El 25 de mayo quedará un año para que se celebren las elecciones municipales. Pocas candidaturas hay proclamadas oficialmente, aunque ya se van despejando incógnitas, sobre todo en el área metropolitana de Barcelona, decisiva, de nuevo. Como en todos los comicios. Y aunque la vida local tiene sus propias dinámicas, los partidos independentistas enfocan esa cita electoral como una segunda vuelta de las autonómicas de 2021. Los resultados, aseguran fuentes soberanistas, pueden influir en la continuidad de la coalición de Govern ERC-Junts per Catalunya.
Estos partidos medirán sus fuerzas, pues el objetivo de Esquerra es aumentar distancias de los neoconvergentes y calibrar si otras alianzas –con los comunes, por ejemplo— son posibles. Parten con ventaja, pues a diferencia de Junts, los republicanos tienen más avanzadas sus candidaturas y controlan el territorio a través de las delegaciones del Govern y de varias consejerías. Pero las mayorías independentistas formadas en el último ciclo electoral peligran. Lo dicen los sondeos. Y eso permitiría a Cataluña dar el carpetazo definitivo al procés.
Es demasiado pronto para aventurar resultados, pero el PSC parte en buena posición en las encuestas, donde mantiene su feudo metropolitano, así como el PP, que se podría beneficiar del efecto Feijóo y cerrar el paso de Vox a determinados ayuntamientos. Ciudadanos, en cambio, no lo va a tener tan fácil, pues acusa goteo de bajas de cargos y militantes, algunos de los cuales se han sumado a las filas de Valents, el partido presidido por Eva Parera, refundación de la Barcelona pel Canvi que en su día lideró Manuel Valls.
UPN a la catalana
Valents ha pescado también en caladeros populares, visualizando así la posibilidad de una UPN a la catalana. La CUP, una formación eminentemente municipalista, intentará remontar los malos resultados de 2019. Esquerra lleva tiempo intentando dar el salto a los grandes ayuntamientos de la conurbación barcelonesa, dominados por el PSC. El año pasado ganó en Barcelona, pero el acuerdo entre los comunes y Barcelona pel Canvi impidió que el independentismo penetrara en la capital. Una encuesta de Metrópoli apunta a una nueva victoria, con Ernest Maragall como candidato –no se descarta que dé un paso al lado y Ester Capella se convierta en la líder municipal una vez avanzado el nuevo mandato–.
Muy sonoro ha sido el anuncio de que Gabriel Rufián pueda convertirse en alcaldable por Santa Coloma de Gramenet, donde su actual alcaldesa, la socialista Núria Parlon, ha sabido mantener la mayoría absoluta. Desde esta alcaldía no esconden una cierta expectación ante el efecto Rufián, actual portavoz de ERC en el Congreso –“aunque pondrá el foco español en la ciudad, y eso nos interesa por el perfil de nuestro votante”—. Más preocupante es la posibilidad de que Vox entre en el consistorio. Hay que recordar que el embrión de esta formación de extrema derecha, Plataforma per Catalunya, obtuvo representación en 2011.
En Barcelona, el candidato del PSC es, hoy por hoy, Jaume Collboni, el actual primer teniente de alcalde. Es la apuesta del líder de los socialistas catalanes, Salvador Illa. Colaborar con Colau en este mandato no ha sido bien visto por determinados sectores económicos, que apostaban por un tándem PSC-Elsa Artadi. Pero la vicepresidenta de Junts ha abandonado la política. Asegura que no tenía fuerzas para seguir y eso obliga a Junts a mover ficha. Se desconoce quién será su sustituto –la periodista Pilar Calvo es la que tiene un tirón más mediático—, pero ningún sondeo da a esta formación como favorita, no ya en Barcelona, sino en otros municipios del cinturón rojo. De ahí que altos cargos, sobre todo del Govern, apuesten por la sociovergencia como estrategia de pactos. La futura presidenta de JxCat, Laura Borràs, ha anunciado que quiere someter al parecer de la militancia el pacto actual en la Diputación de Barcelona y en la Generalitat.
Medida desesperada
Una medida desesperada que supone el primer enfrentamiento con Jordi Turull, virtual secretario general, consciente de que los neoconvergentes no están en condiciones de hacer muchas exigencias. ERC busca a los comunes para gobernar en Barcelona, pero a JxCat no lo busca nadie. Ni siquiera el PDECat, que mantiene su marca y sus distancias con el partido hasta ahora liderado por Carles Puigdemont. El lunes precisamente tiene lugar el juicio por la demanda de PDECat contra JxCat por apropiación de las siglas electorales.
ERC controla ahora las delegaciones del Govern, así como las competencias de Interior, Educación y Sostenibilidad (inmersa esta en Agricultura), que antes estaban en manos de Junts per Catalunya, “y que les permitían estar en contacto con el territorio catalán. Además, el partido tiene una estructura muy jerárquica, la mayoría de sus dirigentes cierran filas. Parten con ventaja en ese sentido”, explica un dirigente catalanista.
Y mientras el espacio posconvergente sigue a la greña –lo que incluye la irrupción de Centrem, liderado por Àngels Chacón—, los socialistas acaban de recibir un balón de oxígenos en L’Hospitalet de Llobregat. La fiscalía pide el archivo de la causa judicial para Nuria Marín, imputada por supuestas irregularidades en la gestión del Consell Esportiu. La actual alcaldesa ha aguantado bien las embestidas de los comunes, que ejercen la acusación particular. Y es que la estrategia municipal de En Comú Podem es especialmente errática.
El cóctel de siglas de los comunes
Su líder, Ada Colau, que acaba de anunciar que optará a un tercer mandato, gobierna con el PSC en Barcelona y ahora ha estrechado lazos con los republicanos –aprobación mutua de los presupuestos de la Generalitat y el ayuntamiento a modo de intercambio de cromos—, mientras que en otros municipios, la entente con los socialistas es frecuente. No así en ciudades donde se presentan en confluencia con la CUP. Y es que el cóctel de siglas de los comunes en las elecciones municipales es de lo más confuso.
En Badalona no hay duda de que Rubén Guijarro, alcalde desde noviembre de 2021 tras una moción de censura contra Xavier García Albiol, será el candidato en 2023. Igualmente claro es, para el PSC, que no será fácil derrotar al popular.
Tarragona y Lleida
Especialmente interesantes son los casos de Tarragona y Lleida, donde es difícil que el PSC recupere las mayorías que un día le hicieron fuerte en estas capitales de provincia. El excandidato de Ciudadanos Rubén Viñuales será el cabeza de lista del PSC por Tarragona, en sustitución del histórico Josep Félix Ballesteros, desbancado en 2019 de la alcaldía a pesar de haber ganado los comicios por un acuerdo entre ERC y los comunes, que ha permitido al republicano Pau Ricomà gobernar estos cuatro años.
Esquerra resiste en Lleida, donde su alcaldable, Miquel Pueyo, repite como candidato tras una etapa muy convulsa en la que no superó una cuestión de confianza, pero sí el intento de moción de censura de los socialistas. De nuevo, los republicanos confían en los comunes para resistir otro mandato. El caso de Lleida se une al de otras poblaciones como Vila-seca o Setcases, donde el PSC ha protagonizado asaltos, vía moción de censura y con una geometría variable de pactos. Que es precisamente la que pretende mantener en 2023.
En Girona, otrora controlada por los socialistas, Junts per Catalunya tiene a una de sus principales dirigentes territoriales, la alcaldesa Marta Madrenas, la gran apuesta de Carles Puigdemont hasta que irrumpió Gemma Geis y se impuso en las primarias para elegir candidata por esta demarcación en las autonómicas de 2021. El partido se halla en pleno proceso de refundación, lo que podría implicar cambios en sus principales carteles electorales.