Salvador Illa deja este martes el cargo de ministro de Sanidad para volcarse en una campaña electoral del 14F en la que parte como protagonista absoluto. Así lo han querido el resto de formaciones políticas, que lo han colocado en el centro de sus críticas.
Y aunque los sondeos de intención de voto son muy favorables para el dirigente del PSC, la operación es audaz y somete a Illa a un triple reto: ganar en las urnas, defender su gestión como ministro durante la pandemia y demostrar que es el nuevo líder del PSC. Con permiso de Miquel Iceta.
Dicho de otra manera, y para utilizar el vocabulario independentista, los comicios catalanes suponen un triple plebiscito para el exalcalde de La Roca del Vallès (Barcelona) y secretario de Organización del PSC.
Altas expectativas
Por un lado, las expectativas que ha levantado el político son muy altas, pues los sondeos de intención de voto sitúan al PSC como formación ganadora o en segunda posición desde que se confirmó que relevaría a Miquel Iceta al frente de la candidatura. El llamado efecto Illa estaría llamado a aglutinar el voto útil contra el independentismo. Y aunque las cosas pueden cambiar de aquí al 14 de febrero --el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) mantiene, de momento, esa fecha en respuesta a los recursos presentados contra la suspensión de los comicios decretada por el Govern--, lo cierto es que ese cambio de candidato ha supuesto un revulsivo para el partido que, lejos de resignarse a aumentar su número de escaños, sale a ganar.
Su compañero de filas José Montilla también pasó de ser ministro (en su caso de Industria) a presidente de la Generalitat en 2006 gracias a un tripartito de izquierdas que, según esos sondeos de intención de voto, podría volver a sumar (ERC, PSC y los comunes).
Ruptura de bloques
Illa, considerado como una especie de señor Lobo que todo lo resuelve dentro del PSC, tiene experiencia como muñidor de pactos --gestionó el acuerdo entre los socialistas y Junts per Catalunya en la Diputación de Barcelona-- aunque, de momento, ninguno de los tres partidos se atreve a hablar abiertamente de esa hipotética alianza. Es más, la rechazan públicamente.
Aunque los socialistas siempre han asegurado que superar el procés pasa por la ruptura de bloques --el independentista y el constitucionalista-- y han propiciado el deshielo con ERC mediante su apoyo a la investidura y los presupuestos de Pedro Sánchez.
La gestión de la pandemia
Por otro lado, las elecciones pondrán la lupa, una y otra vez, sobre la gestión de Illa como ministro de Sanidad. ¿Es el ministro de las vacunas o el de las muertes por coronavirus? Desde que decidió dar el paso electoral, sus rivales políticos le han echado en cara que, a las puertas de una tercera ola, abandone el ministerio para hacer campaña.
Con su voto, el electorado refrendará o condenará su labor al frente de una pandemia sin precedentes. Illa se incorporó a un ministerio sin apenas competencias, ya que la mayoría de estas están transferidas, para tener que asumir después el mando de la mayor crisis sanitaria conocida en el mundo, con la atención mediática que ello conlleva.
Pugna con Iceta
En tercer lugar, el candidato se juega el liderazgo dentro del partido, que no es ajeno a la pugna, desde luego nada estridente, existente entre Illa e Iceta. El primer secretario del PSC era reacio a que el hoy presidenciable fuera secretario de Organización. Asimismo, Sánchez siempre apostó por Illa como candidato en esa eterna rivalidad entre el sector más soberanista del partido, el que representa Iceta, y el más autonomista, encarnado por Eva Granados y el propio Illa.
La transición, en este sentido, no puede ser más suave. El cabeza de lista ya ha dado muestras de complicidad con el electorado socialista que un día transfirió su voto a Ciudadanos, en varios discursos bilingües. Mantiene Illa que Cataluña es una nación y que, durante el procés, todas las partes intervinientes cometieron errores. Un posicionamiento que puede chirriar a determinados sectores socialistas, pero sin romper puentes con un catalanismo del que el PSC quiere seguir siendo referente.