Sin cifras es imposible saber si la malnutrición infantil remite o no en Cataluña. Hace cuatro años que la Generalitat no informa de ello. A pedido prórrogas parlamentarias que ya han concluido, pero sigue sin dar datos desde 2015, cuando el propio Govern cuantificó en 70.239 la cifra de niños y adolescentes mal alimentados.
Hay que remontarse a 2014, cuando el Govern aprobó el despliegue de un Protocolo para la detección y el seguimiento de casos de niños y niñas con dificultades para acceder a una alimentación adecuada. La Encuesta de condiciones de vida y hábitos de la población de 2011 detectó que el 4% de los menores de 15 años en Cataluña sufría privaciones que afectaban a la nutrición. En concreto, unos 50.000 niños no podían comer carne o pescado al menos cada dos días.
Protocolo en marcha
En 2015, el propio departamento de Bienestar y Familia de la Generalitat cifraba en 70.239 la cifra de niños y adolescentes con malnutrición. Ese mismo año, un informe de Cruz Roja alertaba de que una de cada diez familias con hijos atendidos por la entidad tenían problemas para acceder a una dieta saludable.
Así en 2016, el Govern aseguró que el Protocolo ya estaba en marcha, por lo que el Parlament aprobó una resolución por la que se instaba a presentar una evaluación de ese protocolo en el primer semestre de 2016.
Desde entonces no se ha tenido noticia ni de cifras ni de esa evaluación. A finales de 2018 se acordó dar una prórroga al Govern para que, en el segundo semestre de 2019, rindiera cuentas sobre este asunto.
El año pasado, Save the Children indicaba que 348.600 menores rozaban la pobreza en Cataluña. Asimismo, uno de cada cuatro vivía en situación de pobreza. En una propuesta de resolución presentada por PSC-Units, se recordaba que Cataluña destina unos recursos económicos insuficientes a la infancia y a la adolescencia. La inversión en PIB es del 0,8%, por debajo del 1,4% española y del 2,4% de la media europea. Asimismo, la inversión en educación es del 3,7% era del PIB en 2015, incumpliendo las previsiones de la Ley de Educación de Cataluña.
Becas, subvenciones y ayudas
El verano pasado, el consejero de Trabajo, Asuntos Sociales y Failias, Chakir-El Homrani, presentó un informe sobre el cumplimiento de los mandatos parlamentarios en las que se relataban las medidas llevadas a cabo: becas comedor (54 millones), ayudas urgentes en manutención e infancia (22 millones), subvenciones a entidades sociales (3,6 millones), ayudas a familias (5,9 millones), inversión en centros abiertos de menores en situación de riesgo (10,5 millones), etc. Sin embargo, no se informaba respecto al número de menores malnutridos, es decir, si la cifra había aumentado o disminuido.
El pasado martes, a punto de acabar el plazo dado al Govern para que de cuenta de la evolución de las cifras de malnutrición infantil, se celebró la Comisión de Infancia en el Parlament, donde Junts y ERC, socios de Govern, votaron en contra de hacer efectiva ese mandato.
“La privación de la alimentación en los primeros años de vida tiene un impacto irreversible en el desarrollo físico, intelectual y emocional de los niños y niñas pero también es un factor que les condiciona para que no puedan salir de la pobreza en la edad adulta. Es muy grave”, explica la diputada de PSC-Units, Beatriz Silva, quien avisa de que “no hay nada que haga pensar que la situación económica de las familias afectadas haya mejorado. Los especialistas apuntan a que la crisis no sólo afectó en mayor medida a las familias en situación de pobreza sino que la recuperación no ha alcanzado a este grupo de la población.
Víctor Ruibal es responsable de Programas de Educo España, ONG que desde 2013 lleva a cabo el proyecto de Becas Comedor en toda el país. “Con este programa, lo que queremos garantizar es que los niños y niñas disfruten de una comida completa y saludable al día. Es decir, que uno de los objetivos del programa es minimizar en la medida de nuestras posibilidades el riesgo de que tengan problemas de malnutrición”, explica Ruibal.
No solo es un tema de salud
Con la llegada de la crisis, y por causas económicas, muchos niños y niñas dejaron de asistir al comedor escolar. Eso hizo que, por desgracia y a pesar de sus esfuerzos, sus padres y madres no pudieran darles una alimentación saludable. “Cuando estos niños y niñas acceden a una de nuestras becas comedor, se les garantiza una buena alimentación al menos una vez al día”, afirma el responsable de Educo.
Pero no es solo un tema de salud. “Si van al comedor escolar, aprenden buenos hábitos alimentarios y se acostumbran a llevar una dieta sana y equilibrada. Al mejorar su alimentación, también mejora su atención y concentración en clase. El absentismo escolar de tarde se reduce, ya que algunos de los más pequeños se quedaban en casa después de comer y ya no volvían a clase. Además, pueden participar en las actividades que se hacen a mediodía en su escuela, lo que ayuda a su autoestima y facilita sus procesos de aprendizaje”.