Jaume Collboni (PSC), en plena forma, buscó el cuerpo a cuerpo con Ernest Maragall (ERC), con el permiso de Manuel Valls (Barcelona pel Canvi-Cs), muy firme en advertir de las consecuencias de que Barcelona caiga en manos del independentismo. Maragall, a su vez, se esforzó en desmarcarse de su virtual socia, Ada Colau (Barcelona en Comú), poco creíble en la defensa de su fracasada política de vivienda.

Elsa Artadi (Junts per Catalunya), visiblemente nerviosa, quedó relegada a un segundo plano junto a Josep Bou (PP), quien se las tuvo con Anna Saliente (CUP)

Así transcurrió el primer debate electoral organizado por BTV y la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB), donde se evidenció la resistencia de los candidatos del Ayuntamiento de Barcelona a pronunciarse sobre posibles pactos postelectorales tras el 26M.

La vivienda, tema clave

La vivienda, tema clave en la ciudad, se ha visualizado como “el gran fracaso” de Colau ya en los primeros minutos del debate. En ello han coincidido todos los aspirantes a sustituir a la líder de los comunes, quien ha atribuido esos errores a la especulación incentivada por los gobiernos del PSC y de CiU.

Colau ha asegurado que se ha producido un cambio radical, que ha combatido los pisos turísticos heredados de CiU, que se crea vivienda social más que nunca y que, por primera vez, se regula el sector privado.

Por el contrario, Valls y Bou han instado a buscar un pacto con el sector privado, mientras que Collboni ha pedido “humidad” a la primera edil y ha buscado el cuerpo a cuerpo con Maragall, al que ha acusado de dedicar ocho años al procés en lugar de ocuparse de ese tema. Artadi, visiblemente nerviosa y autorelegada a un segundo plano, ha acusado a Colau de mentir, mientras que Saliente se las ha tenido con el alcaldable popular, indignado tras ser acusado de hacer negocio por la cupaire. La exconsejera de Presidencia y el candidato de ERC sonaron poco creíbles en materia de vivienda, dada la errática gestión que han realizado sus partidos en la Generalitat.

Maragall se ha esforzado en desmarcarse de quien, se asegura, será su socia de gobierno si gana las elecciones, como indican las encuestas de intención de voto. Colau ha hecho lo propio, incluso soltando lastre de una moción votada por los comunes junto a ERC en el Parlament para regular los arrendamientos urbanos que, según ha admitido la alcaldesa, acabará en el Tribunal Constitucional por invasión de competencias.

El eje izquierda-derecha

El debate sobre la pobreza ha permitido a Valls preguntar a la alcaldesa cómo piensa erradicarla si pacta con el independentismo, algo en lo que ha coincidido Collboni, buscando de nuevo la controversia con Maragall. La hizo extensiva a Valls, al que retó a pronunciarse como un candidato de la derecha --Bou intentó echar un cable al exprimer ministro francés—mientras sacó pecho de su trayectoria socialdemócrata. Valls azuzó con los pactos, insinuando que el PSC pactará finalmente con Colau y Maragall.

La alcaldesa entró en ese debate izquierda-derecha, para reprochar a la candidata de JxCAT que no quiera municipalizar el agua, una exigencia innegociable para la candidata de la CUP, que buscó las cosquillas del contricante de ERC en ese sentido.

Artadi ha recurrido al mantra del déficit fiscal catalán en varias ocasiones.

Inseguridad

Al igual que ha ocurrido con el tema de la vivienda, la seguridad se ha vuelto en contra de Colau, ya que los datos son irrefutables. La delincuencia ha aumentado un 20% en la ciudad, algo que la alcaldesa atribuye a la falta de agentes de los Mossos d'Esquadra en general y al abandono del consejero de Interior, Miquel Buch, en particular. Ha pedido un fiscal especial para hurtos y delitos.

Collboni, Bou y Valls han reprochado a Colau que no haya ampliado la plantilla de la Guardia Urbana. El candidato de Barcelona pel Canvi-Cs ha centrado los reproches de Maragall y Saliente por la política de expulsiones de inmigrantes practicada en Francia.