Los modelos son distintos. Siempre lo han sido. Pero el pegamento era el proceso independentista, que obligaba a buscar nuevos socios, como la CUP. Esas diferencias entre Convergència y Esquerra Republicana (ERC) reaparecen ahora con fuerza. Se trata de una guerra abierta entre la consejera de Empresa, Àngels Chacón, que proviene del mundo de Convergència, ahora Junts per Catalunya, y el vicepresidente de la Generalitat y consejero de Economía, el republicano Pere Aragonès. Chacón recrimina a Aragonès que intente una nueva subida de los tramos del IRPF con el deseo de buscar el apoyo de la CUP y de los comuns a los presupuestos de 2020.
Aragonès no ha concretado todavía su oferta. Pero habla directamente de retocar “los distintos tramos del IRPF”, los que puede gestionar la Generalitat. Ese tramo “autonómico” ya es el más alto de España, y podría suponer un incremento difícil de digerir. Aragonès se ha referido también al impuesto de sucesiones y a los impuestos “verdes”, para luchar contra el cambio climático. Es lo que piden los dos partidos, la CUP y los comuns para iniciar una negociación de cara a esos presupuestos.
El espacio que protege Chacón
La paradoja, sin embargo, es grande, porque fue el presidente del PDeCAT, David Bonvehí, quien abrió el fuego al decantarse por la CUP como socio prioritario para aprobar las cuentas del próximo año. Lo que ocurre es que hay movimientos internos constantes en el seno de Junts per Catalunya, y la consejera Chacón ha comenzado a intuir que si el PDeCAT o ese espacio político desea conservar un perfil propio no puede entrar en esa dinámica de subida de impuestos. Es justo lo contrario a lo que siempre ha defendido la antigua Convergència.
Aragonès hace sus cuentas. Acaba de presentar el techo de gasto para los presupuestos de 2020, con la promesa de destinar más de 2.500 millones adicionales a políticas sociales. En gran medida se trata de aprovechar el crecimiento económico de los últimos años. Con un presupuesto prorrogado desde 2017, no se trata tanto de una mejora de la gestión como de recoger los frutos de la dinámica económica. Pero para lograr el apoyo de la CUP o de los comuns necesita entrar en una política fiscal expansiva, que difunda un mensaje: la defensa de las clases populares frente a las rentas más pudientes. Sin embargo, son las clases medias las que se han visto perjudicadas por una presión fiscal más alta que la media en España, tal y como mostró Foment del Treball con una reciente propuesta para mejorar la competividad de la economía española.
La tentación del IRPF
El crecimiento del PIB de Cataluña ha aumentado de forma significativa, entre los 215.000 millones de euros de 2017 a los 230.000 millones de 2019. Con ello, los ingresos fiscales serán mayores. Pero Aragonès se ha subido al carro de la subida: “Los cambios se podrían realizar por arriba y por abajo, por todos los sitios, con la idea de aumentar la progresividad”, señaló Aragonès en referencia al IRPF.
Eso no ha gustado a Àngels Chacón, según fuentes conocedoras de los asuntos internos del Ejecutivo catalán, y así se lo ha hecho saber a Aragonès. Es la consejera que más se está moviendo en los últimos meses, con encuentros y reuniones empresariales, con la intención de tomar el pulso a la sociedad civil.
Diferencias ideológicas
Chacón, con buenos interlocutores en esos ámbitos, recibe un mismo mensaje: la mejora de la economía catalana pasa por una menor carga fiscal, por más facilidades tributarias, en una coyuntura en la que la Comunidad de Madrid ha acelerado el paso y ha logrado atraer a empresas y directivos que se ven seducidos por las mejores condiciones impositivas, sin impuesto de Patrimonio o sin impuesto de sucesiones y donaciones. Y la consejera es sensible, debido a su experiencia empresarial anterior y al hecho de que conoce bien a un electorado que históricamente había dado su apoyo a CiU.
Pero el contexto político es otro. Chacón comparte sus penas con otro consejero, Damià Calvet, en un entorno dominado por los fieles de Carles Puigdemont, con el presidente Quim Torra a la cabeza. Ante eso, quien negocia las cuentas es el republicano Aragonès, con una misión contradictoria: ¿quiere o no aprobar los presupuestos, o lo que se prefiere es ganar tiempo para pedir elecciones ante la imposibilidad de sacar las cuentas adelante?
En cualquier caso, comienzan a aflorar las diferencias ideológicas entre los socios del Govern, las que algunos dirigentes del PDeCAT desean destacar para vislumbrar algo de futuro a esas siglas, o al movimiento que se declare heredero.