El escenario en la política española será clave para que los partidos catalanes preparen las próximas elecciones al Parlament. Con Esquerra Republicana en plena negociación con el PSOE, --se intensificará a partir de este lunes, cuando los militantes avalen a su dirección—los nuevos movimientos catalanistas preparan su irrupción con el objetivo de quebrar la mayoría independentista en la cámara catalana. Uno de ellos es Manuel Valls, que está dispuesto a encabezar una fórmula propia, con un claro objetivo: atraer a una buena parte de la bolsa de Ciudadanos.
Valls insiste en las últimas semanas en que quiere ser “útil” para encontrar una solución en Cataluña, pero entiende que debe encabezar un proyecto propio, tras constatar que el proyecto de Lliga Democràtica no es el más adecuado. Tampoco se ha aproximado, tras la experiencia de la lista en las elecciones municipales por Barcelona, a Lliures, que une sus fuerzas a la Lliga Democràtica, y mucho menos al grupo de exconvergentes que se han organizado a partir del manifiesto de Poblet.
No a un tripartito con ERC
¿Puede tener éxito lo que intenta? Valls ha volcado sus esfuerzos en los últimos meses en la política española, formando parte de un grupo de expolíticos e intelectuales que han apoyado una gran coalición entre el PSOE y el PP. Aunque Pedro Sánchez todavía no tiene atada su investidura, el primer acuerdo con Unidas Podemos y las negociaciones con Esquerra dejan esa posibilidad en un rincón. Eso cambia los planes de Valls, que se centrará ahora en intentar tener un hueco en el Parlament, según las fuentes consultadas de su entorno político.
La disyuntiva, de nuevo, como en los últimos años, es similar: ¿Qué hacer con los partidos independentistas? ¿Se puede llegar a acuerdos con ellos, pactos transversales que consigan un avance en la política catalana, lejos de maximalismos? Para la concejal en el Ayuntamiento de Barcelona, Eva Parera, que comparte el proyecto de Valls, los otros movimientos que se preparan, como la Lliga Democràtica, no descartan un acuerdo “tripartito” con ERC. Es decir, la forma en la que podrían romper una mayoría independentista pasa por jugar con los republicanos, aislando a los más irredentos, que ahora se sitúan alrededor de Carles Puigdemont y de Junts per Catalunya. Pero para Valls y Parera se trata de lograr una victoria del llamado constitucionalismo, algo que sólo podría pasar por los socialistas.
¿Sube el independentismo?
Los números, por ahora, impedirían cualquier operación de ese tipo, aunque se contara con el PP. Sin embargo, sí se puede llegar a una situación de bloqueo, que constatara la necesidad de negociar, de forzar a renuncias por parte del independentismo.
Valls se ha fijado en el mismo objeto de deseo que el PSC. ¿Qué ocurrirá con el 1,1 millón de votos que apostaron por la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, en las elecciones del 21 de diciembre de 2017? La comparación entre esos comicios y las elecciones generales del 10N deja muchas dudas. El independentismo, identificado en Junts per Catalunya y Esquerra Republicana, ha perdido apoyos: si en 2017 obtuvo 1,8 millones de votos, en el 10N de 2019 logró 1,4 millones de sufragios. Son comicios distintos, y los independentistas se vuelcan en las elecciones al Parlament. Pero indican un primer descenso.
La subida moderada del PSC
En cambio, el PSC, entre esas dos elecciones, crece, pero no a un ritmo vertiginoso. Pasa de 606 mil votos en 2017, a 790 en las generales del pasado 10 de noviembre. Y, en cambio, el descenso de Ciudadanos es enorme: 1,1 millón de votos en 2017, a 216.000 sufragios el 10N. ¿Qué ha pasado con ellos? ¿Dónde están?
Ese es el misterio que Valls quiere descubrir. Con una opción claramente constitucionalista, sin ofrecer ningún asidero a Esquerra Republicana o al independentismo en general, y con un discurso de orden, pero con un aire socialdemócrata, aludiendo a su carrera política en el seno del socialismo francés de Michel Rocard, Valls se sitúa en la primera línea para recuperar parte de ese voto.
El auge y ¿caída? de Ciudadanos
Porque se constata, entre los expertos consultados por Crónica Global y los propios interesados, que el PSC no podrá recuperar fácilmente un voto socialista prestado a Ciudadanos en los comicios del 21D. Los socialistas, que han vivido en los últimos años una transformación enorme, --sacudidos por los independentistas con crueldad—han asumido cambios que concitaban hasta ahora grandes consensos, como la inmersión lingüística en la educación. Entienden que eso merece que se pueda replantear. Además, consideran que se deben abrir a ese espacio que había logrado Ciudadanos. Pero, ¿obtendrán ese voto?
Manuel Valls observa esos movimientos. Ciudadanos obtuvo en las elecciones al Parlament en 2015, ya con el proceso independentista en marcha, aunque no viajaba todavía en quinta velocidad –lo haría a partir de esa legislatura—734 mil votos, por 522 mil del PSC, que vivía sus horas más bajas.
La oferta crea la demanda
El 21D, en 2017, los socialistas aumentaban, pero sólo hasta los 606.000 sufragios, mientras que Ciudadanos ganaba las elecciones con 1,1 millón de votos.
¿Qué quiere decir todo ello? Tanto Lliga Democràtica, que impulsa la politóloga Astrid Barrio, junto a Lliures, el partido que puso en marcha Antoni Fernández Teixidó, como los exconvergentes del movimiento de Poblet, como Manuel Valls ven una bolsa de votos importante. Sin embargo, ¿en qué dirección se moverá? Valls, atento siempre a la economía, conoce una ley de esa disciplina: la oferta crea la demanda.
El PSC, según las distintas encuestas publicadas, puede ser la segunda fuerza política, por detrás de ERC. Pero, ¿qué parte se quedará de Ciudadanos, que otra parte podrá retener el partido naranja que ahora deberá reorientarse en Cataluña, y que otra parte se podrá quedar Manuel Valls?