Cotarelo, de defender la Transición a demonizar la democracia española
El politólogo madrileño apoya el derecho a la autodeterminación de Cataluña, hecho por el que TV3 le da voz, mientras se ha instalado delante de la casa de Puigdemont, a quien admira
1 agosto, 2019 00:00Ramón Cotarelo García (Madrid, 1943) ha logrado cierta notoriedad en Cataluña en los últimos tiempos por su defensa al llamado derecho a decidir de los catalanes [independentistas]. Sin embargo, hace años argumentaba que la Transición fue un proceso positivo para España, aunque ahora matiza aquella visión mientras en TV3, casa que le da cobijo, brinda “por la libertad” de la comunidad autónoma.
Cotarelo García nació y creció como García Cotarelo, pero cambió el orden de sus apellidos en el Registro Civil. Asegura que lo hizo por dos motivos: el primero, porque “Garcías hay cientos de miles”; el segundo, porque sus abuelos tuvieron solo hijas y el apellido se perdía. Y los Cotarelo –desliza–, con origen en Galicia, eran “gente de bien” --terrateniente, ella; catedrático, él-- (de derechas), mientras que los García, conquenses, eran campesinos (de izquierdas), aunque el abuelo “pilló” una concesión de contrata de obra pública durante la dictadura de Primo de Rivera y tampoco le fue mal, según explicó él mismo en El Crític.
Política en las venas
Este politólogo español, catedrático emérito de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), publicista, escritor y traductor se ocupó del análisis de la Transición como fenómeno positivo para España desde un punto de vista “académico y objetivo”. Ello le valió que los sectores más críticos le acusaran de presentar una visión “edulcorada y legitimatoria” del proceso. Nótese que en 1992 pensaba que “los críticos de la democracia en realidad no son demócratas”, aunque ahora escribe que España es una “dictadura” y que la democracia verdadera está en Cataluña. Curioso, porque afirma que “la dictadura se apoya en un control absoluto de los medios de comunicación, al servicio incondicional de la política del gobierno”.
En casa de los García Cotarelo siempre interesó la política. El padre se marchó a Madrid a estudiar; también la madre. Se conocieron en el Ministerio de Propaganda y, tras la guerra, se exiliaron a Francia, de donde regresaron previo paso por la vicaría, en segundas nupcias en el caso de ella (como repetiría Ramón). En ese contexto nació él, el mediano de tres hermanos, si bien la mayor falleció al poco de nacer. Así, él no podía estudiar otra cosa que Ciencias Políticas. La facultad, además, le quedaba cerca del hogar. Cabe mencionar que sus padres pasaron por la cárcel. También Ramón, que inhabilitado por ello para ejercer en España pasó una temporada en Alemania. Su progenitor se exilió unos años a Colombia.
Desengaños comunistas y podemitas
Más adelante se afilió al Partido Comunista, pero el carné apenas le duró cuatro meses. “Los comunistas se entregaron al franquismo”, afirma. En diversas obras, de hecho, ha analizado la evolución del comunismo y del socialismo. También fue contracorriente cuando, en los inicios de la década de 1990, salió en defensa de los gobiernos de Felipe González, que estaban en la diana por la corrupción y los GAL --es cierto que él exigió que se investigara este terrorismo--. Se sentía cómodo entre los pensadores de la órbita socialista cercanos a la cúpula del PSOE, nadando en la socialdemocracia de la década de 1980, hasta que uno y otro se alejaron para siempre.
En la universidad, fue profesor de Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, pero la nueva izquierda, la de Podemos, le supuso otro desengaño. “No es otra cosa que una fachada del fracasado PCE/IU”, escribe. Y fue leyendo a Juan Marsé como entendió que “Cataluña es una opción diferente de España”. Con todo, siempre ha tenido “mucha debilidad” por el nacionalismo catalán, “por reacción al nacionalismo español”. Si fuera catalán, sería independentista. “Hasta ahora, por la parte catalana, las cosas se han hecho muy bien”, sostiene este admirador del expresidente Carles Puigdemont. Es miembro de la Crida. Incluso asume sus tesis y carga contra parte del secesionismo (contra ERC).
Vive en el pueblo de Puigdemont
En los últimos meses se ha instalado con su familia en Sant Julià de Ramis (el pueblo en el que Puigdemont tenía que votar el 1-O; de hecho, su casa está delante de la del expresidente fugado). Asegura que, en Madrid, por el hecho de su defensa a la autodeterminación, sus hijos sufrían acoso en la escuela. Además, añade que, cuando alguien piensa como él, tiene que predicar con el ejemplo, y remar a favor de la causa desde el epicentro; en este caso, Cataluña. Adora la inmersión lingüística. Otra razón de peso para el traslado.
Para terminar, aparte de su pronóstico fallido de la independencia para mediados del 2019, este intelectual se muestra convencido de que la sentencia del juicio del procés ya está escrita “por orden directa” de Felipe VI. Y cree que vivirá la división de España.