La oposición del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont a contar con la exconsellera de Presidencia Neus Munté para la candidatura de Barcelona en las elecciones municipales ha evidenciado la separación irreconciliable de Puigdemont con el sector afín al también expresident Artur Mas.
La exconsejera pasó de ser la primera opción que tenía Mas en mente para que le sustituyera tras el veto de la CUP a investirle como presidente de la Generalitat, a abandonar el barco antes del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. Una traición que acabó a gritos tras su salida del Ejecutivo y que el mandatario huido a Waterloo (Bélgica) sigue sin perdonar.
El papel 'progresista' de Munté
En los momentos críticos de CDC, asediado por los casos de corrupción, Mas decidió contar con Munté, sindicalista procedente de UGT. El entonces presidente consideró que su figura dotaba al partido de centroderecha de un aire más progresista y que no podía suscitar las antipatías de la CUP, formación de la que dependía Junts pel Sí para tener la mayoría parlamentaria.
Pero no tuvo que pasar mucho tiempo para que se apreciara que el compromiso que Munté estaba dispuesto a asumir no contemplaba convertirse en la máxima responsable de esa hoja de ruta que inevitablemente pasaba por la desobediencia a los tribunales y que dio el pistoletazo de salida con las elecciones del 27 de septiembre de 2015 (27S). Munté declinó hasta en tres ocasiones ser investida presidenta de la Generalitat.
Resolución Junts pel Sí y CUP
No obstante, antes de dar su negativa a Mas, amagó con la posibilidad de desobedecer. Con la conformación del nuevo Parlament tras el 27S, Junts pel Sí y la CUP sacaron adelante una resolución que instaba a "declarar solemnemente el inicio del proceso de creación del Estado catalán" mediante la ruptura de la legalidad vigente y desobedeciendo al Tribunal Constitucional si se requería. Esta resolución suscitó durante una reunión la inquietud de algunos consellers, como el titular de Economía Andreu Mas-Colell, el de Interior Jordi Jané, o el consejero de Empresa, Santi Vila. Otros, como Ferran Mascarell, defendieron el texto. En medio de ambas posturas estaban dirigentes como Felip Puig e Irene Rigau, que pidieron explicaciones al entonces consejero de Presidencia, Francesc Homs, para saber si era solo una estrategia para obtener el sí de la CUP a la investidura de Mas.
Munté, así como la consejera de Gobernación Meritxell Borràs, no intervinieron en la conversación. Posteriormente, cuando Munté apareció en los medios para explicar la resolución se limitó a contestar a las palabras del entonces presidente del Gobierno Mariano Rajoy, que había tachado de "provocación" la resolución. "Nos entristece que hable de provocación cuando lo que hay es un mandato democrático que se está empezando a ejercer por parte de unas formaciones avaladas por el voto de los catalanes", aseveró ante los medios.
Puigdemont era el segundo plato
Durante esta rueda de prensa, la consejera todavía contaba --en ese momento-- con la posibilidad de ser la sucesora de Mas. Pero rechaza aduciendo "motivos personales". La última tentativa de Mas para que acepte se produce el 8 de enero, dos días antes de investir a Puigdemont y de que terminara el periodo. El líder de CDC no confiaba del todo en el que finalmente fue president y, aunque ya le había hecho la propuesta, prueba de nuevo (sin éxito) de convencer a la exsindicalista.
La confianza de Mas con Munté es tal que en el Congreso del partido de ese verano, en el que la formación vota un nuevo nombre para marcar distancias con la corrupción de CDC, la elige como su número dos. De ese Congreso sale un liderazgo bícefalo: Mas como presidente del PDeCAT y Marta Pascal como coordinadora general.
Preparación del 1-O
La organización del referéndum del 1 de octubre de 2017 abrió un nuevo frente en el Govern. Algunos, como Jané, Vila o Borràs, ponen objeciones a la votación con el argumento de que será una repetición del llamado proceso participativo del 9N, liderado por Mas.
Munté, lejos de desmarcarse, asegura que si se opta por seguir adelante con el referéndum hay que garantizar su éxito y eso pasa por lograr una participación mayor que la que hubo en noviembre de 2016. Este compromiso que adquiere se vuelve a visualizar cuando niega --a petición de Puigdemont-- que el president y Rajoy se hayan reunido el 11 de enero en un intento del Gobierno de frenar el referéndum.
Renuncia al acta de diputada
Los meses avanzan. Ya en primavera, Munté vuelve a ser una figura clave dentro del Govern. Las relaciones entre el vicepresidente Oriol Junqueras y Puigdemont están tan deterioradas que la entonces consellera de Presidencia es la persona de conexión entre ambos y quien transmite los mensajes del uno al otro.
Los tres 'exconsellers' que dimitieron del Govern de Puigdemont antes del 1-O
Esta confianza, sin embargo, acaba abruptamente cuando, en la recta final para el referéndum, Munté presenta su dimisión junto a Jané y la consejera de Enseñanza Meritxell Ruiz. El 14 de julio de 2017 Munté abandona la portavocía del Gobierno de la Generalitat y el cargo de consejera de Presidencia por no estar de acuerdo con el escenario de desobediencia que se avecinaba con el 1-O. Así lo declaró ante el juez Llarena en calidad de testigo por el juicio del 1-O. Y aquí empieza a cavar su tumba política, siempre y cuando el PDeCAT siga estando bajo la subordinación de Puigdemont.