Miquel Iceta está en el centro del tablero. La mala gestión del Govern de Quim Torra afecta a todos sus consejeros, y en especial a los de ERC, porque son los responsables del área social. Esta circunstancia deja a los socialistas catalanes como una columna a la que agarrarse como alternativa al frente de la Generalitat. ¿Pero qué deben hacer para lograrlo? La necesidad de denunciar esa mala gestión no puede implicar un acoso y derribo contra ERC o contra todo el independentismo, según la dirección del PSC. Aunque ese pudiera ser el primer impulso.
Se trata de un dilema que afronta el PSC, porque es consciente de que, aunque se trata de una tarea difícil, podría alcanzar la victoria en las elecciones. Lo señaló en Crónica Global el analista Joaquim Coll, al pedir al PSC que explicite de forma clara que puede ser una alternativa. Pero hay muchos otros factores en juego, más que los propios deseos o la pericia de Miquel Iceta y del resto de dirigentes del PSC para alcanzar el Govern.
Inmovilismo
El primero, según las fuentes consultadas, es la propia capacidad de la sociedad catalana para rectificar, para asumir “el error” que ha supuesto el proceso independentista en todos estos años. Sin un porcentaje importante de votantes de Junts per Catalunya (JxCat) o de ERC que acepten esa equivocación no habrá posibilidad para una alternativa. Y eso pasa por dos acciones: “o la abstención o pasarse a otra opción política no independentista”, señalan las mismas fuentes.
Los expertos en demoscopia advierten de que lo más probable es lo primero: no se pasa a otra opción, y menos a otra de un bloque ideológico o de referente nacional distinto, de unas elecciones a otras. El primer paso, en una rectificación, siempre es una abstención. Sin embargo, en el campo independentista eso no se vislumbra. En los diferentes sondeos, en los últimos meses, el bloque independentista sigue férreo.
Abstención constitucionalista
El problema está, de hecho, en el campo contrario. Es difícil que el bloque constitucionalista perciba ahora los mismos peligros que vivió en octubre de 2017. Y los votantes que decidieron que la mejor barrera para ese movimiento era en aquel momento Ciudadanos, no se movilizarán de la misma forma. Es decir, el voto a Ciudadanos no se trasladará de forma mimética a otra formación, pudiera ser el PSC, en parte el PP, Vox, o algún partido que busque ese electorado como pudiera ser Lliures o la Lliga Democràtica. Un porcentaje importante irá a la abstención.
¿Puede el PSC, con Miquel Iceta, apretar el acelerador para llevarse ese voto, sin descuidar a un votante más tradicional? Puede, y eso se señala que se hará con convicción, destacar la gestión del Gobierno de Pedro Sánchez, con un alfil del PSC de primera línea, como el ministro de Sanidad, Salvador Illa, en contraste con el Govern de Torra. Puede, y se hará, “señalar con claridad que el proceso independentista no ha llevado a ninguna parte y que Cataluña pierde posiciones de forma clara en relación a Madrid y a otras comunidades”. Pero no podrá recoger frutos si esa parte de la sociedad catalana mantiene su fe en dirigentes como Carles Puigdemont o no ve como una estrategia equivocada la precipitación en la concesión del tercer grado a los políticos presos, justamente para recibir ahora el varapalo de la fiscalía y del Tribunal Supremo.
Acciones de terceros
El PSC confía en movimientos de terceros, como la ruptura del PDECat respecto a JxCat, y la posibilidad de un espacio político soberanista no unilateralista, junto con el Partit Nacionalista de Catalunya (PNC), que dirige Marta Pascal. Esa competencia en el bando independentista sí beneficiaría a los socialistas, pero no acaba de llegar. Y tampoco es una realidad el espacio catalanista liberal de Lliures, la Lliga Democràtica y Convergents. Todo es vaporoso.
Además, ahora la prioridad absoluta es el combate contra el Covid-19 y la reconstrucción económica. Y en eso el PSC espera que se sepa valorar la acción del Gobierno de Sánchez. Las encuestas no recogen todavía el posible desgaste del Govern de Torra, ni cómo valoran los propios electores de ERC a los consejeros republicanos. A partir de octubre, cuando los ERTE ya no se prorroguen y se asuma el retroceso económico, toda la sociedad catalana deberá reaccionar. Así lo entiende la dirección del PSC que, pese a la percepción de hace unas semanas, considera ahora que Torra podría convocar elecciones en noviembre. En ese momento, el PSC intensificará su mensaje, en gran parte, además, porque el voto se decide cada vez más tarde, y de nada serviría en estos momentos un ataque frontal contra el gobierno de Torra.
Alianzas difíciles
Eso es lo que debaten ahora en el seno del PSC sus principales dirigentes, presionados por ellos mismos, con algunas dudas, pero con la convicción de que sin una reflexión profunda del elector independentista o del que ha dado su apoyo en los últimos años a Junts per Catalunya, en especial, poco se podrá hacer.
Sí existe, en todo caso, la idea de que, en función de la campaña electoral, el PSC podría ganar las elecciones. El problema llegaría después, porque, como le pasó a Ciudadanos, Junts per Catalunya y ERC se buscarán para gobernar. En eso no hay dudas.