La ira de Puigdemont con Torra por dejar el protagonismo a ERC
El expresidente quiere aparecer ahora como dialogante y reprocha a JxCat que no haya negociado con el PSOE la investidura de Sánchez
23 diciembre, 2019 23:42El presidente de la Generalitat, Quim Torra, ya no cuenta con el máximo apoyo de Carles Puigdemont. El protagonismo de Pere Aragonès, el vicepresidente del Govern, y hombre fuerte de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), ha destrozado las previsiones del vecino de Waterloo y ahora eurodiputado. Pese a las dificultades de los republicanos, y al riesgo que asumen en sellar el acuerdo de investidura con el PSOE, el grupo parlamentario en Madrid ha sabido aparecer como dialogante y exigente al mismo tiempo. Y mientras esas negociaciones se han mantenido con los socialistas, Aragonès, en calidad de consejero de Economía, ha logrado pactar con los comuns para sacar adelante los presupuestos del próximo año, a la espera de lo que suceda, finalmente, en el Congreso.
Puigdemont esperaba que Torra impusiera su condición de presidente de la Generalitat, y que Junts per Catalunya (JxCat) lograra algo más de protagonismo. “Ha sido el PSOE el que ha negociado con Esquerra”, señalaba Puigdemont en una entrevista este lunes en Rac1. Pero los reproches internos son notables, según fuentes de JxCat. El cabreo es mayúsculo, porque la formación postconvergente no ha sabido aprovechar la importancia del cargo, de la presidencia de la Generalitat, y sus diputados en Madrid han quedado diezmados desde el momento en el que Laura Borràs ha sido imputada por un presunto delito de malversación cuando dirigía la Institución de las Letras Catalanas.
El lamento de Bonvehí
El lamento público lo expresó este lunes el presidente del PDeCAT, David Bonvehí, que rechaza la negociación de Aragonès con los comuns que ha supuesto un aumento del tramo autonómico del IRPF y del impuesto de Sucesiones. Es lo contrario de lo que han defendido históricamente los dirigentes de la antigua Convergència. “No nos gusta nada lo que se quiere aprobar dentro de los presupuestos, pero el departamento de Economía está en manos de Esquerra”, sentenció Bonvehí.
Es el reconocimiento de una derrota, de que el Govern, pese a la presidencia de Torra, tiene la marca y el mando de Esquerra Republicana, que ha buscado la cuadratura del círculo con negociaciones en distintas direcciones que pueden posibilitar una carambola: presupuestos en la Generalitat, en el Congreso, y en el Ayuntamiento de Barcelona, con un cruce de apoyos entre los comuns, ERC y el PSOE-PSC.
La política de vivienda de Calvet
Puigdemont abronca ahora a los suyos con un gran inconveniente: frente al candidato a la Generalitat Pere Aragonès, cuando él y Torra decidan convocar elecciones en Cataluña, ¿a quién deben situar? Si Borràs está descartada por ese paso en falso con la investigación judicial, es mejor ir preparando el terreno para un dirigente que pueda dar la batalla a ERC.
Y, aunque existen diversos nombres, uno de los consejeros que se han dado cuenta de que es la gestión y las cuestiones tangibles lo que puede resultar decisivo es Damià Calvet, el titular de Política Territorial. Calvet, un hombre de la misma generación que otros dirigentes que son una referencia en el mundo exconvergente, como Josep Rull o Jordi Turull, ha buscado en los últimos meses lo mismo que ERC: un pacto con los comuns en un ámbito de enorme importancia para la sociedad catalana: la política sobre vivienda.
El acuerdo de JxCat con el PSC
Calvet ha negociado con el partido de Ada Colau, con la participación del propio equipo de la alcaldesa, pero también con el PSC, para asegurar que se aprobara en el Parlament. Es una muestra reivindicativa de que JxCat también desea incorporarse a la gobernabilidad en los próximos años, y de que es capaz de encontrar socios parlamentarios. De hecho, los exconvergentes hacen gala de su acuerdo con el PSC en la Diputación de Barcelona.
Es un duelo que sólo algunos dirigentes de JxCat han entendido. Tras la renuncia a la unilateralidad --en la práctica, pese a la retórica-- los dos partidos independentistas tratan de aterrizar, pero llegan de forma distinta. Y eso es lo que reprocha ahora Puigdemont a los suyos, al rechazar que él sea “un radical”, o que haya tratado de “romperlo todo”.
Esa reacción, sin embargo, aparece cuando Puigdemont ha sido reconocido como eurodiputado, y quiere presentarse como un dirigente “dialogante”. Lo que ha evidenciado el expresidente es la batalla de fondo en el seno del independentismo, al reclamar que se plante cara a Esquerra. Y la primera partida, por ahora, la han ganado los republicanos por partida doble: en Madrid, con el PSOE, y en Barcelona, con los comuns.