"Los manifestantes que estaban a primera hora tenían una actitud más alegre y por la noche el ambiente era más hostil”. Así se ha referido el teniente de la Guardia Civil encargado de la seguridad durante el registro en el Departamento de Economia el 20 de septiembre de 2017 en relación al tono más oscuro que, a su juicio, estaba adquiriendo la protesta ante las puertas del edificio público con el paso de las horas.
Si los agentes del Instituto Armado que registraron el mismo día la Consejería de Exteriores retrataron un escenario de “terror total”, con intentos de sustracción de uno de los detenidos por la ventanilla del vehículo policial, los dos testigos de este lunes han admitido que no sufrieron ninguna agresión, pero que sintieron indefensión por la pasividad de los Mossos y ante la posibilidad de que “la masa” les hubiera “machacado” si conseguían derribar la puerta del Departamento liderado por Oriol Junqueras.
Jornada clave
La jornada del 20S se está convirtiendo en uno de los acontecimientos clave para apuntalar la acusación de rebelión y sedición a la que se enfrentan los dirigentes juzgados en el Tribunal Supremo. En la primera semana de la vista oral, los acusados se limitaron a hablar de unas protestas enmarcadas en el derecho de reunión y de libertad de expresión, y seis semanas después, los guardias civiles, así como la fedataria judicial que han desfilado por la sala segunda narran unos episodios de “hostilidad” ante su presencia y con la connivencia de los Mossos d’Esquadra.
Es así como los guardia civiles de este lunes han hablado ante los magistrados de nervios, preocupación y alternativas para salir del edificio asediado: “la secretaria judicial propuso lo del helicóptero, estábamos nerviosos, habíamos recibido llamadas de nuestros familiares preocupados por nuestra situación, la secretaria estaba muy nerviosa y yo lo que hice fue quitarle hierro al asunto”.
20 horas encerrados
El primer teniente en declarar, responsable del registro en Economía, ha explicado cómo los agentes del dispositivo de seguridad salieron aún más tarde que la policía judicial, sobre las 7 de la mañana del 21 de septiembre (casi 24 horas seguidas en el edificio, ya que accedieron al Departamento a las 8 de la mañana del día 20) por culpa de la “masa” que obstaculizaba su salida con el material requisado.
Según el segundo oficial en declarar, los insultos empezaron a las 9 horas de la mañana, pero la llamada revolución de las sonrisas solo mostró su cara más agria cuando empezó a anocher y la multitud que permanecía en la calle era más agresiva. A partir de la tarde fue cuando varios coches de la guardia civil se vieron en “situación de cerco”: "siempre aparcamos en la calle y no pasa nada. Lo que pasó aquel día no había pasado nunca”, ha asegurado el teniente encargado de la seguridad en relación a los daños que sufieron los vehículos.
Las defensas tratan de desmontar la versión
El testigo también ha hecho hincapié en la situación “esperpéntica” de tener que “gestionar la seguridad con el presidente de una asociación”. “Se tiene que hacer entre cuerpos de seguridad”, ha espetado. Y es que la actuación de los Mossos ha sido otro de los puntos puestos en entredicho por los guardias civiles, que han acusado a la intendente Teresa Laplana de “acatar” las órdenes de Jordi Sànchez y no ver necesario tomar medidas antes el corte a la circulación que habían hecho los manifestantes en las calles colindantes.
Las defensas han intentado en su turno desmontar la versión de los guardias civiles mostrando la colaboración que, a su juicio, mostraron tanto los líderes de las entidades independentistas como los políticos que se desplazaron ante el Departamento. Ha sido Jordi Pina, letrado de Jordi Sànchez, quien ha conseguido que los agentes admitieran que ningún agente salió lesionado. “Les tiraron latas y a uno le dio un mechero debajo del ojo”, ha añadido el agente. Pina también ha destacado que en una anterior declaración en la Audiencia Nacional el oficial sólo habló de “abucheos" y no de lanzamiento de objetos. También han admitido que una ambulancia pudo entrar entre la multitud ante la indisposición de una de las congregadas.
Los testimonios de los dos oficiales de la Guardia Civil han retratado un escenario hostil en el que políticos, “masa” y los líderes de la ANC y Ómnium Cultural campaban a sus anchas mientras los cuerpos de seguridad del Estado no tenían facilidad de movimientos. La dejación de funciones de los Mossos era tanta, afirman, que sus interlocutores fueron Sànchez y Cuixart. "Cuixart me dio la mano al despedirse y Sànchez me dio su teléfono”.