La élite independentista que gobierna Cataluña desde hace una década insiste en compararse con los protagonistas de algunas de las causas y reivindicaciones más destacadas de la historia. Si en su día algunos de los dirigentes de la Generalitat y su entorno se atrevieron a equipararse con Gandhi, Nelson Mandela o Rosa Parks a raíz del referéndum ilegal del 1-O, ahora lo hacen con la caída del muro de Berlín, acontecimiento del cual se cumplen 31 años este 9 de noviembre.
Así lo ha hecho Josep Lluís Alay. El jefe de oficina del expresidente de la Generalitat fugado Carles Puigdemont ha equiparado la situación de Cataluña nada menos que con la de la antigua RDA. Fiel a la costumbre de arrimar el agua a su molino de la forma más inverosímil, el dirigente de JxCat no ha tenido reparos en afirmar lo siguiente en su perfil de Twitter: "Nadie pidió permiso para tirar el muro de Berlín. El pueblo lo derribó unilateralmente. Si ellos lo hicieron, nosotros también podemos derribar nuestro muro y ser libres".
Guiños a Trump e insultos a la UE
Alay, que como colaborador de Puigdemont percibe un salario anual de 105.000 euros de la Generalitat que dirige su propio partido, es además profesor de Geografía e Historia en la Universitat de Barcelona y uno de los investigados por supuesta malversación en la denominada operación Voloh por el presunto desvío de fondos públicos para el procés independentista.
Hiperactivo en sus redes sociales, el dirigente posconvergente ha protagonizado en las últimas semanas varias polémicas sonadas en su perfil de Twitter. A modo de ejemplo, durante la reciente campaña electoral estadounidense acusó a TV3 de "partidista" por haber denunciado las mentiras de Donald Trump como presidente de EEUU. Y este mismo verano, fiel a su costumbre, llegó a comparar a Cataluña con Bielorrusia, insultando incluso a los dirigentes de la Unión Europea, a quienes llamó "hipócritas" por respaldar las protestas de la oposición al gobierno de dicho país asiático y no hacer lo mismo con las de los independentistas catalanes. Sin olvidar sus ataques a los letrados del Parlament, a quienes despreció calificándolos como "dictadura del funcionariado" por hacer cumplir la ley ante las mociones inconstitucionales de los secesionistas.