La pequeña Ucrania más urbana se moviliza en Tàrrega (Lleida). Si Guissona se ha convertido en el último mes en el epicentro eslavo de Cataluña, la capital del Urgell destaca con un modelo pionero e integral de acogida de refugiados ucranianos que, incluso, supera la eficiencia de las principales Administraciones autonómica y estatal.
Todo comenzó, como explica Alba Pijuan Vallverdú, alcaldesa de Tàrrega, con la llegada del primer refugiado el 28 de febrero, tan solo cuatro días después de que comenzara la invasión rusa de Ucrania. Esto sentó un precedente que movilizó a gran parte de la amplia comunidad eslava en la ciudad ilerdense. Mientras la Generalitat y el Gobierno seguían trabajando en su plan de actuación, la sociedad civil y política del municipio se unió para dar respuesta en todos los ámbitos a todas aquellas personas que aterrizaban huyendo de las bombas.
Rápida actuación
“Nosotros tenemos a esta gente aquí en Tàrrega y les tenemos que dar una solución ahora, de inmediato, no podemos esperar a que nos lleguen directrices o normativas oficiales”, remarca Pijuan. La edil se ha convertido en un ejemplo de acogida, validado por una amplia mayoría de sus conciudadanos, y que demuestra, en sus palabras, que “la primera puerta de entrada” son los consistorios.
Mientras el Govern no acaba de engranar sus propuestas para integrar a los refugiados y el Ministerio del Interior habilita solo comisarías en las capitales provinciales para tramitar los permisos de trabajo y residencia de estas personas, Tàrrega se ha puesto manos a la obra. “Pedimos al subdelegado del Gobierno de Lleida si podría venir un equipo de la Policía Nacional aquí para realizar estas gestiones, porque somos mucha gente, pero por circunstancias de programa no pueden salir de la comisaría”, explica la alcaldesa. Esto no desalentó al consistorio que, en vez de dejar a su suerte a estas personas que huyen de una guerra, dispuso varios autobuses gratuitos para trasladar a todos aquellos refugiados para formalizar los documentos en la urbe de poniente.
Trámites y escolarización
“Estos autobuses son de máximo 24 personas, porque cada trámite se tarda en hacer media hora y en una hora atienden máximo a seis personas, por lo que deben estar allí cuatro horas”, apunta Pijuan. El criterio a seguir para hacer estas gestiones es por orden de empadronamiento. Por ello, desde el ayuntamiento piden a todas las personas que terminan en Tàrrega un registro para “controlar cuántas llegan” y poder ayudarlas de forma individualizada.
Esto ha ido unido a la escolarización de muchos niños venidos de Ucrania. La mayoría son mujeres y menores, por lo que a través de la Oficina Municipal de Escolarización se ha ubicado a 19 infantes, de los casi 50 llegados a Tàrrega. “En las escuelas se les intenta colocar en algún grupo de su edad donde haya algún niño que tenga origen ucraniano para que les ayude en esta acogida”, recalca la alcaldesa, que ha liderado esta inclusión frente a la lentitud de otras Administraciones superiores. Pero, además, al no conocer ninguno de los dos idiomas oficiales, catalán y castellano, se ha lanzado el programa de Voluntarios lingüísticos.
Voluntarios lingüísticos
Otra de las fórmulas pioneras dentro de este plan integral es el listado de Voluntarios lingüísticos. Es decir, el consistorio, junto a los dos pediatras ucranianos del CAP que contactaron con ellos para pedir ayuda, se acercó a la comunidad eslava y consensuó registrar un equipo de traductores. Estos quedan registrados en la base de datos para situaciones como ir a comisaría a tramitar permisos o en reuniones en las escuelas. Estos cuentan con unas horas en las que están disponibles para facilitar la comunicación, dado que los refugiados llegan, como es lógico, sin conocer prácticamente las lenguas de Cataluña.
Anastasia Oliynyk, a pesar de no ser una de los 14 voluntarios lingüísticos inscritos, presta toda su ayuda a las personas que llegan a la ciudad. “Ayudo todo lo que puedo, todo se mueve a través de las redes, y entonces sabemos si necesitan vivienda, transporte, información, traducción…”, explica. De hecho, agradece mucho a la empresa en la que trabaja, Grupo Consist, que le ha permitido salir las horas que sean necesarias durante su jornada laboral para hacer de puente entre catalán o castellano con el ucraniano, además de haber habilitado un piso para siete personas en Agramunt (Lleida).
Tàrrega y la diversidad cultural
El lazo final a este modelo de integración se recoge con las aulas de acogida en los colegios. Oliynyk narra cómo los niños tienen 10 horas de refuerzo semanales de castellano y catalán, aparte de los cursos de tres horas cada tarde que ofrece la Cruz Roja tanto de Tàrrega como en Agramunt en forma de juego, lo que facilita el aprendizaje. “Me llena enormemente el corazón la ayuda que nos han dado todos aquí”, remarca con gran dicha la representante de la comunidad eslava en el Urgell.
Esto es algo que se traduce en la implicación que los ciudadanos puedan tener o no con Ucrania. Tàrrega es una de las ciudades con más ucranianos de Cataluña, que implica ser la tercera diáspora tras la marroquí y la rumana. “Tenemos una gran diversidad cultural, eso nos enriquece y siempre se ha vivido de forma positiva, desde pequeños”, señala Pijuan.
“Estoy satisfecha de la forma que se convive en la ciudad porque tenemos esa voluntad siempre de ayudar y creo que eso no lo tenemos que perder nunca”, sentencia la alcaldesa de la capital urgelense. Esta pequeña urbe de la depresión central catalana ha tomado la delantera a las grandes metrópolis que se lisonjean ellas mismas como “ciudades refugio”, mientras Tàrrega toma medidas concretas.