Esquerra mide todas sus acciones. Las encuestas dejan al partido de Oriol Junqueras, de nuevo, en una posición envidiable. Ganaría las elecciones al Parlament, pasando la barrera de los 40 escaños. Pero las cosas podrían cambiar en los próximos meses. El argumento de los dirigentes de ERC es que es necesario ir a elecciones porque no está garantizada la aprobación de los presupuestos, aunque la CUP pudiera participar esta vez.
Llegará otoño, y la sentencia del Tribunal Supremo sobre los políticos independentistas presos. Y eso supondrá una gran presión de las entidades soberanistas sobre el Govern de Quim Torra para que se tomen medidas en contra de la “represión” del Estado. La ANC quiere protestas y manifestaciones en la calle, que recuerden que el objetivo es la independencia y no manejar con más o menos acierto un nuevo presupuesto. Pero esa no es la posición de Esquerra, marcada por una obsesión desde hace años: demostrar que es capaz de gobernar, que puede ocupar la centralidad política en Cataluña y que si no lo hace en un tiempo prudencial corre el riesgo de quedar en un segundo plano durante mucho tiempo.
Presión social importante
Por ello, el equipo económico que dirige el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, insiste en una idea: quien recibe las demandas, quien sabe qué se podrá hacer en los próximos meses, es Economía. El sector sanitario y el educativo, los colectivos sociales, todos reclaman a Aragonès nuevas partidas, que están congeladas desde 2017. Prorrogar por tercera vez unos presupuestos sería algo nunca visto, aunque existe un vacío legal que no lo podría impedir.
Sin presupuestos, desde 2017, con una presión social importante, con las costuras de la hacienda catalana superadas, los dirigentes republicanos señalan que no habría otra salida que la convocatoria de elecciones.
La baza del salario mínimo
Eso coincidiría con la sentencia del Supremo, con lo que el independentismo podría aprovechar el momento. “Sería lo óptimo, ofrecer a la ciudadanía catalana la posibilidad de formar un nuevo gobierno, con toda la información de lo que ha ocurrido en los últimos años, pero es que, además, no se puede gobernar sin presupuesto, sin proyectos y sin un horizonte de lo que se quiere hacer”, señala una de las fuentes consultadas.
Aragonès ya inició esa carrera hacia las elecciones este pasado jueves, con la propuesta de un salario mínimo catalán, que se pudiera aplicar a partir de la concertación social. Todos los números que ofreció, sobre la economía catalana, intentaban reflejar una mejor gestión, por parte del Govern, que habría controlado el déficit público. Eso sí, y ahí reside la paradoja: esa contención se explica en gran medida porque las cuentas están prorrogadas, desde 2017.
A la espera de Artur Mas
El gran problema para Esquerra, que todavía no ha decidido quién será su candidato a la Generalitat, es que el único que puede convocar las elecciones es el presidente Quim Torra, aconsejado por Carles Puigdemont. Y a todo ese mundo, el de Junts per Catalunya, no le interesa una convocatoria electoral inminente. En plena ebullición, con críticas internas cruzadas, y sin candidato, Junts per Catalunya piensa en el primer trimestre de 2020. A partir de febrero, Artur Mas finaliza su periodo de inhabilitación por la causa del 9N. Y, aunque no es un primera intención, Mas se dejará querer para ser el candidato si su partido se lo pide.
Esquerra conoce a la perfección todos esos planes. Y quiere elecciones antes de acabar el año, con un arma muy clara: ¿se puede gobernar sin presupuestos?
Pere Aragonès presentará en septiembre las cuentas para 2020, a la espera de iniciar un negociación con los grupos parlamentarios, pero con la convicción de que no tendrá los apoyos necesarios. ¿Lo asumirá Quim Torra?