Laura Borràs llega al ecuador de la campaña electoral en la misma situación que se encontraba en su inicio: eclipsada por el cuerpo a cuerpo entre Salvador Illa y Pere Aragonès. Y no solamente porque, en las encuestas de intención de voto, Junts per Catalunya (JxCat) no logra remontar y se mantiene en un tercer puesto. La candidata neoconvergente no lidera la estrategia de pactos que, en las últimas horas, se han subrayado. Su imputación por fragmentar contratos comienza a pasarle factura a nivel político y mediático, pues el victimismo identitario que alega ya no convence ni a sus hipotéticos aliados.

Que la campaña iba de PSC o ERC es algo que los sondeos de intención de voto han validado desde hace semanas. El revulsivo de Illa como nuevo cabeza de lista de los socialistas, por un lado, así como esa vía ancha independentista que promueven los republicanos, menos frontista y más posibilista, han convertido estas elecciones en un duelo por la victoria. Y, de hecho, desde que comenzó la campaña, ambos rivales se han hablado de tú a tú, dejando fuera de juego a JxCat. Carles Puigdemont, como se sabe, anunció que sería cabeza de lista simbólico para “ayudar” a Borràs. Pero ello no le ha supuesto un balón de oxígeno para la candidata, quien se ha quedado sin margen de maniobra para decidir/proponer pactos postelectorales.

¿Independencia o tripartito de izquierdas?

Conscientes de que ninguna formación logrará la mayoría absoluta el 14F, dada la fragmentación de opciones existente, Illa y Aragonès expresan a regañadientes sus preferencias. El socialista apuesta por un gobierno con los comunes y se resiste a abordar la posibilidad de que ese pacto se haga extensivo a Esquerra para reeditar así un triparto de izquierdas. Asegura que en su Ejecutivo no habrá ningún independentista, aunque tampoco aclara el PSC qué ocurriría si ERC aceptara aplazar sus exigencias secesionistas.

 

ERC dice que Junts quiere pactar referéndum pese a la "retórica" de la DUI / EP

Por su parte, Aragonès tampoco quiere convertir el Palau de Generalitat “en un despacho de la Moncloa”. Reeditaría, dice, un gobierno independentista con JxCat. Sobre todo, explican fuentes soberanistas, si la diferencia de escaños fuera muy ajustada entre ambas formaciones. Pero ahora es ERC la que marca el paso, no Puigdemont, como ha ocurrido en los últimos años. Esa hipotética entente secesionista no impide que Oriol Junqueras, que cumple prisión por la organización del 1-O, haya asegurado que si Borràs militara en ERC, tendría que haber renunciado a ser candidata por su causa judicial.

Ayer, la neoconvergente se vengaba asegurando que Junqueras estaba condenado por corrupción, en referencia a la malversación imputada al líder de ERC. Un golpe bajo que se une a otras fake news de JxCat. Como la lanzada por Borràs en el arranque de campaña, cuando aseguró que Illa condicionaba las vacunas a su victoria electoral.

El veto de la CUP

Por su parte, la cabeza de lista de la CUP, Dolors Sabater vetó a Junts como posible aliado, precisamente por la imputación de Borràs. El partido antisistema se desdijo después. Pero los problemas judiciales de la independentista comienzan a pasarle factura. Su tensa entrevista con El País demostró hasta qué punto la exconsejera de Cultura se siente acorralada y se tensa ante determinadas preguntas. Incluidas las que no tienen que ver con su causa. Una cuestión tan candente como es el modelo fiscal afloró las contradicciones existentes en la formación heredera de CDC, donde Joan Canadell propuso eliminar el impuesto de sociedades y Jordi Sànchez, lo contrario. De ahí el retraso en la presentación de un programa electoral, que tampoco aclara esos términos y arremete contra las empresas del Ibex. Porque también en el terreno económico está rompiendo puentes JxCat.

El candidato de Esquerra también embarcaría a En Comú Podem en ese gobierno transversal. Pero Jèssica Albiach, presidenciable de los comunes, no quiere saber nada de JxCat y sus corruptelas, y ha explicitado en varias ocasiones sus preferencias por un tripartito progresista en el que su formación no actúe de mera bisagra.