Varios son los motivos que preconizan un otoño caliente en la política catalana, entre ellos la sentencia del 1-O y las celebraciones de efemérides independentistas, como la Diada, la aprobación de las leyes de ruptura de los días 6 y 7 de septiembre y el aniversario de la declaración de independencia de Cataluña (DUI). Menos llamativo, pero igualmente convulso, se prevé el nuevo round entre Carles Puigdemont y Artur Mas, que se disputan desde hace meses el liderazgo del partido.
Así, mientras el Parlament reactivará la reforma del reglamento para investir a distancia al del Waterloo, su predecesor es la apuesta de PDeCAT para frenar la fuga de votos a ERC, cada vez más cerca del PSC, como apuntó ayer el exportavoz de los republicanos en el Congreso Joan Tardà. Los republicanos volverán a poner a prueba su músculo pactista en la nueva sesión de investidura de Pedro Sánchez prevista también para septiembre.
La crisis interna de los neoconvergentes
Dicho de otra manera, la estrategia moderada de ERC va a estar muy presente en los movimientos de Junts este otoño. Los neconvergentes, inmersos en una crisis interna derivada del fracasado procés, deben decidir si afronta las próximas elecciones catalanas con Artur Mas como cabeza de lista --su inhabilitación judicial acaba en febrero de 2020-- o si vuelve a proponer a Puigdemont. El de Waterloo ha visto frustradas sus expectativas de ser eurodiputado, a pesar de ganar las elecciones al Parlamento europeo en Cataluña. De ahí que su núcleo duro insista en mantener viva su restitución como presidente. El próximo 20 de septiembre está previsto que se convoque la ponencia de reforma del reglamento del Parlament, después de un año de inactividad.
Parece que esa reforma, que permitiría investir de forma telemática a Puigdemont, solo interesa a los duros de Junts como Josep Costa, vicepresidente de la Cámara catalana. ERC no quiere líos y, a través del presidente del Parlament, el republicano Roger Torrent, ha impedido en dos ocasiones que se reactive esa designación a distancia, que el Tribunal Constitucional considera ilegal.
Dique de contención de la fuga de votos de Junts
Puigdemont ha dicho en varias ocasiones que no desea volver a ser presidente y de ello ha hablado en sus reuniones con Mas, quien por el contrario, no esconde su deseo de volver. La marca Puigdemont todavía arrastra, pero las encuestas apuntan a que el electorado, tanto en Cataluña como en el conjunto de España, exige moderación. “Los catalanes quieren restablecer la convivencia y Puigdemont representa lo contrario. De ahí que Mas se presente, con el apoyo de PDeCAT, como el dique que puede impedir la fuga de votos moderados a ERC, cada vez más cerca de un pacto con el PSC”, explican fuentes parlamentarias.
En efecto, las declaraciones de Tardà van en la línea de resucitar el tripartito junto a los comunes. El exlíder de ERC en el Congreso es favorable a establecer con el PSC un diálogo profundo, pues “forman parte de la tradición del catalanismo político". Defiende que un gobierno del PSOE condicionado por Podemos sería más dialogante. "Se trata de responder con el cerebro y no con las tripas", dijo el veterano político republicano.
¿Hacia un nuevo tripartito?
Ese posible acuerdo entre ERC y un PSC al alza en los sondeos supone una seria amenaza para los neoconvergentes ante unas elecciones catalanas, a celebrar en otoño --si se impone Puigdemont-- o en primavera, si finalmente el partido espera a que Mas liquide sus cuentas con la Justicia.
Ninguna de las dos fórmulas parecen ser garantía de éxito. Y, en medio de estas cavilaciones, el activismo independentista reclama unidad a los partidos, acosados por Assemblea Nacional catalana y los Comités de Defensa de la República (CDR), que exigen desobediencia y superar el marco autonómico. De la desorientación partidista da fe el giro de la CUP, que ahora se ofrece a pactar los presupuestos de la Generalitat --y evitar una tercera prórroga-- e incluso entrar en el Govern.