El Govern del presidente Quim Torra hace aguas. No se aguanta. Torra está aislado y el Gobierno de Pedro Sánchez le niega su capacidad de interlocución. Esquerra Republicana busca un camino propio, y la débil alianza con Junts per Catalunya se resquebraja cada vez más. Pero ahora hay un nuevo factor que ayuda en ese desgaste, y al que se ha agarrado Esquerra. Se trata de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que se presta a ejercer de mediadora con el presidente Pedro Sánchez.
Sánchez insta a Torra a hablar con los catalanes no independentistas / CG
Es un juego de equilibrios, con una estrategia clara, que tampoco se puede precipitar en el tiempo. Esquerra mostró este lunes su enfado por el hecho de que Pedro Sánchez no quisiera entrevistarse con el presidente Torra. Pero sabe que no es un interlocutor válido para el Ejecutivo español. Ni ahora ni después de las elecciones generales del 10 de noviembre, en el caso de que Sánchez siga al frente. En paralelo, el vicepresidente de la Generalitat, el republicano Pere Aragonès, mantiene los puentes con el Gobierno, y, en concreto, con la vicepresidenta Carmen Calvo. Pero, ¿eso se puede mantener, conduce hacia algún lugar?
Colau, como mediadora
Con el Gobierno soñando en que el propio Torra dimita, para ejercer ese diálogo con Esquerra, los republicanos saben que eso no se producirá. Y tampoco quieren forzarlo. La sombra de un enojado y rencoroso Carles Puigdemont es muy alargada y podría truncar las expectativas de los republicanos. Por ello, lo mejor es esperar, y mantener, formalmente, que Sánchez “es un irresponsable” por no reunirse con Torra.
El factor que aparece en la escena es Ada Colau. Deseosa de tener un papel, de sacar la cabeza con un doble objetivo, el de ser válida para el constitucionalismo y para el independentismo, Colau se ha prestado para mediar con Sánchez. Entre el Govern de... Aragonès (no de Torra) y el Gobierno español. “Si puedo ejercer como una especie de mediadora, allá estaré”, ha señalado ella misma.
Pacto con los 'comuns'
Quien la anima a ello son los propios republicanos. El presidente del grupo municipal de Esquerra en el Ayuntamiento de Barcelona, Ernest Maragall, lo pidió en esos precisos términos. En la tarde de este lunes, Maragall se reunió con Colau para ahondar en esa idea, y en la necesidad de que el pleno del consistorio celebre una sesión extraordinaria sobre la sentencia del 1-O.
Esa aproximación es un hecho. Forma parte de la estrategia de Esquerra, dictada por Oriol Junqueras desde la prisión de Lledoners: ampliar las posibilidades de pacto en el Parlament, una vez se convoquen elecciones. Esa es la obsesión.
El cabreo de JxCat
Ese acercamiento ya ha dejado aislado a Torra, como lo muestra la actitud de Sánchez, que no quiere atender al presidente de la Generalitat, y destaca, en cambio, la conversación mantenida con Ada Colau.
Pero los movimientos llegan en distintas direcciones. El presidente del Parlament, Roger Torrent, quiso que Colau acudiera a una cumbre con sindicatos, patronales y entidades económicas y sociales el pasado sábado. Colau asistió, dejando en la estacada a Torra, que había convocado una reunión con alcaldes. El conocimiento del encuentro encolerizó a Torra y a los miembros del Govern de Junts per Catalunya. Torra pidió explicaciones a Esquerra, y también lo hizo Laura Borràs, la candidata de JxCat en las elecciones generales. Y las piezas de Puigdemont se activaron, para criticar en las redes sociales, a todo trapo, a ERC: desde Pilar Rahola a Salvador Cardús.
Las contradicciones de ERC
Los republicanos asumen el reto. No son ellos, señalan. Es Colau, son los comuns, es Sánchez, los que entienden que no habrá otro interlocutor posible que Aragonès o Torrent. Pero todo se hace eterno. Cualquier paso se mide con precisión. Tanto, que a pesar de las distancias que se quieren poner con una formación como la CUP, cualquier crítica a la formación anticapitalista se reprocha con fuerza. Así, el portavoz parlamentario de los republicanos, Sergi Sabrià, mostró su rechazo al teniente de alcalde de seguridad, Albert Batlle, por considerar que Arran, la rama juvenil de la CUP, ha cometido actos violentos, emplazando a la CUP a reaccionar, para no verse relacionada con lo sucedido los últimos días en Barcelona.
Esas son las contradicciones de los republicanos, que esperan su momento, sabedores de que la actual situación en el Govern ya no se puede prolongar, con Quim Torra como un presidente sin norte, que busca quien se ponga al teléfono, sin ningún resultado.