La Cerdanya, comarca del Pirineo catalán conocida por ser el lugar de descanso preferido de la burguesía catalana, cuadruplica su población en verano, pero eso no se ha traducido en un incremento de los efectivos policiales. Los episodios de delincuencia y el vandalismo aumentan, mientras los efectivos de las policía locales y de los Mossos d’Esquadra se encuentran bajo mínimos. Tanto la Consejería de Interior como los ayuntamientos de la zona son conscientes de un problema que se arrastra desde hace años.
Una reciente pelea por un asunto de drogas y prostitución en Puigcerdà volvió a encender las alarmas: solo un policía municipal cubría el turno de noche cuando se produjo el suceso.
"Casos puntuales"
Pere Valiente, primer teniente de alcalde de Puigcerdà y concejal de Movilidad y Seguridad, asegura a Crónica Global que los últimos sucesos ocurridos en su municipio “son casos puntuales” que coinciden con cinco bajas en la plantilla de la Policía Local integrada por 11 personas. “Buscamos la fórmula de ampliar los efectivos mediante una bolsa de interinos o la colaboración de agentes de otros municipios. No es fácil porque la ley limita el gasto en contratación”, explica el edil.
El suceso más grave y más reciente tuvo lugar en la primera semana de agosto a consecuencia de una pelea por un tema de drogas y prostitución. El asunto no llegó a mayores, pues solo hubo amenazas verbales, pero se activaron todas las alarmas, ya que los hechos venían precedidos del apuñalamiento de un ciudadano de origen marroquí en pleno centro de la ciudad el año pasado. Cuando se produjo la citada pelea, el turno de noche solo estaba cubierto por un policía local. Acudieron tres coches patrulla de los Mossos, un furgón antidisturbios y una ambulancia.
Situación precaria
“Un nuevo episodio de disturbios, peleas, amenazas y agresiones entre colectivos que, de manera reiterada, arreglan sus diferencias de esta forma. Unos sucesos que cada vez son más peligrosos y con graves consecuencias para los vecinos y vecinas que los sufrimos”, denunciaba el concejal de ERC en el Ayuntamiento de Puigcerdà, Manel Serra. El republicano afirma a este medio que "venimos denunciando esta situación desde hace años, pero el alcalde (Albert Piñeira, de PDECat) no ha hecho nada. Asegura que los índices de delincuencia son muy bajos, pero lo cierto es que han ido aumentado. Y no se trata de un problema de incremento de población en verano. Faltan efectivos".
Fuentes de la policía de Puigcerdà denuncian a este medio la situación precaria en la que se encuentran desde hace años y que se acentúa en verano, cuando se duplica la población. Esta semana han comenzado a patrullar dos agentes por la noche. “Hay días en que no damos abasto y registramos 30 llamadas perdidas derivadas al número de emergencias 112”, afirman.
Recuerdan que, hace dos veranos, se suspendió el turno de noche, lo que le valieron duras críticas al alcalde de Puigcerdà.
Buena coordinación entre Mossos y policía local
“Que ahora patrullen dos personas es todavía insuficiente. Trabajamos de forma conjunta con Mossos d’Esquadra, hay una excelente colaboración. Pero ellos también están desbordados. Tienen que cubrir toda la Cerdanya”, añaden esas fuentes. El concejal Pere Valiente también destaca la buena coordinación entre los dos cuerpos de seguridad, pero lamenta que todavía no se hayan incrementado el número de agentes de la policía autonómica.
El pasado marzo, el entonces consejero de Interior, Miquel Sàmper, admitió que la Cerdanya sufre un déficit de efectivos y se comprometió a ampliar la plantilla. Su idea era destinar 750 agentes a las comarcas gerundenses, aunque no detalló el número de personas que se destinaría a La Cerdanya.
Problema que se arrastra desde hace años
La situación en estas idílicas localidades del Pirineo catalán ha generado un intenso debate entre quienes rechazan más presencia policial y apuestan por aumentar el número de cámaras de seguridad instaladas en la ciudad --algunas no funcionan-- y quienes exigen más efectivos, como se ha hecho en otras localidades turísticas como Sitges (Barcelona). “Puigcerdà y toda la comarca tienen desde hace demasiado tiempo problemas de seguridad, entre otras cosas por lo peculiar del aumento demográfico que soporta la misma de forma puntual durante al menos ocho meses más los fines de semana. El tema es que ni gobierno ni oposición se han puesto seriamente a buscar soluciones al tema, es más, en ocasiones hasta se ha llegado a prescindir o suprimir servicios de forma parcial por falta de personal”, escribía ya en 2017 Juan Amaro, cronista local, en su blog Así te veo Puigcerdà.
Y es que esta comarca de Girona, conocida por ser el lugar de veraneo preferido de la burguesía catalana, cuadruplica su población durante los meses estivales. Puigcerdà, Llívia o Alp registran un importante incremento de visitantes --franceses y barceloneses, especialmente durante los fines de semana--, lo que se traduce en más delincuencia, como robos con tirón y atracos a comercios. Y también en más incivismo. El lago de Puigcerdà, icono de la ciudad, registra grafitis y destrucción de mobiliario. Días atrás, varios coches estacionados en el parking municipal aparecieron con los cristales rotos y los neumáticos reventados. Asimismo, varios contenedores fueron quemados. Los botellones, aseguran vecinos de este municipio, son frecuentes.