La remodelación del gobierno catalán es el precio que Quim Torra le puso a Carles Puigdemont para alargar la legislatura. Dicho de otra manera, el presidente de la Generalitat, que quería convocar elecciones este verano en contra de los designios del fugado, busca desde hace tiempo una salida digna que no dependa del calendario judicial. Puigdemont, explican fuentes conocedoras de esas negociaciones, ha aceptado que Torra escenifique ese golpe sobre la mesa y conforme un Ejecutivo a su medida.
Sin embargo, el fugado ha paralizado el fichaje de Laura Borràs como consejera de Cultura o como consellera en cap y/o portavoz. Una opción que todavía no se ha descartado. En todo ese mercadeo gubernalmental, jalonado de purgas e intereses personales, hay un ganador en la sombra: el negociador Jordi Sànchez, quien ha logrado imponer a los fieles del núcleo duro de Puigdemont, mientras los entornos de los exconsejeros Josep Rull y Jordi Turull desconocían los cambios del Ejecutivo catalán.
En clave de ERC
No por esperada (o deseada) ha sorprendido menos esta remodelación que también debe leerse en clave de ERC. Los republicanos saben que la medida anunciada por Torra supone alargar la legislatura en contra de su voluntad. Hace meses que el partido de Oriol Junqueras espera que el presidente catalán convoque elecciones.
El Covid-19 ha servido de excusa a Torra para incumplir su promesa de anunciar en abril la convocatoria tras la aprobación de los Presupuestos de la Generalitat de 2020. ERC exige además pactar con Junts per Catalunya la fecha de la cita electoral.
Plataforma electoral
Ni una cosa ni otra. No solo se alejan los comicios, sino que Puigdemont quiere aprovechar esa remodelación como plataforma electoral. De nuevo, el expresidente ha demostrado que sigue moviendo los hilos de un Govern caduco en materia de gestión, pero que ahora más que nunca está al servicio de los intereses partidistas del nuevo Junts per Catalunya. Unas siglas que fueron arrebatadas al PDECat, cuya demanda judicial ha precipitado un goteo de ceses en la marca heredera de CDC.
Los cambios en el Govern son consecuencia de esa pugna, pues el número dos de Puigdemont en esa nueva formación, Jordi Sànchez --expresidente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y que cumple condena por la organización del referéndum del 1-O--, ha logrado hacer una purga a favor de los más fieles al líder. Ya lo hizo en la Crida Nacional y en la ANC.
Y aunque esa maniobra podría beneficiar al PDECat, ya que lanza a Àngels Chacón y Miquel Buch en brazos de ese partido, también supone un revés para Jordi Turull y Josep Rull, exconsejeros de la Generalitat también en prisión y que desconocían los detalles de la remodelación. Turull y Rull también rompieron el carnet del PDECat, pero han quedado al margen de las componendas de Sànchez.
Purga en el Govern
Chacón y Buch, hasta ahora consejeros de Empresa e Interior, han sido cesados por Torra y serán sustituidos por Ramon Tremosa y Miquel Samper, dirigentes procedentes de la cantera convergente, pero que evolucionaron sin ningún tipo de disimulo hacia el independentismo más unilateral. Chacón es la única neoconvergente del Govern que no había abandonado el PDECat y sus diferencias con Torra la había colocado en una posición muy difícil dentro del Consell Executiu.
Buch, por su parte, estaba en la cuerda floja desde que el presidente catalán se posicionó con la ANC y los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR), muy críticos con las cargas de los Mossos d’Esquadra contra radicales independentistas que salieron a la calle para protestar por las condenas del 1-O.
Operacion Borràs
Igualmente afín a esos postulados más ultras es la nueva consejera de Cultura, Àngels Ponsa, que sustituye a Mariàngela Vilallonga. Aquí es donde entraba en liza Laura Borràs, diputada en el Congreso investigada por el Supremo por supuesta malversación. Torra, como avanzó Crónica Global, quería restituir a la exconsejera, bien para ponerla al frente de una consejería que ya dirigió o bien como consellera en cap o portavoz del Govern. Puigdemont frenó esta operación, urdida para relegar al vicepresidente Pere Aragonès como presidente en funciones tras la confirmación de la condena de Torra, y que habría hecho saltar por los aires definitivamente el pacto de gobierno con ERC.
Puigdemont exige más tiempo y gestionar mejor el desgaste de los republicanos, al frente de consejerías tan sensibles como Salud, Enseñanza y Acción Social. Claves en la lucha contra la pandemia.
La operación Borràs ha quedado en suspenso. Tremosa y Samper tomaron posesión del cargo ayer, pero Ponsa no lo hará hasta la semana próxima, lo que abona la tesis de nuevos cambios que podrían anunciarse en los próximos días.