La cuenta atrás para las elecciones municipales recrudece las hostilidades entre ERC y Junts per Catalunya (JxCat), socios de Govern mal avenidos que afrontan esa nueva cita electoral en situaciones muy diferentes. Los republicanos disponen ahora de un aparato gubernamental que antes controlaban los neoconvergentes y que ahora les permite controlar el territorio, unido a una estructura muy piramidal. Por el contrario, la lucha interna de liderazgos de JxCat impide cerrar filas a sus miembros, hasta el punto de que algunos cargos locales han sugerido aplazar el congreso que tiene previsto celebrar el partido hasta después de las elecciones municipales de 2023 para evitar un cisma en público.

ERC controla ahora las delegaciones del Govern, así como las competencias de Interior, Educación y Sostenibilidad (inmersa ésta en Agricultura), que antes estaban en manos de Junts per Catalunya, “y que les permitían estar en contacto con el territorio catalán. Además, el partido tiene una estructura muy jerárquica, la mayoría de sus dirigentes cierran filas. Parten con ventaja en ese sentido”, explican fuentes soberanistas. De nuevo, las municipales se jugarán en el área metropolitana de Barcelona, donde ERC tiene menos peso.

Operación Rufián

Que el actual portavoz republicano en el Congreso, Gabriel Rufián, pueda ser alcaldable por Santa Coloma de Gramenet para intentar romper la mayoría absoluta del PSC es un ejemplo de esa ofensiva, mientras que en Barcelona los republicanos cuentan con la alianza de los comunes. De hecho, tal como publicó Crónica Global, el partido de Ada Colau está entregado a ese acuerdo, sin una estrategia que vaya más allá de la gran metrópoli. El mismo Rufián acaba de tensar la cuerda, y de qué manera, con JxCat con sus críticas a la trama rusa de Carles Puigdemont.

De hecho, el gran objetivo de Esquerra es avanzar posiciones en la Diputación de Barcelona, organización supramunicipal donde se maneja dinero e influencia en el territorio. Actualmente, esa entidad está gobernada por PSC y PDECat. Pero tras el cisma del espacio convergente, JxCat no ha logrado el trasvase de alcaldes que preveía. Los ediles del PDECat se dividen entre quienes mantienen su marca, los que han cerrado pactos con formaciones independientes y quienes se han acercado a Centrem, la formación liderada por Àngels Chacón, fruto de la confluencia de varias corrientes herederas de la antigua CDC. Un espacio catalanista y de centro que se estrenará electoralmente en las elecciones municipales.

Debut de Centrem

Ese debut es arriesgado, pues en los comicios locales se necesita un 5% de los votos para tener representación, lo cual, unido a la pérdida de influencia del procesismo, ha obligado a JxCat a reposicionarse. Su alcaldable por Barcelona, Elsa Artadi, ha dejado la portavocía del partido para preparar su candidatura. Cada vez más alejada de Puigdemont --ajeno a los problemas domésticos de Junts y entregado a su Consejo para la República--, y sabedora de que un pacto con el PSC es la opción preferida del empresariado catalán, parece haber enterrado el hacha de guerra con Jordi Sànchez, secretario general de la formación, con quien se enfrentó muy duramente durante las negociaciones para formar gobierno con ERC.

Laura Borràs (c), presidenta del Parlamento catalán, ante la sede del TSJC / EP



Sànchez, cuyas recientes declaraciones apuntan a un “pasar página de la confrontación”, no tendrá fácil pacificar un partido donde el tándem formado por los duros Laura Borràs y Jordi Turull tiene mucho ascendente entre las bases de JxCat.

En este estado de lucha interna afrontan los neoconvergentes las municipales. Según ha podido saber este medio, cargos locales han sugerido que se aplace el congreso de Junts hasta después de las elecciones para evitar que se visualice la ruptura interna. Pero fuentes de esta formación aseguran que el congreso se celebrará antes de que finalice 2022 porque “han trancurrido dos años desde el anterior”. Y aunque admiten esas turbulencias intestinas, propias de los procesos electorales, ponen como ejemplo las amplias mayorías con las que se aprueban los acuerdos en los consejos nacionales de Junts, un 90%.