Ruptura total. Entre dos mundos. El independentismo no acaba bien el año. Los políticos independentistas presos han podido trasladar a sus interlocutores en los últimos días, antes de decidir dejar la huelga de hambre, que no podían entender la actitud del presidente Quim Torra. La queja se centra el discurso del mandatario catalán, que “tapó” esa huelga, con su apuesta por la vía eslovena y los actos de ayunos parciales en el monasterio de Montserrat. A todo eso le achacan su “incapacidad” para gobernar, lo que, en realidad, es un ataque también a los hiperventilados, a los que desean impulsar, cuando sea necesario, una vía rupturista unilateral.
Esas diferencias, manifestadas por los dirigentes presos, con Joaquim Forn a la cabeza, y con Josep Rull, Jordi Turull y Jordi Sànchez, muestran las grietas que se están produciendo en el movimiento independentista. La voz cantante la lleva Sànchez, que ha cobrado un papel determinante en la Crida, el proyecto político que quiere poner en pie Carles Puigdemont. El argumento de todos ellos es que Torra debería asumir un rol político que el president no sabe cómo articular, dado que se inclina en cada ocasión por ejercer de activista y no como un político que pueda encontrar salidas pragmáticas al colectivo que sigue en prisión.
Arrastrar los pies
Forn ha estado especialmente molesto, según sus interlocutores, como ha podido saber Crónica Global, por las críticas más o menos explícitas de Torra al cuerpo de los Mossos d’Esquadra. Fue consejero de Interior, y no puede entender las críticas a la policía autonómica por realizar la tarea que todo cuerpo policial tiene encomendada: garantizar el orden. Lo que el resto de dirigentes independentistas presos también reprochan a Torra es que no exista “ninguna estrategia”, que nadie desde el Govern sepa qué se debe hacer en los próximos meses, en una doble dirección: negociar con el Gobierno central, el día a día, y buscar un camino en el campo político-judicial para después del juicio sobre el referéndum del 1 de octubre, que comenzará a finales de enero.
Ese malestar se ha trasladado también a los partidos políticos. Si los reproches a Torra se ha dirigido desde las filas del ámbito postconvergente, la dirección de Esquerra critica que el presidente siga sin asumir la nueva realidad, y “arrastre los pies” en circunstancias como la del pasado jueves, con el acto de Foment del Treball, donde los esfuerzos fueron enormes para que Torra finalmente acudiera.
Pedro Sánchez y Quim Torra
Dirección política desde la prisión
En esa tesitura, con el círculo de los presos en contra, con una ruptura con Torra, se ha desatado otra lucha interna, provocada por algunas decisiones mediáticas. La entrevista en el programa FAQS de TV3 a Oriol Junqueras, desde la cárcel de Lledoners --por escrito, pero con las respuestas leídas por su hermano Roger-- ha intensificado las diferencias. Para el círculo de Puigdemont la idea del acuerdo, del diálogo con el Gobierno español, de renunciar a las vías unilaterales que manifestó Junqueras resultan una especie de traición. Consideran que ahora esos políticos presos son unos "tibios", mientras gozan de libertad de movimientos desde el "exilio".
Y la pugna estalló a las pocas horas de la entrevista en las redes sociales, con algunos de los articulistas próximos a los republicanos defendiendo esa vía frente a los dirigentes que continúan en el exilio. Uno de ellos, Andreu Pujol Mas, expresaba esa dicotomía que comienza a desgarrar a todo el independentismo: “No entiendo este discurso que se difunde desde un entorno político y que procura difundir coordinadamente en Twitter: ‘los presos son rehenes, no pueden ejercer dirección política, y el exilio sí. ¿Es que no quieren volver a casa los exilidados? Igual que los presos”.
Carles Costa, Laura Borràs y Quim Torra, fieles a Puigdemont
Sánchez o 155
Los ataques a Pujol Mas no se hicieron esperar, con reproches a Junqueras y a los que desean dialogar, sin ofrecer un plan concreto para poder celebrar un referéndum de autodeterminación.
La lucha está servida: el mundo que rodea y que lidera Junqueras, frente al que acompaña a Puigdemont: la cárcel y el exilio, y el presidente Torra en esa situación, más proclive al activismo de los exiliados, atacado, a su vez, por sectores más radicales como la ANC, que ya le busca sustituto por no “implementar la República”.
El año no acaba bien, por tanto, dentro del movimiento independentista, que en los dos próximos meses deberá tomar una decisión de gran trascendencia que marcará su futuro inmediato: la aprobación o no de los presupuestos del Gobierno de Pedro Sánchez. La consejera de Presidencia, Elsa Artadi, se apresuró en negar, de nuevo, que se pueda dar luz verde a las cuentas del Estado para 2019, pero la disyuntiva que ha planteado el presidente Sánchez es clara: o Gobierno socialista, y todos ganan un tiempo necesario, o elecciones y probable gobierno de las tres derechas, que están deseando aplicar el 155 en Cataluña.