Una crisis en toda regla. Albert Rivera no puede ocultar el enorme malestar interno en Ciudadanos, que ha funcionado hasta ahora como una organización jerárquica, sin fisuras. La salida de Toni Roldán, hasta ahora el portavoz económico del partido en el Congreso, --anunciada en exclusiva por Crónica Global-- marca un antes y un después en el partido naranja. Dirigentes territoriales como Francisco Igea, en Castilla y León, ofrecieron su apoyo a Roldán y también una de las figuras clave de Ciudadanos, Luis Garicano, que se ofreció a luchar por sus "ideas".
¿Qué ideas, qué está en juego? Rivera no ha querido escuchar a nadie. Ni a referentes intelectuales como Francesc de Carreras, ni al propio Garicano ni a Roldán, que llevan semanas advirtiendo al líder de que el giro a la derecha desnaturaliza el espíritu inicial, pero, principalmente, invalida "un gobierno de centro" en España. Lo apuntó Roldán, de forma contundente, este lunes en el Congreso. "La dirección del partido ha tomado una estrategia que no puedo compartir. Lo he dicho cada lunes, pero no he tenido éxito. Los costes para España de la dirección elegida por Ciudadanos son demasiado altos", señaló.
La ejecutiva, con Rivera
Sin embargo, la estrategia de Rivera, por ahora, obtiene el sí de la mayoría de la ejecutiva. Justo este lunes, por petición de Luis Garicano y Javier Nart, el mantenimiento del veto a Sánchez se sometió a votación. El resultado fue de 24 votos a favor de mantenerlo, cuatro en contra y tres abstenciones. Nart, al final de la ejecutiva, decidió dimitir, aunque por ahora mantendrá su puesto como eurodiputado en Bruselas.
Las cosas siguen sin estar claras. Lo que que quería recuperar Roldán --y ahora se abre una posibilidad para que algunos dirigentes lo intenten desde otro lado-- es abundar en las reformas económicas y sociales y buscar implementar ese programa con el PSOE. Un partido que, pese a la retórica, está pidiendo un posible socio en el centro del tablero. Esas reformas pasan por intentar solucionar, por ejemplo, el problema de las pensiones con el método de la llamada mochila austriaca y que pasa por acumular las cotizaciones de cada trabajador a lo largo de su vida, liberalizando, a cambio, el mercado laboral.
¿Pactar con Vox?
Esas advertencias en las reuniones de las llamadas permanentes de Ciudadanos han caído en saco roto. Rivera se apoya en un núcleo muy reducido, con José Manuel Villegas y Juan Carlos Girauta. Nadie dice nada en contra, todo está perfecto y la apuesta por el PP y Vox se justifica sin dudar. También lo hacen dirigentes como Jordi Cañas --ahora eurodiputado-- que, cuando se le pregunta por ello, asimila la aproximación a Vox con la CUP, por parte del independentismo. Y, por tanto, dejando claro que los acuerdos siempre se suscriben con el PP, ¿qué problema hay?
Para Roldán o Garicano el problema es mayúsculo. Y para dirigentes como Francisco Igea son del todo incomprensibles. Igea había iniciado una aproximación con el PSOE en Castilla y León, que ganó de forma clara las elecciones autonómicas. Todo estaba acordado. Pero Rivera mandó cambiar por completo. Había que pactar y ofrecer el gobierno autonómico al PP, pese a los casos de corrupción, pese a llevar más de 30 años en el poder. Entonces, ¿cómo se justificaba ese pacto y el de Andalucía, donde el PSOE fue desalojado del Parlamento? ¿Se pueden adoptar los dos acuerdos, sin pestañear? Para Rivera sí.
Roldán le dedicó una frase a ese asunto, aunque en toda su intervención estaba latente ese principal reproche: "Este no es el contrato que yo firmé. ¿Cómo vamos a ser creíbles en la regeneración si apoyamos a gobiernos que llevan 20 años en el poder?".
El 'problema catalán'
La otra cuestión es qué hacer con el problema catalán. Ciudadanos ha sido el partido más combativo y ello le posibilitó ganar las elecciones autonómicas el 21 de diciembre de 2017. Pero la idea de Manuel Valls de impedir que el independentista Ernest Maragall pudiera ser alcalde supuso otro reto para la formación.
El partido, con la determinación --otra vez-- de Rivera, decidió escindir el grupo municipal en el Ayuntamiento de Barcelona. Y decidió abstenerse en la votación entre Ada Colau y Maragall. Valls asumió el reto y fue apoyado por Garicano y Roldán, entre otros dirigentes, al decantarse por Colau. El no a Colau suponía el sí a Maragall, aunque fuera en abstención, porque sin sumar 21 concejales, Maragall era alcalde al ser la lista más votada.
Con Marcos de Quinto
La apreciación de Roldán sobre ello trasluce el malestar en el partido por la opción de combate de Rivera, que, la comparta o no, fue apoyada públicamente por Inés Arrimadas: "Los buenos políticos no son los que más se pelean sino los que son capaces de poner por delante los intereses del país de los intereses del partido".
Lo que está en juego atañe a toda la política española en su conjunto. ¿Puede haber una fuerza centrista en España, que apueste por la estabilidad de los gobiernos? Es lo que verbalizó Roldán, con la incógnita de saber ahora cómo se reorganizará el partido. Para Rivera, hay que seguir delante. Lo manifestó con un mensaje en su cuenta de Twitter en el que agradeció el trabajo durante estos años de Roldán, para decir, a continuación, que Marcos de Quinto lo iba a sustituir en la ejecutiva, y punto final. El exdirectivo de Coca-Cola es ahora uno de los más estrechos colaboradores de Rivera.
Las reflexiones de Roldán
Las manifestaciones de Roldán dejan evidencia del problema con toda su crudeza:
- "Vinimos a superar la dinámica entre rojos y azules y nos hemos convertido en azules"
- "¿Cómo vamos a liderar un proyecto liberal si no nos separamos de la extrema derecha, que está en las antípodas?"
- "España tiene una oportunidad histórica para un Gobierno estable, sería un gran error no aprovecharla, no voy a participar más de la polarización política".
- "No somos capaces de enfrentarnos a la extrema derecha"
Rivera tiene un problema, pero quizá lo ha solventado ya. Un Ciudadanos con la marcha directa hacia la posible sustitución del PP y unos exdirigentes de Ciudadanos con la mirada puesta en otro proyecto.