El papel desplegado por los Mossos d’Esquadra en torno a la celebración del referéndum del 1-O ha sido duramente cuestionado a lo largo de las investigaciones del procés y, especialmente, durante el juicio que desde el pasado 12 de febrero acoge el Tribunal Supremo contra los doce líderes independentistas acusados de urdir la estrategia dirigida a proclamar la independencia de Cataluña. Pero algo ha cambiado en las dos últimas jornadas, hasta el punto de vislumbrarse en la vista oral un alineamiento de posturas entre la Guardia Civil y la policía autonómica catalana.
Las defensas de los procesados asisten atónitas a la alianza de versiones entre ambas fuerzas de seguridad. Pero también los fiscales. El relato de unas y otras dibuja un escenario en el que el apoyo entre los dos cuerpos se aleja de la tesis sostenida por el Ministerio Público, que en su escrito de calificación recrimina con severidad la pasividad de los Mossos y sus pautas de actuación “manifiestamente dilatorias y tolerantes” con las votaciones del 1 de octubre de 2017, al tiempo que describe duros enfrentamientos de los agentes catalanes contra los efectivos del Instituto Armado para evitar que estos procedieran a clausurar los centros en los que fueron instaladas las urnas.
En un derribo de estos alegatos cuando el juicio ha alcanzado su 24ª sesión, varios comandantes de la Benemérita, cuyos cuarteles fueron supuestamente asediados por manifestantes independentistas antes y después del 1-O, han puesto énfasis en el respaldo que recibieron de los mossos que intervinieron en esas jornadas. De hecho, uno de los brigadas ha sido elocuente al asegurar que el acceso al cuartel situado en Travessera de Gràcia, en Barcelona, habría sido “imposible” sin el auxilio de la policía autonómica.
Relato demoledor para las defensas
Para las defensas resulta demoledor este relato por cuanto revelaría un clima de hostilidad distanciado del discurso pacifista que manejan los letrados y apuntalaría el presunto delito de rebelión que los fiscales atribuyen a seis de los procesados. “Actuaron muy bien, se la jugaron, ¿eh? Cortaron las vías con furgonetas y contuvieron a la masa”, manifestaba el miércoles un agente de la Guardia Civil en relación con la intervención de los Mossos en Sabadell para aplacar el agolpamiento de decenas de personas a las puertas del domicilio de Joan Ignasi Sánchez, subordinado de la exconsejera de Gobernación Meritxell Borràs, mientras la vivienda era registrada.
En el vaivén de declaraciones que tienen lugar en el salón de plenos del Palacio de las Salesas, sede del alto tribunal, es la primera vez que los Mossos delinean una atmósfera de violencia y describen las agresiones a las que, según su testimonio, fueron sometidos, especialmente durante los días previos a la organización de la consulta. En las dos últimas jornadas del juicio, los agentes de la policía autonómica no han sido parcos en detalles, sobre todo en lo que se refiere a los zarandeos, golpes e insultos de los que aseguran haber sido víctimas junto a los efectivos del instituto armado.
El abogado Andreu Van Den Eynde interroga a uno de los agentes de la Guardia Civil que han comparecido ante el Tribunal Supremo / EFE
Marchena pone freno
Los letrados de los acusados, principalmente Andreu van den Eynde, defensor del exvicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras, y Jordi Pina, representante de los exconsejeros Jordi Turull y Josep Rull y del expresidente de la ANC Jordi Sànchez, intentan por todos los medios echar por tierra cualquier elemento que sugiera que los manifestantes a favor del referéndum no actuaron con sosiego. Pero frente a ellos también tienen al presidente del tribunal, Manuel Marchena, quien no titubea a la hora de frenar cualquier exceso en sus interrogatorios.
Precisamente, cuando la sesión de este jueves se aproximaba a su fin, Pina era amonestado. El abogado quería saber qué elemento le permitía al guardia civil que en ese instante estaba siendo interpelado inferir que el lanzamiento de un artefacto incendiario en el cuartel de Igualada (Barcelona) estuviera relacionado con el procés, tal y como había relatado previamente el testigo. Sin embargo, el magistrado no ha tenido miramientos a la hora de cortarle: “no le pregunte sobre razonamientos”. Al reformular Pina su pregunta, Marchena no ha dudado en intervenir de nuevo: “por favor, con seriedad, está usted haciendo la pregunta que le he dicho que no puede hacer. La razón no le interesa al tribunal”. El letrado ha tenido que eludir la cuestión, indignado: “pues si no le interesa al tribunal...”
El agente había explicado minutos antes que, el 28 de septiembre, un individuo “embozado” a quien no se le veía el rostro arrojó un artefacto impregnado en combustible. “Vi que había llamas y comencé a dar la voz de alarma correspondiente. Enseguida se sofocó el fuego”. Pese a que él no vio el objeto lanzado, asegura que leyó en las diligencias que al lugar acudió la Policía Judicial y los Tedax para examinarlo. Había caído a un pequeño patio que da acceso a los garajes y que está cubierto de cables y maleza.
La disposición de los Mossos
Ha sido una de las escenas más vívidas de las narradas hoy al tribunal, que a lo largo de estos días ha sido testigo, también, de cómo los propios Mossos se pusieron a disposición de la Benemérita, al menos en Sabadell. “Les dije que sin ninguna duda estábamos allí”, recordó un mosso.
El pasado 14 de marzo el exjefe del cuerpo autonómico ya intentó salvar los muebles respecto al papel de sus agentes, dejando patente hasta qué punto eran divergentes las posiciones de la Generalitat y los Mossos al recordar las advertencias que trasladó al expresidente Carles Puigdemont acerca de los conflictos en los que podía derivar la celebración del referéndum así como el mensaje que le transmitió respecto a que el cuerpo no acompañaría al Govern en su proyecto independentista.