Perplejidad. Incomprensión inicial. Y maduración también rápida. Los dirigentes del PSOE han vivido una semana muy agitada. Tras los resultados electorales del 10N, se esperaban unas semanas de tensión, pero también de negociaciones y de reflexión sobre qué pasos se deberían tomar. Pedro Sánchez desbarató el ensimismamiento: acuerdo con Pablo Iglesias en menos de 48 horas, con un pacto presentado el martes a mediodía. Y la reacción ha sido también rápida: “Es el único posible a medio plazo”, señalan las fuentes consultadas.
¿Por qué? El argumento es sencillo y contundente. Los socialistas sabían que no había otro escenario posible desde que se evaporó cualquier posibilidad de pactar con Ciudadanos, y menos tras el descalabro del partido de Albert Rivera. Sólo quedaba una alternativa: la abstención del PP, o una aproximación al partido que lidera Pablo Casado que hubiera incorporado un paquete legislativo y los presupuestos.
Presupuestos y prórroga
El PP no podía comprometerse a eso, aunque algunos de sus barones territoriales lo sugerían, como ha sido el caso de Alberto Núñez Feijóo, el presidente de la Xunta de Galicia. Las dudas entre los populares se mantienen: una oposición dura a Pedro Sánchez, porque Vox pisa los talones al PP y no tiene demasiados escrúpulos en forzar la máquina, o buscar acuerdos de Estado, con la intención de neutralizar los “gritos” de Santiago Abascal. Ante esas dudas, ¿qué podía hacer Pedro Sánchez?
El PSOE, tras su acuerdo con Unidas Podemos, y a la espera de atar el resto de apoyos para garantizar la investidura de Sánchez, ha hecho de tripas corazón y destaca ya un avance innegable para sus intereses: “Si hay investidura, el acuerdo con Pablo Iglesias pasa también por unos presupuestos, con la experiencia acumulada de los últimos meses. Con unas cuentas para 2020 --aunque también Sánchez y su equipo económico deberían buscar otros partidos--, y con la posibilidad de prorrogarlos si las cosas se ponen feas, se ganan dos años”.
Interlocución con Cataluña
Dos años son suficientes para, por lo menos, “encauzar diferentes asuntos”, se insiste desde las filas del PSOE. Uno de ellos es la situación económica, con avances sociales, y siempre pegados a las directrices de Bruselas. La otra es Cataluña. En dos años se puede lograr, por lo menos, una “interlocución con un Gobierno catalán, el que deberá surgir de las urnas”, porque se da por descontado que habrá elecciones al Parlament en los próximos seis meses.
Todo eso supondría un gran paso adelante para romper el marasmo político que existe ahora mismo en España. Sabiendo, también, en ese lapso, qué papel acabaría adoptando el PP, y la posible influencia de Vox en el contexto de la política española y europea. ¿Que no gusta Pablo Iglesias? Es cierto que muchos cuadros y dirigentes del PSOE llenan sus grupos de WhatsApp con comentarios sorpresivos sobre el pacto con Iglesias, pero no queda más remedio que interiorizar que es “lo mejor en estos momentos, o, por lo menos, lo único posible”.
Aceptar la realidad
Las decisiones de Pedro Sánchez han creado esa perplejidad inicial, pero lo que se ha vendido desde el partido y, especialmente, desde el núcleo del presidente en funciones, con su jefe de gabinete Iván Redondo a la cabeza --cuestionado por los dirigentes más veteranos del PSOE-- es que el ascenso de Vox no permitía otra salida. Ahora sí era posible el acuerdo de coalición con Pablo Iglesias, que será vicepresidente, porque se debe “aceptar la realidad”.
Y esa ha sido la principal lección: en España se ha dibujado un mapa que se mantendrá, por lo menos, en unos cuantos años. Un mapa que pasa por el bipartidismo, PP y PSOE, pero que no será ya suficiente, porque no supera el 50% de los votos. Unidas Podemos mantiene un espacio importante, y también lo ocupará --por ahora-- Vox. Además, se espera la evolución de Ciudadanos, si recupera un hueco de centro, y también se es muy consciente --a diferencia del PP de Pablo Casado-- que los partidos nacionalistas están ahí y que deberían jugar en la política española, porque eso sería también una señal de que abandonan sus posiciones maximalistas.
La España regional y local
Por ello, el PSOE está dispuesto a aproximarse a Esquerra Republicana, y ya cuenta con el PNV, además de establecer los puentes que sea necesarios con los partidos regionalistas y las agrupaciones de electores, como Teruel Existe, que se puedan constituir. Hay una España plural, periférica, que defiende a ciudadanos españoles, que está dispuesta a llegar a acuerdos, y los socialistas, en estos momentos por necesidad, pero también por convicción, se han acercado a todos ellos.
La cuestión catalana marca, sin embargo, el conjunto de toda la política española. Y en el PSOE existe un temor a que Esquerra Republicana acabe arrodillada, de nuevo, ante la presión de Carles Puigdemont y de un independentismo irredento que pretende mantener el pulso al Estado. “En el pasado han demostrado que no son de fiar, pero las cosas cambian y Esquerra tampoco se puede permitir votar al lado de Vox”, señala una fuente del PSC.
Dos años, ¿y elecciones?
Pero otra cosa será llegar a algo más, a una negociación que pase por acuerdos tangibles. No a corto plazo. El objetivo es desbloquear la situación, echar a andar, y clarificar las cosas en los próximos dos años. ¿Que va bien? Pues la coalición de izquierdas buscará acabar la legislatura, o avanzar un año más.
¿Que resulta imposible? Pues elecciones de nuevo, y ya se verá quién capitaliza ese acuerdo suscrito entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que no tenían más remedio que firmarlo.