Las movilizaciones vecinales en el barrio del Baix Guinardó de Barcelona para pedir la reubicación del albergue para medio centenar de toxicómanos que el ayuntamiento y la Generalitat abrirán en marzo en el Hotel Aristol, a apenas diez metros de la escuela de infantil y primaria Mas Casanovas, continúan. Este domingo, en su vertiente más familiar y lúdica, con la celebración de un Carnaval a las puertas de este colegio público considerado, además, de Alta Complejidad.
Unas 200 personas han participado en la concentración, que ha contado con actividades de entretenimento infantil como por ejemplo pintura, música, disfraces, chocolatada, batukada y una actuación de magia que han hecho las delicias de los más pequeños. Un evento de carácter festivo, pero también con un trasfondo reivindicativo, pues con este acto sus organizadores --vecinos y familiares de alumnos de la escuela— pretendían recordarle a las autoridades que la ubicación elegida para el narcoalbergue no es adecuada y que, inevitablemente, su presencia interferirá en el día a día de los menores, dada su extrema proximidad.
"Disfrutar de la calle"
“Los niños tienen derecho a disfrutar de la calle con seguridad. Con la apertura del albergue, este espacio ya no lo podrán utilizar”, recordaba el propio cartel de la convocatoria. La residencia para toxicómanos, con salas de venopunción y consumo en su interior, se trasladará en los próximos días desde su actual sede provisional en el albergue de la Fundación Pere Tarrés, en el barrio de Les Corts --donde abrió sus puertas en abril de 2020-- al Hotel Aristol. Un lugar que los responsables de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) han aceptado tras haber dejado en manos de la entidad que gestiona el centro, Associació Benestar y Desenvolupament (ABD), la elección y contratación del nuevo edificio.
La decisión ha generado malestar, preocupación y numerosas protestas en el Baix Guinardó desde que trascendió, de forma extraoficial poco antes de Navidad, el emplazamiento elegido. Así, por ejemplo, desde hace un mes, vecinos y familiares de esta escuela y otras cercanas cortan cada martes y jueves el tráfico durante una hora en la Ronda del Guinardó --a la altura de la calle Cartagena en el primer caso, y de Padilla, en el segundo— para pedir la reubicación del centro con lemas y pancartas como “drogas lejos de las escuelas”.
Los detractores de que el equipamiento se instale tan cerca de un colegio temen que, una vez abra sus puertas, se repitan en la zona situaciones de inseguridad como las ocurridas en Les Corts, donde algunos vecinos aseguran haber presenciado consumo y venta de drogas en los alrededores del albergue y también jeringuillas y otros residuos orgánicos tirados en la calzada. Problemas que, de hecho, se trataron en el Pleno municipal del distrito de Les Corts del pasado 5 de octubre, donde se aprobó aumentar la limpieza, la seguridad y la presencia policial en la zona. Medidas que, ahora, los responsables municipales planean aplicar también en el Baix Guinardó, y otras como por ejemplo retirar bancos para evitar las pernoctaciones en los alrededores de otros toxicómanos atraídos por el efecto llamada sin plaza en el centro.
Quejas por la ubicación
Los vecinos y familiares de alumnos han dejado claro en sus manifestaciones de los últimos dos meses –alguna de ellas, frente al Distrito de Horta-Guinardó-- que su protesta no es contra el equipamiento en sí ni sus usuarios, sino por la ubicación elegida. Así, por ejemplo, señalan que la escuela está en una calle estrecha y de reducidas dimensiones, y que las puertas del Hotel Aristol dan directamente a la calle, en plena zona de paso escolar. Con lo cual, los menores tendrán que compartir su espacio público y de esparcimiento con toxicómanos a las puertas del colegio, en otros lugares como el parque de al lado al cual van a jugar, en sus trayectos de ida a vuelta a casa y en cualquier otro que hagan por el barrio. Por todo ello, consideran que las administraciones públicas implicadas en el asunto parecen haberse olvidado de los derechos de un colectivo vulnerable como es la infancia.
Asimismo, apuntan que los residentes del albergue también saldrán perdiendo con el cambio, pues la nueva sede es más pequeña que la provisional de Les Corts –el Hotel Aristol tendrá 22 habitaciones para unas 50 personas-- y carece de sus amplios espacios exteriores.