Pinza de los presos de JxCat y ERC contra Puigdemont para investir a Sánchez
El independentismo se bifurca en el debate sobre la investidura, con los ‘duros’ del presidente huido en contra de facilitar nada al líder del PSOE
28 junio, 2019 00:00Un duelo ya descarado, con Pedro Sánchez en el centro del debate. Los políticos presos de Junts per Catalunya quieren una ventana de oportunidad, y han reclamado, a través de una carta a la cúpula del partido, que se facilite la investidura del líder del PSOE, con una abstención. No quieren más vetos, ni forzar unas nuevas elecciones. Son Jordi Sànchez, que siempre se ha mostrado dispuesto a abrir un nuevo tiempo, Josep Rull y Jordi Turull, éste con más reticencias. Y en eso coinciden con Esquerra Republicana, inclinada a esa abstención. Es una pinza contra Carles Puigdemont, que ha movido a todos sus alfiles para impedir la operación.
Puigdemont es un hombre “rabioso y rencoroso”, señalan desde el entorno independentista. Se le respeta y se le teme, pero esta vez se quiere presentar batalla. Josep Rull y Jordi Turull tienen ascendencia en ese mundo posconvergente. También Jordi Sànchez, pero son los dos primeros los que conocen la naturaleza del partido, del PDeCAT y de buena parte de Junts per Catalunya. ¿Cuál es el problema? Que Puigdemont ha logrado formalizar un núcleo férreo, que se mueve en las redes sociales, que influye en los medios de comunicación, y que se opone a cualquier salida que implique pasar página.
Los argumentos de los 'irredentos'
De inmediato, tras conocer la misiva de los políticos presos, reaccionó el grupo de Junts per la República, con el historiador Agustí Colomines a la cabeza. El argumento a favor del no es contundente: “Por responsabilidad, por coherencia, y porque sería absurdo que las víctimas de la represión salieran al rescate del gobierno de un Estado que criminaliza el independentismo, lo persigue y lo encarcela. La ruptura cotidiana debe tener efectos reales en la política parlamentaria”, se señala en un comunicado. En Junts per la República participan diversos diputados en el Parlament, como Aurora Madaula y Antoni Morral. Son los impulsores, a su vez, de la Crida Nacional per la República, el proyecto de Puigdemont, que no ha cuajado y sigue en el congelador.
El expresident cuenta con otros “soldados”, como Josep Costa, vicepresidente en la Mesa del Parlament; o las diputadas en el Congreso, como Laura Borràs y Míriam Nogueras. Se trata de un núcleo de “irredentos” que no desean ni que avance la política española ni la catalana.
La carga emotiva de los presos
La dirección de Esquerra Republicana sigue con atención esa pugna. El partido abraza las directrices de Oriol Junqueras, con la idea de facilitar la investidura de Pedro Sánchez. La intención es la de abstenerse, en la segunda vuelta de la votación de investidura, o, incluso, en la primera. Con la idea de que Sánchez acabará teniendo los votos de Unidas Podemos y del PNV, esa abstención lograría más votos a favor que en contra de Sánchez. Pero esta vez, la estrategia de los republicanos es la misma que la de los políticos presos de Junts per Catalunya, con toda la carga emotiva que ello comporta, máxime cuando los medios públicos de la Generalitat inciden cada día en la situación de esos presos y de sus familiares.
La pinza cuenta con otro actor de primera línea: Artur Mas. El expresidente intenta ejercer un papel de puente para salvar el espacio político de Junts per Catalunya. Y pide también la abstención para permitir que Pedro Sánchez salga investido. Lo que se juega el independentismo es un lugar en el mundo, y ese mundo estará en el Congreso, con mayorías y minorías y con cuatro años por delante, en los que se deberá dirimir qué pasa con los presos una vez se conozca la sentencia del Tribunal Supremo.
Puigdemont, en el centro
Ni los presos quieren quedar a la intemperie, ni los partidos quieren aparecer como los culpables de un bloqueo, de que se les arrincone en el Congreso. Si se abstienen, entrarán en el juego político con el PSOE, el que permite influir y ganar o perder votaciones sobre todos los ámbitos.
El centro de todo es Puigdemont, y un grupo de dirigentes que se han convertido en su guardia pretoriana. Al propio Puigdemont, desde su posición personal y política, en Bruselas, no le interesa ningún avance. La cuestión es que ha enrolado a un grupo heterogéneo, desde las trincheras y estrategia de fondo de Colomines, al seguidismo “prepolítico” de Borràs o Nogueras.
La espera de los republicanos
Las condiciones que colocan sobre la mesa esos “irredentos”, como los denominan algunos dirigentes de Junts per Catalunya, relacionan cosas distintas, y piden a Sánchez atender las recomendaciones del grupo de la ONU y retirar los “impedimentos” para que el propio Puigdemont, Toni Comín y Oriol Junqueras puedan tomar posesión como eurodiputados.
La decisión de Junts per Catalunya puede tener consecuencias importantes en el seno de ese espacio. Un no impuesto por Puigdemont, en contra de la opinión de los propios políticos presos puede debilitar todo el mundo posconvergente. Y eso es lo que está esperando Esquerra, que mira de reojo todo lo que hace ese movimiento, aunque haya decidido un camino propio.