Contundente, alegre en algunos instantes. También desafiante. Y sin entrar en ninguno de los hechos. La declaración de Oriol Junqueras era esperada por la dirección de Esquerra Republicana. Su actuación en el Tribunal Supremo se había planificado para que fuera toda una declaración de intenciones del propio proyecto político de los republicanos, descartando por completo entrar en lo que se juzgaba. Junqueras rechazó contestar a la Fiscalía y a la Abogacía del Estado, y sólo respondió las preguntas de la defensa. El líder de Esquerra ha asumido el coste de una posible sentencia condenatoria. Sabe también que podría ser inhabilitado durante años, pero quiere mantenerse, y el partido lo tiene interiorizado, como el referente político que logre, para los republicanos, alcanzar la hegemonía política en Cataluña a corto plazo. A Junqueras se agarra con fuerza el partido, pase lo que pase tras la sentencia del Supremo.
En una batalla cruenta con el mundo de Convergència, que ha existido siempre, pero en un plano de igualdad sólo desde hace unos 15 años, --con una gran intensidad durante la elaboración del Estatut que se aprobó en 2006, y desde el inicio del proceso independentista en 2012-- Esquerra cree que le ha llegado el momento. Que podrá gobernar Cataluña, desde la Generalitat, y desde el territorio, con alcaldías que están al alcance de la mano, como la propia ciudad de Barcelona. Y en todo ese proceso, la figura de Junqueras es determinante.
Junqueras y la actuación de Puigdemont
Por ello, Junqueras insistió en su declaración en el Supremo, que su partido “nunca, nunca, nunca”, ha apostado por la violencia, y que desea una vía de diálogo político que logre una salida y que ésta pase “de algún modo” por el respeto al voto de todos los catalanes. Junqueras incidió en que “no se cometió ningún delito”, en que “no hubo delitos” en todo el proceso que impulsó el Gobierno de la Generalitat, desde las primeras manifestaciones independentistas, en 2012, y, especialmente entre septiembre y octubre de 2017, que incluyó el referéndum del 1 de octubre y la declaración de independencia del 27 de octubre en el Parlament.
Eso lo dirimirán los jueces del Tribunal Supremo. Pero lo que quería mostrar Junqueras es que el movimiento independentista seguirá vivo, que tiene fuerza y que lo debe representar Esquerra Republicana, en detrimento de ese instrumento, la Crida, que se está construyendo alrededor de Carles Puigdemont. El expresidente quien, entre otras cuestiones no menos importantes, no está siendo juzgado, porque se fue de España y se ha instalado en Bruselas, tras el fracaso, por parte de la justicia española, de la euroorden.
Oriol Junqueras, en su intervención en el juicio del Supremo
¿Puede aterrizar Esquerra?
El mensaje de Junqueras también fue ese: él asume el coste de la posible condena, en beneficio del proyecto político de los republicanos. Y Puigdemont, que alabó su intervención en su cuenta de Twitter, sigue en el extranjero.
¿Se equivoca Junqueras? Su defensa política, a juicio de la dirección de ERC, como explican fuentes republicanas, es la única posible. Con la necesidad de “aterrizar”, de buscar un camino político, que abandone de una vez la “unilateralidad”, Junqueras facilita esa apuesta, aunque sigue dejando muchas dudas. ¿Es fiable, esta vez sí, tiene dirigentes y cuadros preparados, capacidad de llegar a acuerdos con los no independentistas para beneficiar al conjunto de la sociedad catalana? ¿O Junqueras se escuda ahora en un ideario que no practicó en su etapa como vicepresidente de la Generalitat, cuando el gobierno catalán se saltó la Constitución y el Estatut?
La paradoja de Junqueras
En eso está el partido, en aterrizar, y quiere demostrarlo cuanto antes, en las próximas elecciones generales, que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciará este viernes. También en las elecciones europeas, el 26 de mayo, en las que el propio Junqueras figura como cabeza de lista. En las municipales, ese mismo día, y en las catalanas, que podrían llegar en otoño, tras conocer la sentencia del Tribunal Supremo.
Oriol Junqueras: "Amo a España"
En todas ellas, el gran objetivo es superar con claridad a los exconvergentes y constatar que se inicia un nuevo ciclo en Cataluña con ERC como fuerza hegemónica --con permiso de lo que puede lograr Ciudadanos, que ganó las elecciones del 21D-- y que todo ello enlaza con la historia de Cataluña y la Esquerra de la II República.
El vicepresidente de la Generalitat, el consejo de Economía, Pere Aragonès, insistió, tras la declaración de Junqueras, en esa cuestión, en la de defender un proyecto independentista “democrático”, lejos de la unilateralidad, que es, precisamente, lo que se juzga en el Supremo, y que tiene como uno de los máximos protagonistas y responsables a Oriol Junqueras. Esa es la paradoja. Pero Junqueras está dispuesto a asumir el sacrificio de una posible condena, por el bien futuro de Esquerra.