Felicitaciones a Carles Puigdemont. A la dirección de Esquerra Republicana le parece “muy bien” que el expresidente se presente como candidato a las elecciones europeas. La portavoz del partido, Marta Vilalta, sonríe. Pero los republicanos tienen un plan. Ha llegado la hora de la verdad: la dirección ha activado todos los mecanismos internos para jugar a ganar y eso pasa por las elecciones generales. El objetivo es de peso: arrinconar a Puigdemont, superar al mundo posconvergente que se ha articulado en torno a la figura del expresidente catalán y lograr la hegemonía en el campo independentista, con la vista puesta en las municipales del 26 de mayo y en las autonómicas, que, previsiblemente, llegarán después de la sentencia del juicio por el 1-O, y después del verano.
La palanca debe ser el resultado que se consiga en las elecciones generales. Esquerra considera que los socialistas tienen opciones, esta vez, de ganar los comicios en Cataluña, pero los republicanos, puedan ganar o no esa primera plaza, a lo que aspiran es a superar a Junts per Catalunya, la marca que está a disposición de Puigdemont, después de una operación de derribo del PDeCAT.
Interlocutor válido en Madrid y Barcelona
¿Lo tiene fácil Esquerra? Los nervios vuelven a aflorar entre los dirigentes republicanos. El hombre fuerte, con Oriol Junqueras en prisión, y pendiente del juicio, que será el cabeza de lista a las generales, es Pere Aragonès, vicepresidente de la Generalitat. Más allá de Junqueras, o de Marta Rovira, la secretaria general que se encuentra en Suiza, el partido se ha activado: “Son cuadros, militantes, alcaldes, diputados, todos están movilizados para ganar las elecciones”, aseguran fuentes de la dirección. Lo que se juega es el primer puesto entre las fuerzas independentistas, con el objetivo de aparecer como un “interlocutor” válido en Madrid, pero también en Barcelona, como la fuerza política emergente que pueda gobernar la Generalitat con solvencia.
Por eso han situado a Junqueras como cartel electoral, aunque se desee iniciar una nueva etapa. “Junqueras será el cabeza de lista en todas las elecciones por el momento”, señalan las mismas fuentes de la dirección. No pueden hacer otra cosa. Pero el día después de las elecciones generales, con los resultados en la mano, se tomarán decisiones. Junqueras seguirá pendiente del juicio del 1-O. Y no podrá tomar el acta de diputado, ni aceptarla si quiere ser, también, el cabeza de lista en las europeas.
Carles Puigdemont
Hacer política con grupo parlamentario
Con un grupo parlamentario de nueve, diez u once diputados, como señalan las encuestas, Esquerra “sí podrá hacer política”, se recuerda, a diferencia de Junts per Catalunya, que ha situado a Jordi Sànchez como candidato, con nombres como Míriam Nogueras y Laura Borràs, y también el abogado de Puigdemont, Jaume Alonso Cuevillas. Todos son fieles del expresidente, después de borrar del mapa a los veteranos diputados que procedían de Convergència, como Carles Campuzano o Jordi Xuclà. El objetivo de todos ellos es “bloquear” el Congreso y la política española, porque sólo podrían apoyar a un presidente del Gobierno español, al socialista Pedro Sánchez, si se puede acordar un referéndum de autodeterminación.
La batalla en las generales entre esas dos concepciones será crucial para el futuro inmediato en Cataluña. Los dirigentes republicanos consultados lo ven como un acicate para lo que llegará después. Sin embargo, ese mismo clima lo vivió ERC en vísperas de las elecciones del 21 de diciembre. Una lista organizada en el último momento por Puigdemont, con la marca de Junts per Catalunya, y el apoyo no demasiado entusiasta del PDeCAT, logró imponerse a Esquerra y sólo quedó por debajo de Ciudadanos, con 36 diputados, que aglutinó buena parte del voto antiindependentista. Si Esquerra hubiera quedado en primera posición, dentro de ese ámbito independentista, “las cosas hubieran cambiado mucho”, se señala.
Ernest Maragall, candidato a la alcaldía de Barcelona de ERC
Municipales, con Barcelona a la cabeza
Pese a todo, al margen de que existen dos claras estrategias, Esquerra no acaba de aterrizar. No podrá, se insiste, hasta que no se conozca la sentencia del juicio del 1-O, hasta no conocer la suerte de Junqueras, y de Marta Rovira en Suiza, o de Toni Comín en Bélgica. La voluntad es buscar acuerdos con otras fuerzas políticas y gobernar la Generalitat, sin maximalismos, pero todo dependerá de la fuerza del adversario, del supuesto compañero de viaje, de la capacidad de Puigdemont de mantener su liderazgo entre el electorado independentista. Los distintos sondeos publicados indican que la ventaja de ERC respecto a Junts per Catalunya sería grande en las elecciones generales, con unos diez diputados para los republicanos, por los seis o siete de la lista de Jordi Sànchez. Pero la lucha sin cuartel llegará después, en las elecciones municipales, donde se juegan ciudades grandes y medias, además de todo el peso territorial en Girona, Lleida o Tarragona, que otorgará las presidencias de las diputaciones provinciales.
Eso significa poder económico, y puestos para repartir, para lograr, desde esas plataformas, “la hegemonía” en el campo independentista. En primer lugar, en ese ámbito, está Barcelona, con Ernest Maragall como candidato a la alcaldía.
Ganar las europeas
Esquerra sólo ha ganado unas elecciones de forma clara en Cataluña. Fueron las europeas de 2014, cuando obtuvo el 23,67% de los votos, con un total de 592.851. La entonces CiU consiguió 547.653 votos, el 21,85% del total, mientras que el PSC quedaba en tercera posición, con el 14,28% y 357.736 votos.
Ahora el reto es hacerlo en las elecciones generales. Todo el partido se ha puesto en marcha, con el objetivo de dejar atrás, de forma definitiva, al independentismo que representa Puigdemont.