaciones cada vez más alejadas.
A Borràs se le acusa de fragmentar contratos para otorgárselos a dedo a un amigo mientras estaba al frente de la Institució de les Lletres Catalanes (ILC), por lo que se le atribuyen delitos de prevaricación y falsedad documental. Paradójicamente, esta acusación por parte de la justicia es un as bajo la manga para los neoconvergentes, que desde hace semanas insisten en que el caso Borràs es otro ejemplo de "represión" del Estado. Un relato que ella misma ha utilizado en numerosas entrevistas y pronunciamientos públicos para defender su "inocencia" y no dimitir.
El delito de corrupción, a debate
Podría darse otro escenario también contemplado en ese artículo 25.4: que se solicite un dictamen a la comisión del estatuto del diputado, presidida por Jaume Alonso-Cuevillas (JxCat), para distinguir si los delitos que se le imputan son o no corrupción. Para la oposición no cabe duda, aunque fuentes parlamentarias no descartan que los neoconvergentes intenten convencer a ERC y a la CUP para ganar unos días y que la comisión se pronuncie. En todo caso, eso sería "un enredo parlamentario" que no alteraría el futuro de Borràs siendo apartada de la presidencia, aseguran los mismos interlocutores.
En las próximas horas, será clave lo que hagan republicanos, cupaires y socialistas, ya que el destino de Borràs está en manos de la mayoría de la mesa del Parlament. Hoy por hoy, todos los partidos representados en la Mesa --a excepción de JxCat-- se inclinan por suspenderla.
Esta opción evitaría shows políticos en el Parlament que retrotraigan a los catalanes a situaciones de polarización política más propias de los años más intensos del procés. Un escenario no deseado desde el PSC, que desde hace meses defiende que la política catalana se ha desinflamado gracias al pragmatismo y el diálogo del Gobierno de Pedro Sánchez. Esta tesis que cobra más sentido cuando este miércoles se reúne la mesa de negociación con miembros de ERC y el Gobierno --y con la ausencia destacada de JxCat--.
La presidencia del Parlament, en el aire
Pero si Borràs queda suspendida el próximo jueves, ¿qué ocurrirá con la presidencia de la Cámara? Con el reglamento en la mano, tendrían que sustituirla --por orden-- la vicepresidenta primera y segunda, Alba Vergès (ERC) y Assumpta Escarp (PSC), respectivamente. Pero no ostentarían el cargo oficial, solo ejercerían sus funciones. Y es que esta es otra de las complicaciones que se derivarían de la situación: si Borràs no renuncia, no se puede votar ningún presidente.
En este sentido, la mandataria de Junts ha advertido por activa y por pasiva de que no se plantea dimitir. De hecho, dejó entrever que, en caso de suspensión obligada, se limitaría a delegar sus funciones de forma temporal. "Yo no dejaré mi cargo, ni mi posición como diputada, ni como presidenta", ha asegurado en numerosas ocasiones.
El futuro de Borràs está en el aire, ya que el próximo jueves deberá decir adiós a la presidencia del Parlament, aunque sea de forma temporal. Apeada de su cargo institucional, no le quedará más remedio que centrar su actividad política en el partido. La dirección que comparte a regañadientes con Jordi Turull --secretario general--, quien, según fuentes cercanas a los neoconvergentes, estaría satisfecho con la caída de Borràs al entender que pronto tendrá vía libre y sin rivales para dirigir al partido en solitario en el medio plazo. Y lo podría hacer sin la oposición frontal que representa una líder política a la espera de juicio.