El viaje del Síndic de Greuges a la final de la Champions en Berlín en 2015, pagado por un empresario implicado en el caso 3%, ha provocado una tormenta política que cambiará de escenario el martes próximo, 18 de febrero. Rafael Ribó ha sido citado a declarar por el juez de la Audiencia Nacional, que investiga la supuesta financiación ilegal de CDC mediante el cobro de comisiones por adjudicación de obra pública.
Pero existe otra derivada en este escándalo protagonizado por el defensor del pueblo catalán, cuyo mandato caducó en marzo de 2019 tras 15 años en el cargo. Ribó, exdirigente ecosocialista, ha instado a las administraciones en diversas ocasiones a implicarse en la lucha contra el cambio climático. Pero el caso del Falcon demuestra que no predica con el ejemplo.
Un informe sobre la calidad del aire en Cataluña
El verano pasado, coincidiendo con el Día Mundial del Medio Ambiente, el Síndic presentó un informe sobre la calidad del aire en Cataluña en el que acusaba a Gobierno, Generalitat y Ayuntamiento de Barcelona de no haber tomado medidas valientes para frenar el cambio climático. Se da la circunstancia de que el avión privado en que viajó Ribó a la Champions, un Dassault Falcon 900 Ex, es muy contaminante.
El profesor de ingeniería industrial de la Universidad de Salamanca Juan Ramón Muñoz Rico ha cuantificado para Crónica Global el gasto en combustible y la contaminación de ese modelo de avión. Deja muy claro que su intención no es criminalizar los aviones privados, sino el abuso de los mismos.
El tiempo aproximado de viaje entre Barcelona y Berlín es de dos horas y media horas ida y otro tanto, la vuelta. El gasto en combustible en cada trayecto sale entre 18.000 y 20.000 euros. O sea, que entre la ida y la vuelta, entre 36.000 y 40.000 euros. El CO2 producido está entre 96,39 TM (y 107 Tm toneladas) por trayecto. O sea, que en ida y vuelta, entre 193 Tm y 214 Tm.
“En un vuelo comercial, que independientemente de la compañía, casi siempre va a realizarse con un Airbús o con un Boeing, la ventaja es que son más modernos, llevan motores con mejores rendimientos y menores consumos”, explica Muñoz Rico. Pero destaca, sobre todo, la ventaja de que “llevan muchos más pasajeros (además de la carga), por lo que el consumo y el CO2 generado, por persona, es muy inferior, más que asumible”. Dicho de otra manera, el viaje de Ribó en avión privado no fue nada sostenible.
Las críticas de Greta Thunberg sobre el uso del avión
Las críticas de la activista Greta Thunberg sobre el uso del avión y su relación con el cambio climático ha puesto el foco en este tipo de transporte. El sector de la aviación discrepa. Así opina un piloto de Iberia. “En un reciente vuelo Madrid-Buenos Aires que hicimos en un Airbus 350 de nueva generación, consumimos 70.000 kilos de queroseno, llevando 350 pasajeros. Recorrimos 5.560 millas náuticas, que son unos 10.000 kilómetros desde Madrid a Buenos Aires. Si dividimos, nos sale que cada pasajero consumió 2 kilos de queroseno cada 100 kilómetros. No conozco ninguna máquina tan eficiente, y que además lo haga a más de 900 kilómetros/hora”. Todo esto “sin contar la carga de pago (en las bodegas), que haría que el consumo por pasajero bajara de los dos kilos por 100 kilómetros. Ahora dile a tu coche que te consuma dos kilos a los 100, pero que vaya a 900 km/h”.
En resumen, afirma el profesor Juan Ramón Muñoz Rico, que si el Síndic “hubiera ido en un avión de cualquier compañía aérea, todos esos números anteriores hubiesen sido más que asumibles porque habría que haberlos dividido por el número de pasajeros. Si conduces y tu coche te indica el consumo a los 100 km, será difícil que veas en alguna ocasión un consumo de menos de 2 L/100 km”.