Ni siquiera una pandemia frena al independentismo. Como cada 11 de septiembre, los partidarios de la secesión de Cataluña celebrarán la Diada pese a las alertas que llegan de todos los estamentos sanitarios. La Asamblea Nacional de Cataluña, promotora de los fastos masivos del procés, se ha resignado a convocar a sus seguidores de forma descentralizada, en concentraciones estáticas y con aforo restringido. Pero la consigna de los jerarcas indepes es clara: salimos a la calle con virus o sin virus.
Sin embargo, sus seguidores no opinan lo mismo. La propia entidad informó ayer que las inscripciones no habían despegado. Según cifras de la ANC, a principios de semana tan solo se habían agotado las plazas de tres puntos de movilización, sobre un total de 107. Esto significa que apenas un 12% de los 48.000 asistentes esperados habían comunicado de forma previa su voluntad de manifestarse.
Paluzie se queda sola
Los planes de la Asamblea también se han deslucido tras el demarque tanto del Govern como de Òmnium Cultural, que han declinado secundar la convocatoria de la ANC --y en el caso de la plataforma, ha suspendido todos sus actos del 11-S--. Preguntada ayer en Catalunya Ràdio sobre la ausencia del Ejecutivo catalán, la presidenta de la organización, Elisenda Paluzie, escurrió el bulto: "Las manifestaciones jamás han sido pensadas para el Govern, sino para la gente". Pero la falta de representantes públicos y la retirada de la otra gran asociación soberanista dejarán a medio gas la jornada reivindicativa.
En Barcelona, se prevén ocho manifestaciones a partir de las 17.14 en seis emplazamientos clave de la ciudad: la Sagrada Familia, la plaza Letamendi, la plaza Universitat, la plaza Cataluña, la zona derecha del Ensanche y la estación de tren en Sants. La entidad ha seleccionado objetivos cercanos a edificios de la administración central --como Hacienda, la Seguridad Social y Renfe--, en un intento por animar a unas bases angustiadas por el riesgo de contagios.
Quizá por eso, Paluzie aprovechó la entrevista para matizar algunas de las declaraciones formuladas durante las últimas semanas. La portavoz no solo ha asegurado que preservarán las medidas de seguridad en todo momento, sino que se ha desdicho de su propuesta de cercar la Universitat de Barcelona (UB). Estas palabras chocan con la respuesta del rector de la UB, Joan Elias, que salió al paso del asedio de la ANC defendiendo la neutralidad y la pluralidad de la universidad.
El Govern, con perfil bajo
Tampoco se espera gran afluencia en la ofrenda floral que se realiza frente a la estatua en honor a Rafael Casanova. Ninguna fuerza constitucionalista acudirá al acto: el PP hace años que no asiste, Cs jamás ha participado y el PSC organizó ayer un encuentro alternativo en honor a los profesionales sanitarios. Entidades como el Consorci de la Zona Franca y el Área Metropolitana de Barcelona también han descartado su participación, y se espera que otros colectivos renuncien este año a formar parte del evento institucional. Con todo, tanto el FC Barcelona como el RCD Espanyol han confirmado su presencia.
Por lo tanto, el homenaje al héroe nacional de Cataluña solo contará con la asistencia de las formaciones nacionalistas, que limitarán su presencia física únicamente a esta ofrenda tradicional. De hecho, el Govern ha optado por mantener un perfil bajo este 11-S siguiendo el criterio de sus propios asesores, que no han dejado de mandar mensajes de prudencia a la vista de la situación epidemiológica que atraviesa la región.
El secretario de Salud Pública, Josep Maria Argimon, ha recomendado evitar las aglomeraciones, mientras que Jacobo Mendioroz, coordinador de la unidad de seguimiento del Covid-19, fue un paso más allá y pidió la suspensión de las protestas: "No considero muy oportuno una llamada a las concentraciones". Finalmente, estos consejos han hecho efecto sobre un Govern que ha preferido ahorrarse una imagen comprometedora, antes que mostrar un actitud despreocupada cuando la epidemia aún no ha remitido.
Los ultras se envalentonan
Frente a la cautela de los grandes actores del procés, los grupos más irredentos han visto una oportunidad para reivindicarse frente al establishment independentista. Los CDR, la CUP y Arran se disputarán este espacio frente a nuevas siglas que buscan hacerse un hueco entre los radicales. Un nuevo grupo, autodenominado Blanc Bloc, anuncia que "saldremos a las calles más organizados que nunca" para "hacer efectivo el mandato del 1 de octubre".
También la extrema derecha separatista de Força Catalunya y el Moviment Indentitari Català (MIC) se espera que hagan acto de presencia, sobre todo en la reunión vespertina en torno al pebetero del Fossar de les Moreres. Para evitar desórdenes públicos, el Ministerio de Interior ha enviado 200 antidisturbios para reforzar los efectivos de los Mossos d'Esquadra. Este contingente representa una tercera parte del que se desplegó en la región en 2018, en el primer aniversario del 1-O. Al contrario que en ediciones anteriores, en esta Diada ni siquiera los ultra van a ser un problema.