Las últimas manifestaciones del Síndic de Greuges --defensor del pueblo autonómico-- atribuyendo a los pacientes del resto de España parte de los problemas de la sanidad catalana han puesto sobre la mesa el debate sobre la pulsión hispanófoba de numerosos dirigentes del nacionalismo catalán en los últimos años. Empezando por el presidente de la Generalitat, Quim Torra, cuyos tuits y artículos supremacistas y xenófobos del pasado ya desataron una notable polémica cuando accedió al cargo en mayo de 2018. Entre sus mensajes en redes sociales, ahora eliminados, figuraban algunos como “los españoles sólo saben expoliar” o “vergüenza es una palabra que los españoles hace siglos que han eliminado de su diccionario”, por poner algunos ejemplos.
La semana pasada, sin ir más lejos, Torra volvió a desatar otra controversia en este sentido al citar como referente para denigrar la Constitución española y reivindicar el “derecho de autodeterminación” a Heribert Barrera, expresidente del Parlament a principios de los 80. Un histórico exdirigente de ERC que se mostraba contrario al plurilingüismo y a la multiculturalidad: “¿Por qué ha de ser bueno que se bailen sevillanas en Cataluña, si con eso se pierde alguna tradición propia? Las sevillanas, en Sevilla”, afirmaba en una entrevista a La Vanguardia; y que, entre otras afirmaciones racistas, llegó a decir que “en América, el coeficiente intelectual de los negros es inferior al de los blancos”, en un libro de Enric Vila.
La sombra de la xenofobia ha planeado sobre destacados líderes nacionalistas a lo largo de la historia. Entre ellos, uno de los antecesores de Torra en la presidencia de la Generalitat: Jordi Pujol. Antes de llegar al cargo en 1980, y de popularizar el lema “catalán es todo aquel que vive y trabaja en Cataluña”, el exlíder convergente tuvo que pedir perdón por un pasaje de su libro La inmigración, problema y esperanza de Cataluña, publicado de forma clandestina en 1958 y reeditado en 1976, en el que sostenía afirmaciones como que “el hombre andaluz” es “un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual”, sin “un sentido un poco amplio de comunidad“ y, a su modo de ver, “destruido y anárquico”. “Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña”, añadía. Ya en los años 90, Pujol reiteró sus disculpas por estas afirmaciones.
"Antes que demócratas, son españoles"
Sin embargo, y a pesar de ello, la pulsión hispanófoba continúa estando presente en varios de los actuales dirigentes de la Generalitat. Una tendencia que ha ido en aumento durante el procés independentista y el posterior encarcelamiento de los dirigentes que lideraron el referéndum ilegal del 1-O y la DUI.
Dejando al margen sus innumerables críticas al “Estado español” como tal --un país "fascista", según la diputada Míriam Nogueras--, en las redes sociales de varios de los actuales consejeros del Gobierno catalán se encuentran otras más amplias y dirigidas a otros colectivos del país. Como, por ejemplo, las de la diputada de JxCat y exconsejera de Cultura con Torra, Laura Borràs, que en alusión a la supuesta falta de apoyo de los intelectuales españoles al autor del libro Victus, Sánchez Piñol, en 2014 afirmaba que “esto es lo que más me cuesta de entender y aceptar. Y, a la vez, lo que demuestra que antes que ser demócratas, son españoles”.
Por esas fechas, Borràs también se quejaba de las trabas para poder llevar a cabo la consulta independentista del 9N. Horas antes de la misma, criticaba los intentos de impedirla --supuesta falta de envíos de Correos, ataques informáticos...-- con afirmaciones tales como “esta gente lleva en el ADN todo lo que sea prohibir, impugnar, suspender… Nosotros, mañana, y siempre que haga falta: a votar”.
La exconsejera, que por entonces dirigía la Institució de les Lletres Catalanes, también celebraba y suscribía afirmaciones supremacistas de otros usuarios de Twitter como, por ejemplo, esta: “viendo el panorama, ¿cuántos españoles pedirán la nacionalidad catalana?”; u otra, también ajena, que sostenía que “si algún funcionario español os exige hablar en castellano, le podéis decir: 'Ningún problema, mi cultura compensa tu ignorancia'”.
Los 'chistes' de Puigneró
Más desdeñoso aún, y con más vehemencia, se ha expresado Jordi Puigneró, actual consejero de Políticas Digitales y Administración Pública de la Generalitat. Entre sus mensajes despectivos a España se encuentran algunos como su supuesto chiste con motivo de los Juegos Olímpicos de Londres 2012: “¿Sabéis cuál es la diferencia entre un español y un mongol? Una medalla”.
Puestos a hacer chascarrillos de pésimo gusto, el alto cargo nacionalista ha llegado incluso a comparar a los intelectuales españoles que defienden el federalismo con “un marido alcohólico/maltratador gritando ‘cambiaré’ el día que la mujer está haciendo las maletas”.
Y, al igual que Borràs, en su timeline de Twitter tampoco faltan las apelaciones al “ADN” español. Con teorías como la siguiente, defendiendo la proliferación de mutuas y escuelas privadas: “La colaboración público-privada forma parte del ADN catalán; en cambio, los que lo queréis todo y sólo público es ADN jacobino español”.
Más recientemente, con motivo de la fuga de Puigdemont a Bélgica, Puigneró comparaba a España con Turquía, junto al emoticono de una defecación sonriente.
Y, como suele ser habitual, entre sus argumentaciones no falta un clásico del nacionalismo catalán: el supuesto déficit de la balanza fiscal. Algo que le molesta incluso en el caso de Sant Cugat, histórico feudo de CiU, y una de las localidades más ricas de España. “Un año más, los presupuestos generales del Estado español roban a los ciudadanos de Sant Cugat el equivalente a 100 millones de euros”, decía en octubre de 2014.
"España nos roba" y la genética de Junqueras
“España nos roba”. Un lema recurrente desde hace décadas, y al que no ha sido ajeno tampoco el actual vicepresidente de Economía, Pere Aragonès que, cuando lideraba las juventudes de ERC, hizo campaña contra ese supuesto “expolio”, posando incluso con carteles alusivos. Y del que también han echado mano otros diputados de su partido, como la exconsejera Anna Simó en sede parlamentaria, donde en 2011 sostuvo con convicción que “el España nos roba es una evidencia”.
Un supuesto agravio económico esgrimido hasta la saciedad por Oriol Junqueras, cifrándolo en más de 12.000 euros al año, según sus propias estimaciones, rebatidas por no pocos expertos. El líder de ERC, actualmente encarcelado por el procés, también protagonizó en el pasado polémicas aludiendo a otro tipo de teorías. En 2008, publicó un artículo en el diario El Punt Avui en el que comentaba un estudio sobre las supuestas similitudes y diferencias genéticas de los países de Europa. Y que le llevaba a la conclusión de que “los catalanes tienen más proximidad genética con los franceses que con los españoles; más con los italianos que con los portugueses; y un poco con los suizos. Mientras que los españoles presentan más proximidad con los portugueses que con los catalanes y muy poca con los franceses". Algo que le parecía “curioso”.
De las apelaciones al ADN, como ya se ha visto, han echado mano destacados dirigentes del Govern a lo largo de los últimos años. Incluido el actual consejero de Educación de la Generalitat, Josep Bargalló, que dos semanas antes del referéndum ilegal del 1-O, en un hilo de Twitter abiertamente hispanófobo, sostenía que “no es catalanofobia ni demofobia. Es el supremacismo imperial que define su ADN nacional --tengan una ideología u otra-- desde hace siglos”.
De Gispert, premiada tras sus exabruptos xenófobos
Lejos de alejarse de este tipo de expresiones, la xenofobia y el supremacismo de algunos de estos dirigentes no sólo no ha sido denunciada ni condenada por sus correligionarios, sino que además tampoco ha sido obstáculo para obtener destacados reconocimientos. La expresidenta del Parlament, Núria de Gispert, fue premiada con la Creu de Sant Jordi --más alta distinción concedida por la Generalitat-- por su labor "en defensa de la identidad" el pasado 30 de abril, a pesar de sus sonados exabruptos contra la diputada de Ciudadanos Inés Arrimadas, a la que en varias ocasiones instó a abandonar Cataluña y "volver a Cádiz", su tierra natal. Una serie de comentarios xenófobos realizados en Twitter y que provocaron su reprobación en la Cámara catalana... aunque JxCat y ERC votaron en contra de la moción y la CUP se abstuvo.
De Gispert dijo en uno de sus mensajes que Arrimadas era "una inepta y una ignorante" que no tenía conocimientos "de nada" y concluía: "¡Debe sentirse muy mal en Cataluña! ¡Debe extrañar su pueblo! ¿Quién la obliga a estar aquí?".
Unos improperios en los que se reafirmó incluso después de recibir de manos de Torra la Creu de Sant Jordi. A otros líderes del procés, sus exabruptos no sólo no les parecieron condenables, sino al parecer también graciosos. Al ser preguntada sobre este polémico reconocimiento, la actual consejera portavoz del Govern, Meritxell Budó, respondió con este chascarrillo: "No ha hecho falta que nadie la mande a Andalucía, porque se ha marchado ella sola", en alusión a su elección como diputada al Congreso.
"La España subsidiada" y "la Cataluña productiva"
La historia de De Gispert recordó a otras declaraciones excluyentes similares del pasado, como cuando el también exdiputado de CiU Josep Antoni Duran i Lleida sostuvo, en la campaña electoral de octubre de 2011, que los agricultores andaluces recibían subsidios para pasar el día en el bar: "Mientras los payeses catalanes no pueden recoger la fruta por los bajos precios, en otros sitios de España, con lo que damos nosotros de aportación al Estado, reciben un PER para pasar una mañana o toda la jornada en el bar del pueblo".
Dos años después, en septiembre de 2013, en un cartel propagandístico en sus redes sociales, CiU adoptó como lema una frase de por quien entonces era su portavoz parlamentario, Jordi Turull, que en relación al modelo de financiación autonómica afirmó que "la España subsidiada vive a costa de la Cataluña productiva".
En aquellos tiempos, CiU llegó a ser relacionada con otras formaciones nacionalistas como la Liga Norte italiana, encabezada por quien años después acabaría siendo ministro de Interior: Matteo Salvini, hoy célebre por su ideología y obra de gobierno racista. A principios de 2014, Artur Mas recibió en la Generalitat a su dirigente Roberto Maroni como presidente de la región de Lombardía; y, meses antes del 9N, el propio Salvini dijo en un encuentro con corresponsales extranjeros en Roma haber mantenido contactos, a través de Fabrizzio Cecchetti, con los precursores de la actual Junts Per Catalunya. Algo que CiU desmintió con rapidez, expresando sus discrepancias con la formación lombarda, y su distanciamiento ideológico con ella. "Esperamos que el Véneto sea la próxima realidad que se vote", afirmaba entonces Salvini. Entre las consignas más célebres de su partido, figuraba esta: "Roma ladrona".