Manuel Valls ha irrumpido en la vida política catalana con la intención de romper la “política de bloques” que desde hace años domina el territorio. En un momento de tanta polarización como el actual su propósito no es fácil y, a tenor de las encuestas, no está claro que exista un nicho electoral suficientemente amplio para esa idea de catalanismo que abandera: constitucionalista, leal con las instituciones del resto de España y progresista.
Valls carga contra Cs por su postura ante Vox
El politólogo Joan Botella, presidente de Federalistes d’Esquerres, afirma que “se desconoce” si hay una bolsa de votantes para un espacio que, como máximo, cree que podría ser de “un 10% del electorado”. Considera, además, que en “etapas críticas” como la actual “es una dinámica que no se puede predecir”. A la misma conclusión llega el politólogo y profesor en la Universidad Carlos III Pablo Simón: “Lo cierto es que no lo sabemos, porque en parte también la oferta genera la demanda. En una dinámica de polarización es complicado que se abra ese hueco, pero depende de quién y cómo se encabece”.
¿El nacionalismo se come al catalanismo?
Los expertos en demoscopia señalan que hay unos 250.000 electores huérfanos de una fuerza política catalanista. Los datos más recientes los maneja la plataforma que lidera la número dos de Valls en el Ayuntamiento de Barcelona, Eva Parera. De acuerdo con los sondeos que han hecho, calculan que una nueva formación catalanista y de centro obtendría al menos cinco diputados (cuatro por la provincia de Barcelona y uno por la de Tarragona) que se detraería del 47% de catalanes que se decantaron por opciones independentistas como PDeCAT y ERC.
Aunque Valls aprueba este proyecto, ha dejado claro que no renunciará a su escaño en el consistorio barcelonés y tanto en la campaña electoral como posteriormente se ha definido siempre como un hombre de izquierdas y progresista. Puede sumarse a un nuevo partido, pero no lo impulsará. Desde este punto de vista, el proyecto liderado por Parera serviría para rascar escaños a un catalanismo descontento con la deriva de JxCat y ERC pero que, en gran parte, ha sido absorbido por el nacionalismo.
La politóloga Berta Babet recuerda que, aunque en "teoría" el espacio de la antigua CDC "parece estar vacío", todos los "intentos para ocuparlo han salido mal", dice en referencia velada a proyectos como Lliures o Convergents.
El PSC capitaliza este espacio
Por su parte, Simón cree que Valls no tiene “mucho recorrido” como líder de este nuevo catalanismo. Y es que el catalanismo de izquierdas y constitucionalista lo representa el PSC, especialmente después de las últimas elecciones generales, donde fue la fuerza constitucionalista más votada en la región. Y el catalanismo restante o conservador ha mutado en el actual independentismo.
El partido de Eva Parera, que cuenta con el aval de Valls, es consciente de que hasta después de las sentencias a los líderes independentistas juzgados en el Tribunal Supremo es poco probable que se recupere la normalidad institucional. El entorno de Parera espera que la polarización actual abra paso a la constatación de que hay que “hacer de nuevo política”. Será ese el momento clave en que se dirimirá si este catalanismo de nuevo cuño puede ser una opción electoral útil.