La reconstrucción económica postpandémica pasará por la reconversión de los sectores de la automoción y el agroalimentario en Cataluña. En una entrevista con Crónica Global, el secretario general de Empresa y Competitividad de la Generalitat, Albert Castellanos (Barcelona, 1978), considera que la colaboración público-privada es “un modelo de éxito” fundamental pues “aunque fuéramos los mejores gestores, debemos concertar. En una economía cambiante, es difícil conocer la necesidades de las empresas”. Pone como ejemplo la política de clústers, coincidiendo con la VI Nit del Gourmet Català, que ha permitido al Govern expresar la importancia de la gastronomía catalana.
--Pregunta: ¿Qué importancia tiene el sector gastronómico en la economía catalana?
--Respuesta: Es un sector estratégico, tractor de la economía. La industria agroalimentaria es uno de los principales sectores. Genera 40.000 millones de euros al año y 164.000 puestos de trabajo. Pero más allá del impacto económico, más allá de las cifras, proporciona a Cataluña una marca gastronómica que debemos aprovechar. Es un sector muy presionado por los bajos precios que podemos prestigiar por la calidad de los productos. Queremos cuidarlo y, por eso, el presidente de la Generalitat asistió la semana pasada a la VI Nit del Gourmet Català, un clúster que agrupa a todos los productos Premium, de calidad. Como dijo el presidente, la gastronomía es nuestro escaparate ante el mundo.
--Contribuye, por tanto, al equilibrio territorial en la Cataluña despoblada.
--Cuando visitas los estands ves que hay productos que representan a toda Cataluña. Lleida, Ebre, Girona… Eso es equilibrio territorial, equidad. Dar oportunidad a todos el conjunto del país.
--¿Qué iniciativas está llevando a cabo el Govern para potenciar ese sector?
--A través de ACCIÓ (Agencia para la Competitividad de la Empresa dependiente de la Consejería de Empresa) favorecemos el fomento de clústers. En el ámbito agroalimentario, hay cinco. El del sector Gourmet agrupa a productores que apuestan por la calidad. Nosotros facilitamos su internacionalización y su reorientación estratégica. Muchos productores no eran conscientes de esa calidad. Nosotros buscamos canales de comercialización, técnicas de branding para vender al alza. Un ejemplo lo tenemos en Catalan Wines, un proyecto que comenzó hace diez años con bodegas pequeñas que no podían permitirse disponer de departamentos propios para realizar esa promoción. Se trata de una estrategia vertical en la que la Generalitat les ayuda entrar en los mercados, a abrir nuevos catalanes.
--¿Qué tiene Francia o Italia que no tenga Cataluña, donde efectivamente hay talento y buenos productos? ¿Se venden mejor?
--Tenemos una capacidad muy grande, pero no hemos explotado la calidad de nuestros productos agroalimentarios. El vino y el cava son un ejemplo claro. Francia e Italia venden sus marcas. Nos falta una cierta penetración en los mercados internacionales.. No hemos hecho políticas cooperativas. Se trata de un mercado con empresas pequeñas y ha faltado concentrar esfuerzos. Es una asignatura pendiente. Tenemos cavas equiparables al champán o mejores, pero ellos tienen canales de comercialización. Eso debe servir de toque de atención.
--El Govern ha anunciado una nueva ley de turismo. ¿Cuáles serán los ejes principales?
--Antes de la pandemia llegaban a Cataluña 19 millones de turistas al año, en 2020 llegaron 3,8 millones. El Covid nos ha dado la oportunidad de ver cuáles son los destinos más resilientes, los que tienen más valor. Una de las consecuencias es que no podemos depender del turismo estacional. La ley apuesta por fomentar un sector no estacionalizado, con ofertas más ricas, no solo de costa. Barcelona, la Costa Brava o la Costa Dorada son atractivas, pero deben servir de aparadores del turismo interior. De hecho, es el que mejor ha aguantado durante esta crisis. Vuelvo al sector vitivinícola, que deberíamos potenciar. La ley se marca como reto estructurar un sistema basado en la calidad, en conectar todos los destinos, en favorecer un marketing integrado. Favorecer el turismo en zonas no masificadas que, al mismo tiempo, muestran una realidad del país más amplia.
--¿Cree que algunos partidos han demonizado el turismo al identificarlo solo con el low cost?
--Cometemos un error haciendo esa lectura. No debemos demonizar el turismo. El turismo son congresistas, son estudiantes de master, son las personas que optan por trabajar en Barcelona online porque lo consideran un entorno agradable. No solo es una fuente de ingresos por motivos vacacionales. Hay que cambiar el enfoque, no centrarse en los aspectos negativos. Barcelona es el lugar donde se percibe más capacidad de tracción. Hay cierta masificación, pero hay que ser conscientes de lo que aporta en positivo.
--¿Se pueden nutrir esos sectores de los Next Generation? Por cierto, los empresarios lamentan los retrasos en su implementación.
--Tenemos que dar la razón a los empresarios. La ejecución tiene ciertos retrasos. El anuncio hecho en julio de 2020 levantó muchas expectativas y se esperaba que en 2021 ya se hubieran ejecutado esas ayudas. De los 24.000 millones que contemplaban los presupuestos generales del Estado, se ha ejecutado una parte muy pequeña. Hay un desajuste entre aquellas expectativas y los ejecutado. En turismo, acudimos a esas ayudas con un plan de sostenibilidad. Y tras el PERTE (Proyectos estratégicos para la recuperación y transformación) en automoción, ahora pasamos al del sector agroalimentario, muy importante en Cataluña.
--Las empresas insisten en potenciar la colaboración público-privada. ¿Qué piensa su Consejería al respecto?
--La colaboración es una práctica habitual, debe serlo en la parte pública. En un mundo donde la economía es tan cambiante, es difícil acertar con las políticas adecuadas. El diálogo y la concertación son necesarias. Nuestra apuesta por los clústers se basa en que no es el Gobierno quien decide, sino que da las facilidades para que los sectores económicos expliquen sus necesidades. Es un modelo de colaboración público-privada de éxito desde hace 25 años. Es necesario concertar las políticas económicas. Aunque seamos los mejores gestores, acertar en las políticas requiere diálogo y concertación, porque conocer esas necesidades, no es fácil.
--¿En qué fase está en nuevo Plan Nacional de Industria? El anterior que gestionó Junts per Catalunya tuvo un nivel de ejecución muy bajo.
--No estoy de acuerdo con en eso. El 91% se ejecutó. Pero es verdad que el enfoque que se le dio al anterior Plan era más transversal, recogía la acción del Govern, no tenía un valor adicional. El Plan de Industria para 2022-2025 es menos ambicioso en cuanto a su alcance, pero incluye políticas con valor añadido. No es una mera declaración de intenciones y, muestra de ello, es que hemos puesto en marcha acciones de carácter urgente.
--¿Cuáles son?
--Son tres. Por un lado, la dotación de un fondo de reindustrialización de 20 millones de euros que incluye ayudas para la digitalización de los negocios. También hemos impulsado un código de buenas prácticas en los procesos de reindustrialización. Y también la creación de una Oficina de transformación de la automoción y la movilidad, un sector que para Cataluña es principal junto al agroalimentario. Pasar del modelo de combustión a una movilidad conectada y verde es un gran cambio. El consejero (de Empresa) Roger Torrent equiparó esa transformación con lo que supuso Henry Ford para la automoción. Ese cambio afecta también a los proveedores, debe ser abordada por toda la cadena de valor. El acompañamiento del Govern, en ese sentido, es muy importante.
--Sobre el futuro de las tres plantas de Nissan ¿hay avances? ¿Cuándo se anunciarán oficialmente los proyectos?
--Lo tenemos bien encarado. Nos ocupa más que nos preocupa. Hay ofertas atractivas, capaces de cubrir el empleo que ofrecía Nissan (cobran peso el fabricante de coches chino GWN, el fabricante catalán de motocicletas eléctricas Silence y el hub de electromovilidad liderado por la catalana QEV Technologies--. Los esfuerzos se centrarán en tener suficiente capacidad de producción para generar empleo, pero bajo un principio de sostenibilidad. No nos interesa una empresa que ofrezca mucha ocupación, pero desligada del tejido productivo local. Debe tener en cuenta a los proveedores que tenía Nissan. Si se trata de una multinacional extranjera, debe dar apoyo a la industria local. Lo ocurrido en Nissan nos recuerda que las multinacionales son importantes, pero si no se crea tejido local, estaremos a merced de una matriz que no responde a los intereses de país. En necesario combinar el pragmatismo de Nissan con la idea de sostenibilidad.