¿Bloqueo o diálogo? Cataluña se juega en las elecciones generales que se celebran hoy avanzar en el terreno del diálogo para salir del atolladero procesista o abundar en el bloqueo. Los últimos sondeos de intención de voto coinciden en el auge de Vox y el estancamiento del PSOE, lo que apunta a algún tipo de acuerdo entre PSOE y PP para garantizar la gobernabilidad y evitar una tercera convocatoria electoral.
Obviamente, todo ello tendrá consecuencias en Cataluña, con la vista puesta en la capacidad de ERC para precipitar elecciones catalanas, el 'efecto Puigdemont', el futuro de los pactos del PSC en el Ayuntamiento de Barcelona y la Diputación, el goteo de fugas de cargos locales en Ciudadanos, el refuerzo de la tesis del PPC sobre una gran coalición constitucionalista, el maximalismo de la CUP y la inminente renovación de la ejecutiva de los comunes.
ERC: crisis de gobierno o mantener los cargos
Todas las miradas se centran en ERC que, según las encuestas de intención de voto, obtendrá hoy un buen resultado e incluso podría volver a ganar las elecciones en Cataluña, como ocurrió el 28A. Con permiso del PSC, con buen pronóstico, aunque fuentes cercanas a Miquel Iceta no esconden su preocupación sobre los últimos trackings electorales. Si Esquerra logra vencer de nuevo y con diferencia respecto a sus socios de Junts per Catalunya, se agotan las excusas para no provocar una crisis de gobierno y precipitar elecciones catalanas, aunque la última palabra la tiene Quim Torra, o mejor dicho, Carles Puigdemont, pues es el presidente de la Generalitat el competente para convocar elecciones.
Si ERC da ese paso, se quedaría sin representación institucional, pues sus consejeros en la Generalitat no son diputados. “Su principal referente, Pere Aragonès, saldría del Parlament. ¿Qué tipo de oposición podría hacer entonces ERC”, plantean fuentes soberanistas.
A pesar de ser tildada de “traidora” por el independentismo más irredento, Esquerra ha mantenido los puentes con el PSOE con vistas a avanzar en el restablecimiento de la relación institucional entre “Cataluña y España”, como reflejan las últimas iniciativas parlamentarias presentadas por el partido de Oriol Junqueras, en prisión por el referéndum del 1-O. Sin embargo, si finalmente se configura una gran coalición entre socialistas y populares, no va a resultar fácil mantener esa estrategia del diálogo. Pablo Casado impondrá sus condiciones territoriales y éstas no pasan por la negociación con los independentistas.
Junts: a la espera del 'efecto Puigdemont'
Que el 10N suponga para ERC la consolidación de su tendencia al alza no implica una inmediata crisis de gobierno y, por tanto, la precipitación de unos comicios autonómicos. Junts per Catalunya, que tiene la última palabra, quiere aguantar, sabedora de su declive electoral en las últimas citas electorales.
La de hoy tampoco resulta demasiado optimista, pues la irrupción de la CUP --curiosamente, su actual y única aliada-- parece que le va a robar representación en el Congreso. Incluso los antisistema dan por agotada la legislatura catalana, así como el errático mandato de Quim Torra, a las órdenes de Waterloo. Los neoconvergentes tampoco han sacado el rédito electoral que pretendían con la sentencia del Supremo sobre el 1-O. No han logrado liderar una respuesta unitaria y se han enredado en una crisis policial que ellos mismos han provocado --el consejero de Interior, Miquel Buch, en la cuerda floja por las cargas de los Mossos contra los activistas independentistas-- debido a su seguidismo de la CUP.
Por ello, JxCAT se encomienda de nuevo al efecto Puigdemont, esto es, a las consecuencias de la reactivación de la euroorden y la posible extradición del expresidente. Ello ocurrirá en diciembre, mientras se va agotando el plazo para sacar adelante unos presupuestos de la Generalitat --y evitar así una tercera prórroga-- que, a día de hoy, no están garantizados. El tiempo dirá si, finalmente, el sector moderado de PDeCAT planta cara a la unilateralidad de Puigdemont y si el partido asiste a su enésima catarsis, con Artur Mas al acecho.
PSC: los pactos en BCN y Diputación, en peligro
Los socialistas catalanes han intentado evitar hasta el último minuto de esta corta campaña que el PSOE entierre el federalismo y la plurinacionalidad para facilitar otras geometrías parlamentarias al margen de Unidas Podemos. Miquel Iceta logró que el programa de Sánchez recuperara esos postulados, pero los pronósticos electorales abocan a ponerles sordina de nuevo. La estrategia del PSC --firme defensora de un acuerdo interno en Cataluña mediante una mesa de diálogo--, al que algunas encuestas daban como ganador en Cataluña este 10N, sufriría un serio revés si, finalmente, se produce un pacto entre PSOE y PP o, cuando menos, una abstención de los populares para una investidura que no garantizará una estabilidad gubernamental.
Ejemplo de esa voluntad de desbloqueo son los pactos de PSC con los comunes en el Ayuntamiento de Barcelona y con Junts en la Diputación de Barcelona. El primero no tiene visos de ruptura a corto plazo, dado que el partido de Ada Colau --referente en Cataluña de Podemos, que no parece despegar-- no está en disposición de exigir demasiado. El ala más independentista de esa confluencia de la izquierda ha provocado algún que otro seísmo en esa alianza municipal con sus críticas a la actuación de la Policía Nacional tras la sentencia, pero no ha ido a más. Nunca hubo intención de cambio de cromos, esto es, que ese pacto Colau-Collboni, allanara el terreno de una alianza a nivel nacional. Pero cimentaba ese pacto progresista.
Más complicado es mantener el acuerdo entre PSC y Junts per Catalunya en la Diputación de Barcelona si el futuro de Sánchez pasa por postulados más duros, esto es, cumplir con sus guiños al PP en la receta para Cataluña: educación, TV3 y Código Penal.
En Comú Podem: declive y renovación en la ejecutiva
Pablo Iglesias no remonta en las encuestas y, por tanto, se aleja aún más la posibilidad de una coalición progresista con Sánchez, que ha dado sobradas muestras de desapego hacia los podemitas. La irrupción de Iñigo Errejón y su Más País parece que pasará factura a Unidas Podemos, que tampoco acaba de consolidarse en Cataluña. No es la mejor tarjeta de presentación para Ada Colau, que debe afrontar la renovación de su ejecutiva en diciembre –la votación está convocada entre el 2 y el 8 de diciembre--, a no ser que se convoquen elecciones en Cataluña, lo que aplazaría ese conclave.
Las crisis internas y la pérdida de representación suponen una gran oportunidad para que los comunes federalistas consoliden su posición en la ejecutiva, lo que pondría en peligro el liderazgo de Colau. Ello refuerza la tesis de que el futuro pasa por una confluencia con menos influencia, pero más sólida ideológicamente, como lo era en su día la extinta ICV, aliada con PSC.
Ello tendría efectos en el grupo parlamentario de Catalunya en Comú-Podem, al que se han encomendado los independentistas en diversas ocasiones para aprobar sus presupuestos. Hasta ahora sin éxito.
Ciudadanos: cómo parar la fuga de cargos
Si en algo coinciden las encuestas de intención de voto es en el hundimiento de Ciudadanos, una formación que en 2017 ganó las elecciones catalanas, aunque se vio superada por la alianza de los independentistas. Nadie ha explicado hasta ahora con suficiente claridad el motivo por el que Albert Rivera e Inés Arrimadas abandonaron el barco catalán para sumergirse en las procelosas aguas nacionales, con resultados nefastos, dado el giro discursivo impuesto por su líder.
La línea dura de Rivera, así como los pactos con Vox, ha provocado en los últimos meses una fuga de cargos municipales, especialmente en el área metropolitana de Barcelona, otrora músculo electoral de Cs. Así, cargos de Sant Boi de Llobregat, Sant Vicenç dels Horts, Vallirana, Esparraguera, Caldes de Malavella o Platja d’Aro han pasado a ser concejales no adscritos tras expresar sus discrepancias con la línea oficial del partido y en algunos casos han sido cesados por dar apoyo a gobiernos independentistas –Viladecavalls, Cabrera de l’Anoia--.
Fuentes de la ejecutiva de Cs restan importancia a ese éxodo, pues recuerdan que tienen 246 concejales en toda Cataluña. Sin embargo, esa desestructuración territorial emborrona la hoja de servicios de la formación naranja de cara a unas elecciones catalanas en las que estarán lejos de repetir el resultado de 2017. Y lo saben. De ahí que a Lorena Roldán, su candidata, solo le quede implicarse en la gran alianza constitucionalista que el PP catalán promueve desde hace tiempo.
PP: hacia la gran alianza constitucional en Cataluña
Los populares están llamados a captar voto de Ciudadanos y perderlo en favor de Vox. Sin embargo, parece que Pablo Casado consolida un segundo puesto que atenaza a los socialistas. La gran coalición no deja de ser un trasunto de la apuesta de Alejandro Fernández por una alianza constitucionalista en Cataluña que, por primera vez desde la restitución democrática, deje fuera de la Generalitat a los independentistas. Una alianza que contaría con PSC, Ciudadanos y también con los comunes, a pesar de la ambigüedad demostrada hasta ahora en temas identitarios.
Los populares catalanes tocaron fondo en las anteriores autonómicas, pero confían en recuperarse a costa de Cs, aunque el auge de Vox podría obstaculizar esa recuperación. Fernández mantiene una buena relación con Miquel Iceta, llamado convertirse en líder del partido no independentista más votado en unos comicios catalanes y, por tanto, posible candidato de ese bloque a la presidencia de la Generalitat.
CUP: envalentonados con su irrupción en el Congreso
Una de las grandes novedades del 10N es el estreno de la CUP, que por cuestión de supervivencia se ha envainado algunos de sus compromisos, como no presentarse en unas generales y no repetir mandato. Llegaron a decir que no concurrirían a unas nuevas elecciones catalanas si éstas eran prolongación del régimen autonómico. Sin embargo, los antisistema se han convertido en los garantes de las esencias independentistas, esto es, en la única formación que exige implementar los resultados del referéndum del 1-O y abandonar la estrategia de pactos con el “Estado opresor”.
Junts per Catalunya no deja de hacerle guiños, pero ninguno pasa por declarar unilateralmente la independencia. Los cupaires aseguran que se presentan a las generales para reventar el Estado. Y aunque parece que tendrán representación a costa de los neoconvergentes, no parece que vayan a ser demasiado influyentes en cuanto a investiduras o gobernabilidad se refiere, pues rechazan cualquier tipo de pacto “con los del 155”.
No obstante, unos cupaires envalentonados en Madrid pueden subir muchos enteros en unas catalanas en el espectro independentista, así como elevar su nivel de exigencia rupturista, lo que complica seriamente la estrategia de Junts y allanaría el terreno a un desmarque definitivo de ERC.
Vox: auge a costa de Cataluña
El auge de Vox el 10N se nutriría de PP y Ciudadanos. Y, sobre todo, del conflicto secesionista. Tal como informó este medio, Vox sacaría pecho en cuatro provincias, situándose incluso como primera fuerza de la derecha, según los sondeos que corrían recientemente entre los populares: la ultraderecha de Santiago Abascal se impondría en Madrid, Barcelona, Sevilla y Murcia al PP de Pablo Casado.
En unas elecciones catalanas tendrían el terreno doblemente abonado. Al efecto arrastre de un buen resultado hoy, se unen los precedentes territoriales de Plataforma per Catalunya, una formación xenófoba nacida en Vic (actualmente uno de los santuarios del independentismo) y que se extendió a otras ciudades como Olot, Manlleu, El Vendrell o Manresa.
Vox se nutre de ese embrión ultra, que nunca logró representación en el Parlament.